A propósito de la jubilación

Columnas - De mí hacia ustedes06/10/2025 María Cecilia Marsili
  

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POSDATA Digital Press| Argentina


Cecilia Marsili Por  María Cecilia Marsili

Un texto de Lili Arias

 


Si algo aprendí es que la diversidad existe en todos los órdenes de la vida, hay que respetarla pero no es necesario estar de acuerdo ni correcto querer imponer lo propio.

Si hay un tema que está atravesado por la variedad de miradas y opiniones, es precisamente el de la jubilación.

Formada en la línea de que una crítica no es constructiva si no está seguida de una propuesta superadora, me atrevo a comentar algunos aspectos sobre el tema.

Por definición la jubilación representa el retiro de la vida laboral o profesional para pasar a un estadio de descanso. Como en muchas otras situaciones, la podemos imaginar pero “los pingos se ven la cancha”.

Se puede ser optimista y ver el vaso medio lleno en el caso de pensar que el término proviene de “júbilo”, cuyo significado tiene connotaciones de alegría, felicidad y gozo.

Si las condiciones son medianamente favorables se puede viajar, incluirse en actividades culturales / deportivas y de esparcimiento, colaborar con las tareas familiares y habitacionales tanto desde la práctica como desde lo afectivo, compartir con amigos, llevar a cabo distintos planes y propósitos y hasta desarrollar algún emprendimiento más libre e informal.

Lo que es imposible es pretender “tapar el sol con la mano” y ahí es donde aparece el vaso medio vacío.

Si bien representa un tiempo para concretar proyectos postergados, descansar y disfrutar de lo logrado, también exige una adaptación y reinvención permanentes.

Por más que exista un reacomodamiento a esas exigencias, no se puede ignorar  que llega en un momento en que avizorar el futuro se hace más incierto, además de acortarse y en el que el día a día nos empieza a pasar facturas varias.

Entre dichos pases los cambios en materia de salud se vuelven más frecuentes y en el mejor de los casos imponen limitaciones lógicas, se acrecienta la soledad por la partida de pares y por el vuelo de los hijos o las múltiples ocupaciones de quienes nos suceden y rodean. Según las personalidades, aparecen los miedos al sufrimiento, a la incertidumbre, a la degradación incluyendo la desaparición, la preocupación por las generaciones que nos siguen en un mundo competitivo y exigente donde un sexto grado alcanza sólo para no ser analfabeto.

Si a todo esto personal, único e intransferible le sumamos la realidad como sociedad, el aquí y ahora se torna una etapa más desafiante que de relax, contrapuesta a lo imaginado hasta su llegada y que hace difícil transitarla.

 

La posibilidad fantasiosa de cambiar lo macro y las políticas, la actual hiperconectividad e inmediatez que absorben a la humanidad y la imposición del individualismo ignorando de que “nadie se salva solo”, también implican un esfuerzo considerable para este período.

Tratar - en la medida de lo factible - de reemplazar las quejas inconducentes por reclamos viables, de sostener la independencia, de socializar, de mantener una alimentación y un descanso lo más saludables posible, de evitar el sedentarismo y de estimular las actividades cognitivas de maneras simples, es lo más realizable que se me ocurre a modo de propuesta.

Y lo que no puede faltar, es que Dios esté presente!

 

 

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