La famosa actriz que inventó el WiFI

El noviembre de cada año, el mundo entero se toma un momento para reconocer a los inventores de la historia que han contribuido para que la humanidad llegue hasta donde está ahora.

Cultura - Sucesos históricos 10/11/2019 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

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Posdata Digital Press | Argentina

El 9 de noviembre de cada año, el mundo entero se toma un momento para reconocer a los inventores de la historia que han contribuido para que la humanidad llegue hasta donde está ahora. Cada uno desde su ámbito, su ingenio y su creatividad ha sido capaz de ofrecer una nueva herramienta, proceso o material que nos ha conducido a ser lo que somos en la actualidad.

Por un logro como este, no es sorprendente que todos los inventores cuenten con un día entero para ser reconocidos. Sin embargo, esto no siempre fue así, ni tampoco fue siempre esta fecha la elegida.

Por lo menos, en ese último caso, su selección tuvo mucho que ver con una mujer del siglo pasado, cuya belleza e intelecto –ambos igual de indiscutibles– le granjearon un espacio en la memoria colectiva. El nombre artístico con el que se volvió famosa es Hedy Lamar, pero su historia comienza mucho antes de que fuera rebautizada como tal.

En Viena inició todo

El primer aliento de la entonces llamada Hedwig (Hedy) Eva Maria Kiesler se dio en la capital austriaca el 9 de noviembre de 1914. Su madre y su padre, un reconocido y acaudalado banquero, eran de origen judío y se encargaron de ofrecerle en su infancia todas las oportunidades que ella necesitara para su desarrollo. Además, dotada tanto con belleza como con inteligencia, Hedy muy pronto se dio a destacar en muchos ámbitos.

Académicamente era sobresaliente, y desde muy temprana edad, sus profesores de primaria le hicieron saber a sus padres que eran los afortunados progenitores de una niña superdotada. Tales eran sus capacidades que a la corta edad de 15 años ella ya había culminado sus estudios básicos y secundarios.

Con ello, a los 16 años ya se encontraba metida de lleno en los estudios de ingeniería por los que muchos años más tarde se destacaría –y por los que, hasta la fecha, aún la recordamos. A pesar de su habilidad nata para destacarse en este ámbito, Hedy no estaba completamente feliz con el rumbo que estaba tomando su vida.

Con mucho ahínco les insistió a sus padres que su verdadera vocación era la actuación y que deseaba poder comenzar a desempeñarse en esa área. Estos, al final, aceptaron y, antes de que cumpliera los 20 años, Hedy ya se encontraba viajando a Berlín para comenzar a estudiar artes escénicas.

“Éxtasis” fue un antes y un después en su vida

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Una vez en Berlín, tuvo la oportunidad de ingresar en la Academia de Cine que en ese entonces pertenecía al famoso director Max Reinhart. Con el apoyo de este, entre 1930 y 1933 Hedy tuvo sus primeras apariciones en la gran pantalla.

La primera de todas fue en Geld auf der Strabe o Dinero en la calle. Luego, en 1931 se presentó en otro par de publicaciones checo-germanas tituladas Las maletas del señor O.F. y La mujer de Lindenau. Seguidamente, en 1932 estuvo en otro filme europeo conocido como: No necesitamos dinero.

Sin embargo, ninguno de estos films le dio la sonoridad a su nombre que en su momento le daría la grabación de Éxtasis, de Gustav Machaty, una película que, desde sus inicios, mostró estar diseñada para romper con los esquemas de la época.

Durante la misma, Hedy salía cerca de un lago totalmente desnuda –algo totalmente inédito. Por si fuera poco, en la misma película ella fingía un orgasmo y su rostro fue mostrado en pantalla –otro detalle nunca antes hecho hasta la fecha.

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Con una publicación como esta, Hedy –junto a la película– se ganó las críticas del público, y la desaprobación de gran parte de la sociedad. Un ejemplo de ello es que, en países como Estados Unidos, su reproducción se prohibió hasta que existiera una versión editada, u obviamente, censurada del film.

No obstante, esto no fue lo único que esta grabación trajo a la vida de Hedy, también captó el interés de quien sería su primer esposo Friedi Mandl. Este era un hombre mayor que ella, cristiano por los cuatro costados y un acaudalado comerciante de armas con claras relaciones amistosas con el fascismo y el nazismo.

A pesar de ello, los padres judíos de Hedy pensaron que casarla sería un buen modo de reencaminarla –ya que ellos también habían rechazado su participación en Éxtasis. Contra su voluntad, en el mismo 1933 tuvo que casarse y adoptar el apellido Mandl.

Este hombre resultó ser un celópata posesivo que la despojó de la actuación, de su libertad y, en última instancia, hasta de su intimidad –ya que solo le tenía permitido desnudarse cuando él estaba cerca, observando.

Durante 4 años, Hedy soportó el martirio de su casamiento, la falta de libertad y la constante vigilancia. Pero, en 1937 dio por terminada esa etapa cuando se escapó de su entonces marido.

