Gabriela Castillo, la voz de la esperanza

Entrevista a Gabriela Castillo, cantante argentina que llegó a España con un hijo de la mano, una hija en brazos y una guitarra a la espalda en 2002 y logró vincular la música en el terreno de la salud

Columnas - La Cima Del Tiempo 11/12/2018 Sil Pérez
 GABRIELA POR LA SALUD 5
Gabriela castillo , la voz de la esperanza
Por Sil Pérez | Escritorasil Pérez

Posdata Digital | Argentina

Existen seres que percibimos dentro del plano de la alquimia. Constelaciones que profundizan el terreno de la sinergia.  Almas que profanan ilusiones en un mundo donde la realidad impera. Personas que, con grandeza, emprenden la noble tarea de cobijar soledades. Unida al latido de una sensibilidad que hace carne en su espíritu, Gabriela Castillo  hilvana, con su voz, el canto de la esperanza.

Es ella una cantante argentina que emprendió viaje hacia el horizonte de los sueños. Un puñado de ilusión en sus manos supo tejer la manta de lo posible. Supo, con su andar altivo, cautivar la soberbia de un corazón que hace eco en su guitarra. Supo con sus manos cultivar el sonido del viento que, gélido en la montaña, es ahora brisa en las manos de un niño.

Es su lírica una liturgia de quimeras. Un vuelo generoso y audaz que se desliza altivo por los rincones bohemios. Pero de vicisitudes se fortalecen las almas y, en un país destrozado por un Estado que desangraba, emprendió su partida hacia el puerto de los anhelos. Su encanto y su fortaleza la acompañaron.

PD: La historia marcó con sangre un momento donde Argentina dejó de latir. Sufrimos el peor de los síntomas: la incertidumbre, la desolación económica y una devastación emocional sin precedentes.  Ahora bien, nos gustaría que relates, a Posdata Digital Press, tu experiencia. La determinación que tomaste en ese contexto histórico y cómo esa decisión marcó el destino de tu vida.

—GC: Mi experiencia migratoria es una entre las miles de historias de familias desposeídas de su trabajo y de sus ahorros en la Argentina postcorralito. Llegué a Valencia en octubre de 2002 con mis dos hijos, Cristian (de 5 años) y Mercedes (de 1 año y 10 meses), literalmente con una mano atrás y con otra delante. El que era mi marido en ese momento había llegado en junio de ese año. Su primer trabajo lo consiguió en Valencia. Por fortuna, teníamos nuestros papeles en regla para poder residir legalmente en España. Sin embargo, los primeros años fueron verdaderamente duros, amargos; sufrimos el desarraigo, las diferencias culturales y la inestabilidad laboral en un país totalmente desconocido.

Siempre le digo a mi público que llegué a España con un hijo de la mano, una hija en brazos y una guitarra a la espalda: mis motores, mis propulsores y los verdaderos motivos para salir adelante.

PD: Tus primeros años los viviste en la localidad de Banfield. ¿Qué recuerdos te aferran a esta localidad sureña? ¿Qué inspiración te evoca la región?

—GC: Banfield, más precisamente el barrio Villa Bénquez, con su colegio y con su parroquia Santa María Goretti, la salita de primeros auxilios, el Fortín con sus peñas y la plaza Lavalle, fue la tierra fértil donde crecí, jugué, me embarré en sus calles de tierra, dibujé mis primeros palotes en el jardín y aprendí a tocar la guitarra con 9 años cantando en peñas, festivales, procesiones, serenatas, casamientos, cumpleaños y campamentos. Tengo recuerdos inolvidables de aquel barrio humilde, de gente sencilla y hospitalaria, y de las muchas familias que vivían al borde del arroyo aguantando las inclemencias de la lluvia, el frío y las inundaciones. Siempre que pienso en mi barrio, camino por sus calles y veredas desniveladas, saludando a los vecinos, charlando en las esquinas con algún amigo/a y quedando para tomar mate con bizcochitos.

PD: Tus experiencias dentro del ambiente artístico te llevaron a incursionar en terrenos como la música, el canto y la composición. Una combinación que hace que tu trabajo sea de excelencia, más allá de tu prominente voz.  Ahora bien, dentro de ese terreno, ¿qué recursos son para vos relevantes al momento de escribir una canción?  (Tu inspiración, tus vericuetos).

—GC: Todas mis canciones reflejan experiencias y sentimientos personales que, aunque son muy míos, también son universales: el amor, el desamor, la nostalgia, la amistad, la esperanza. Nada de lo que escribo es un “copio y pego”, y evito los parecidos con otras composiciones. Si me surge una melodía y se parece o suena a otra, de inmediato corto y empiezo de nuevo. Componer es arduo; hay que tener recursos, y yo soy muy exigente con aquello que interpreto, incluso eligiendo hacer versiones de otros. Es imposible que yo cante lo que no sienta, y la gente sabe que lo que digo/canto/interpreto tiene fundamento.


