Tiene forma extraña...

Mi mundo mágico 24/03/2022 Graciela Cecilia Enriquez
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Crédito:pixabay

POSDATA Digital Press | Argentina

Graciela Enrique

Por Graciela Cecilia Enriquez | |Escritora/ tallerista/ y directora del Diario literario digital Cuentos de hadas y fantasías


Tiene forma extraña...

Pero igual me agaché y lo tomé, no sé, parecía un amuleto, algo así como un protector para la envidia.

Luego de mirarlo, darlo vuelta de un lado y del otro, descubrí que era añejo y tal vez con algún poder ritualista. Comencé a sentir mucha intriga por saber que podría ser o para qué servía realmente; lo guardé en el bolsillo de mi pantalón.

Retomé mis pasos rumbo al colegio, ese día también estaba nervioso porque tenía exámenes. Llegué. Toqué mi pantalón por fuera del bolsillo del mismo y estaba allí, no lo había perdido, era real. Al regreso del primer recreo tuvimos la prueba, fue cuando las ideas y lo que estudié me había abandonado, no recordaba nada. Una laguna mental se apoderó de mí e inconsciente, tomé aquel objeto raro de extraña forma, y sin que nadie me viera le pedí que vuelvan mis recuerdos de todo lo estudiado o que en forma mágica me dicte las respuestas. Así fui  completando las preguntas que me asignaron en ese examen hasta concluirlo, entregando impecable todo lo que se me pidió que hiciera. Después, así, como nada, me olvidé de lo sucedido. Tocó nuevamente el timbre de otro recreo y salimos. Todo era normal risa, amistades, juegos y preguntarnos entre nosotros como nos fue.

Llego la hora de regresar a casa, el autobús tardó y me comenzó a doler la panza y sentimientos extraños se despertaban dentro de mí queriendo salir a la superficie de mi ser. No le hice caso, seguí esperando el colectivo y no aparecía, lo que tampoco desaparecía era mi dolor, que se estaba convirtiendo en más agudo.

Provocándome ya, mucha irritabilidad, un amigo cruzaba por allí y le contesté de muy mal humor.

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Crédito:Pixabay

Paso un bonito coche con una chica bella como dibujada en los cuentos de hadas. La que sin más me dijo — "¿te llevo?" y sin pensarlo por tanto sufrimiento me subí, no lo pensé dos veces.

Solo al sentarme a su lado le contesté con un “gracias".

Y le dí mí dirección... Creo que nunca llegué.

Fui despertando de un desmayo, o sueño profundo, con dolor de cabeza, aún sentía que me punzaba por dentro. Iba cayendo en cuenta que fui secuestrado, y vaya a saber donde estaba, solo entre cuatro paredes. Empecé a ver muy raro y espeluznante ese lugar. Me dí cuenta de que también sufría de alucinaciones y ver seres no vivos. Toqué mi bolsillo y el amuleto que me dio suerte la primera vez, esta vez, no me respondía.

Caí como desmayado, el miedo penetro mis huesos, consumiéndome de terror entre los dolores de mi panza y de la cabeza, no razonaba menos podía  estar cuerdo.  Esta vez el extraño amuleto, de forma extraña, no me respondía y de repente la chica de rojo entro y lo que vi me hizo morir de pánico y terror.

Su cara había cambiado al mirarme, esta vez parecía una bruja ( de esas salidas de los cuentos), pero no los de hadas.

—¡Si no me prometes que me servirás, no te volverá a responder a la bruja!

Yo, no pude mirarla de cobardía, tampoco moverme. Sus susurros se hacían más intensos y me atreví, con valor que no tenía, a abrir mis ojos. Y ya era una joven muy bella.

—¿Quién eres, que quieres de mí y que te he hecho yo?

No sé, como le pregunté tanto. Y se río y río ante mí

—Lo que tienes en el bolsillo me pertenece- ella

— Tómalo, yo lo encontré, no lo quiero - conteste

—¡No, no jovencito! ¡Ya lo usaste, le pediste y te cumplió, luego volviste a pedirle otro deseo, ahora tienes que pagar- firme ella!

Sonriendo la sarcástica.

—¿Cómo te pago yo? 

—Prométeme que cuando te necesite por nada, ni nadie, te rehusaras a cumplir con tu promesa.

— ¡No, no! ¡Te juro que no me negaré! ¡Sácame de aquí!

Y el reloj giró sus agujas para atrás. Nada de lo anterior volvió a ocurrir.

El tiempo pasó, meses transcurrieron. Y un día aquel objeto estaba ahí, me iba a agachar... Cuando la memoria me recordó lo que nebulosamente aún veía (en imágenes), lo que me había sucedido antes.

Respiré, suspiré profundo y continué mi camino. Si fue real o no, no lo sé, por las dudas no quise jugar con fuego y caminando lento, estaba llegando al colegio.

Toda la mañana cruzó y nada pasó, al regresar a casa tomé el ómnibus y mientras que iba sentado vi que al lado, pegado al colectivo, frenar a un coche  muy bonito en un semáforo, la chica de rojo. Ella me saludaba riendo y riendo sin parar. Existía. Todo entonces sucedió, y mi destino estaba echado a su suerte, porque en ese tiempo paralelo prometí  que si me necesitaba, yo iba a estar ahí y no me negaría. Bajé en la puerta de casa, y seguía sintiendo su risa y carcajadas. Cuándo el colectivo se fue por detrás un coche, me tocaba bocina y una mujer de rojo me volvía a saludar al pasar casi pegada a mí y su cara se trasformó en la de una bruja. Arrancó fugazmente y yo caí en medio del jardín.

Me paralicé al tocar el bolsillo de mi pantalón, estaba aún el objeto que tenía forma extraña...

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