Actualmente, dada mi experiencia y por haber compartido escenarios con tantos colegas, puedo escribir y componer un tango, una zamba, una bossa nova o un bolero. Cada género me permite expresarme distinto, y esa variedad, que exige más de mí, potencia mi creatividad.

PD: Claramente, los géneros musicales que acompañan tus presentaciones son el tango y el folklore. ¿Con cuál de ellos te sentís más identificada?

—GC: Ambos son mi fuente, aunque me inicié con el folklore, escuchando los viejos LP que teníamos en el combinado de casa. El tango se escuchaba por la radio todas las mañanas, mientras desayunábamos. Mis padres eran fanáticos de las grandes orquestas, pero creo que es un género que llega con la madurez. Su poesía, su garra y su temperamento han dejado huella en todos los estilos musicales, incluso en el rock y el pop argentino. Pero, para comprenderlo (y en mi caso interpretarlo) hacen faltan años vividos. Para cantar “Después, qué importa del después. Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz”, hay que estar de vuelta de la vida, creo yo.

El folklore es frescura, es timidez, es abrazo de madre, sufre a su manera, aceptando y perdonando. El tango duele hasta la médula, te desgarra, te desnuda, pero te redime.

En mi adolescencia, incorporé influencias del rock y el pop argentino, y de artistas latinoamericanos cuando llegó la democracia en 1982. Toda aquella amplia variedad musical me forjó como cantautora hasta el día de hoy. Nuestro país tiene un acervo cultural invalorable: escritores, poetas, letristas, compositores e intérpretes de increíble nivel.

Grandes artistas de nuestra música (en especial, Mercedes Sosa) han sido y son mis referentes indiscutibles.

PD: Tus experiencias se encuentran recogiendo la siembra de un gran esfuerzo, debido a una migración involuntaria. ¿Cuáles fueron tus primeras actividades en el Viejo Mundo? Tus experiencias dentro de la docencia.

—GC: Hace 16 años las redes sociales no existían; solo tenía acceso a Internet con escasísima información. Aun así, y con todas las limitaciones del momento, conseguí ponerme en contacto con Amigos del Baile, una asociación valenciana que organizaba eventos de tango. Su presidenta, Ana Sánchez, fue la primera persona que me abrió las puertas de este nuevo y desconocido ambiente artístico. También conocí a varios argentinos que habían emigrado a España por otras circunstancias, muchos años antes. Ellos también me fueron contactando con personas vinculadas al tango, sitios donde actuar, etc.

Durante los dos primeros años, mi actividad fue cantar en diversos espacios: pubs, restaurantes, salas de cultura y asociaciones con mi guitarra en formato, como solista. En 2004/7 formé un grupo de músicos y bailarines, y presentamos nuestro espectáculo “Argentina, canciones del Alma” en la Diputación de Valencia, y con él recorrimos varios ayuntamientos de la provincia y universidades.

A partir del 2008 me enfoqué en esta etapa de compositora, contando con la colaboración de colegas músicos, con quienes grabé todo aquel material.

Desde hace más de 10 años me dedico también a enseñar guitarra de manera particular. He tenido la fortuna de conocer a gente maravillosa desde niños hasta padres y adultos que han aprendido a tocar el instrumento conmigo. Por supuesto, aquí no enseño a rasguear zambas ni chacareras, pero sí canciones pop modernas para los niños y jóvenes, y boleros y valses a los adultos. De esta forma, yo también me mantengo actualizada con la música comercial que suena en las radios.

PD: Tenés una vasta trayectoria en el mundo de la música, y un país separado por un extenso charco te abrió las puertas a ese maravilloso mundo. ¿Cómo es para vos vivir en Valencia? ¿Qué tiene ese país europeo que te relacione con Buenos Aires? ¿Cómo interactúa tu acento porteño en ese ámbito cultural portuario?

—GC: Valencia fue un descubrimiento… no tenía referencias de ella en absoluto. Ni menos que aquí se hablaba la lengua valenciana (hermana de la lengua catalana). Es la tercera ciudad de España con extensas playas, montaña y nieve a 100 km, además de tener gran cantidad de actividades de ocio y entretenimiento.

Es una de las regiones elegidas por los argentinos. Todo está cerca, y las viviendas y alquileres son más accesibles que Madrid y Barcelona. Con un clima favorable, muchos meses de sol y altas temperaturas (en comparación con el norte de España), la adaptación ha sido más fácil.

Valencia es una ciudad respetuosa y siempre me sentí acogida, jamás discriminada. Solo tengo palabras de agradecimiento para aquellas personas que me abrieron las puertas de su corazón tan generosamente: vecinos, madres y padres del cole de mis hijos, maestras, profesores, artistas locales y latinoamericanos.

Como mujer y artista argentina, encontré mi segundo hogar en el mundo, y es Valencia.

PD: Más allá de tus vivencias artísticas, dedicás gran parte de tu tiempo al desarrollo de una tarea sumamente noble y solidaria: la de vincular la música en el terreno de la salud. Describinos  cómo es tu experiencia en ese valioso trabajo. ¿Cuáles fueron los factores que te llevaron a pensar que era oportuna tu intervención en ese plano?

—GC: Yo siempre quise hacer un voluntariado, una actividad que me sacara de mi zona de confort y me mostrara la realidad desde otro ángulo. Dicen que las casualidades no existen y, efectivamente, cuando tomé la decisión de involucrarme en algún proyecto, sin buscar, encontré un cartel pegado en el Hospital Dr. Peset, de Valencia. Yo iba a hacerme un examen de rutina y me topé con la propuesta de la ONG Músicos por la Salud. Contacté con ellos y a las pocas semanas me pusieron al frente del mismo hospital donde había encontrado el cartel.

Mis compañeros de Músicos por la Salud vieron que la respuesta del personal sanitario y de los pacientes era realmente positiva, y me extendieron las visitas a todos los hospitales de Valencia, además de a otros centros: personas con parálisis cerebral, niños con cáncer y parálisis cerebral, residencias de mayores, personas con minusvalía mental, con síndrome de Down, gente sin techo ni hogar, mujeres sobrevivientes de cáncer de mama.

Desde abril de 2017 sigo visitando, día a día, los 5 hospitales públicos de Valencia y cada uno de estos, de acuerdo a sus prioridades, me envían a UCI (unidad de cuidados intensivos), rehabilitación, hemodiálisis, psiquiatría, oncología, maternidad, desintoxicación y unidad de trastornos de conductas alimentarias.

La experiencia ha sido maravillosa, aunque me toca vivenciar el dolor y el sufrimiento, las tristezas y la abnegación. Es una tarea ardua y he tenido que lamentar la pérdida de algunos pacientes muy queridos.

Me queda la gratificación de compartir ese breve tiempo con ellos, cantando, charlando y riendo. Considero realmente “providencial” todo lo que me ha sucedido en estos años fuera del país. Jamás me hubiera imaginado este presente, este aquí ahora, cuando emigré sin certezas y casi sin esperanzas hace 16 años.

PD: ¿Cuáles son tus proyectos? ¿Tus ideas próximas a desarrollar dentro del ámbito cultural?

—GC Mis proyectos giran en torno a mi actividad musical y poética. Me considero una cantautora y escritora que va enlazando canciones e historias narradas de dos países y dos experiencias en un mismo espectáculo.

Un argentino que emigra y regresa a la tierra de sus bisabuelos es un engranaje que cierra las brechas emocionales y ancestrales que nos constituyen.

Por todo lo vivido en carne propia, entiendo cuánto habrán sufrido aquellos inmigrantes europeos que llegaron a Argentina a principios de siglo xx con escasísimos recursos y con la imposibilidad de regresar alguna vez a reencontrarse con sus familias.

Escribir y componer es mi camino, y mi mayor sueño, compartir mi arte con el público argentino y español.

Generar un espacio de música y poesía, desde mi perspectiva de mujer y artista que fusiona estilos e historias propias con el público de ambas orillas.

PD:  Hemos tenido hasta aquí el gran privilegio de ahondar en la riqueza espiritual que evocan tus actividades en el mundo de la música. Posdata Digital Press agradece tu intervención y las expresiones que quieran precisar en la columna "La cima del tiempo".

—GC: Para despedirme, quiero compartirles una gran noticia. He tenido la fortuna de conocer a muchos amigos y artistas que visitaron Valencia en su gira por España. Una de ellas es Lili López (gran narradora santiagueña que vive en mi ciudad), quien me ha contactado con un grande del folklore argentino, Cuti Carabajal.

En enero del 2019, estaré compartiendo la gira de Cuti por los Festivales de Folklore, conociendo y disfrutando de la magia de nuestra música popular desde su misma cuna. Por supuesto, haré escala en Buenos Aires para compartir alguna noche tanguera con mi gente querida.

La providencia de la vida me ha cruzado con artistas inmensos, haciendo posible un ida y vuelta creativo entre argentinos de acá y de allá.

Me despido agradeciendo infinitamente a Luis García, escritor valenciano, quien nos puso en contacto y a vos, Sil, por permitirme compartir, en tu espacio, mis vivencias y sentires con los lectores y seguidores de Posdata Digital Press

Para quienes deseen conocer mi trabajo, los invito a contactarme en las redes sociales.

Muchas gracias a todas y todos, argentinos y ciudadanos del mundo que hayan leído hasta aquí. De todo corazón.

 

 

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