Existen muchas variantes de lo que ocurrió ese día. Algunas comentan que contrató una asistenta que se pareciera un poco a ella, luego la drogó con somníferos y se escapó de su casa disfrazada como la asistenta. Por otra parte, algunas otras indican que utilizó el somnífero en los guarda espaldas impuestos por Mandl para burlarlos y huir. En otras versiones ella, aprovechó un momento en el baño de un restaurante, escapó por la ventana y tuvo que huir durante días del cercano rastreo de los guarda espaldas.

En cualquier caso, todas las versiones coinciden en que, al llegar a la estación de trenes, tomó uno que la llevara directamente a París. Desde allí, finalmente logró ocultar su rastro de Mandl y se trasladó hasta Londres. Se dice que logró costear los viajes al vender las joyas que se había llevado con ella al escapar.

La filmografía de Hedy Lamarr

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Su viaje no acabaría en Europa, sino que de hecho se extendería más allá del océano a bordo del transatlántico Normandie. Fue a bordo de este que conoció a Louis B. Mayer, el empresario de la Metro Goldwyn Mayer (MGM).

Durante el viaje en este crucero, la reconocida actriz no solo firmaría un contrato de 7 años con MGM, sino que también adoptaría finalmente su nuevo nombre: Hedy Lamarr. Ello, ya que Mayer puso eso como condición para evitar que a la actriz se la relacionara con la aún controversial Éxtasis.

Su primera aparición en EE.UU. fue muy breve, en el film de 1938 conocido como Hollywood va a la ciudad. Por suerte, no tuvo que esperar mucho por un papel más grande, ya que en ese mismo año participó en Argel del director John Cromwell.

Durante los siguientes años, participó en una enorme cantidad de películas, llegando a ser extremadamente reconocida por la representación del drama bíblico Sansón y Dalila Cecil B. DeMille. Siendo ella la habilidosa protagonista que logró engañar al gran héroe para conocer el secreto de su fuerza sobrehumana.

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Algunos otros films que también la hicieron destacar fueron Lady of the Tropics (1939) de Jack Conway, White Cargo (1942) de Richard Thorpe y The Female Animal (1958) de Harry Keller. Sin embargo, ninguna de estas llegó a ser tan reconocida como aquellas cuyos papeles protagónicos rechazó en su momento.

Acá, hablamos de clásicos actuales del cine como Casa Blanca y Luz de Gas. Incluso, tuvo la oportunidad de participar también el Lo que el viento se llevó, pero esta posibilidad también se quedó en un veremos que dejó a la actriz por fuera de lo que hasta hoy sigue siendo un gran éxito.

Cabe destacar que los primeros años de su carrera fueron los más fructuosos en cuanto a papeles y películas producidas. La última década de su vida laboral, empezando desde aproximadamente 1948, se vio marcada por más decepciones que alegrías.

En primer lugar, MGM no le renovó su contrato debido a que la actriz estaba envejeciendo y ya no les ofrecía –según ellos– el canon de belleza joven que necesitaban. Asimismo, se extendieron muchos rumores de que ella era difícil en el set de grabaciones, por lo que las ofertas para películas mermaron muchísimo, hasta que en 1958 grabó la que sería su última parición en la gran pantalla.

El otro lado de Hedy Lamar, más que solo belleza

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En una cita muy irónica de la actriz esta asegura que “Cualquier mujer puede ser glamorosa, solo necesita quedarse quieta y parecer estúpida”. Con una sarcástica referencia como esta, Hedy resume mucho de lo que se esperaba de ella en el mundo del cine y también la forma en la que era vista por la sociedad fuera de él.

Sin embargo, esta mujer era todo menos solo una cara bonita. Desde antes de su primer matrimonio, Hedy estuvo inmersa en el mundo de la ingeniería y tenía en intelecto necesario para sobresalir en él. No obstante, durante su tiempo de grabación con MGM esta faceta se vio opacada por los intentos de la empresa de ocultarla.

Después de todo, opinaban que el que esa parte de Hedy Lamarr se diera a conocer, podría ocasionar que su imagen de “diva” se viera perjudicada. Por ello, muchos de los trabajos e invenciones de Hedy en esa época pasaron desapercibidos. Pero, existió uno en particular que ni los intentos de mil empresas del mundo del cine podrá opacar jamás.

Hedy Lamarr y la Segunda Guerra Mundial

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Los orígenes judíos de Lamarr, más su rencor contra los regímenes nazistas y fascistas con los que tuvo que convivir durante su matrimonio con Mandl hicieron de esta una aliada perfecta para los Estados Unidos.

Esta ofreció sus conocimientos al gobierno estadounidense en 1940, incluso antes de que este país entrara en conflicto directo dentro de la segunda Guerra Mundial. Con los datos que había podido conocer en las reuniones a las que asistía su exesposo, Lamar tenía información que podría serles de gran utilidad a los aliados.

Asimismo, segura de sus habilidades en ingeniería, también ofreció unirse al equipo de desarrollo de sistemas de defensa de la nación. Pero, por los prejuicios de la época –no solo por ser mujer, sino también por su calidad de actriz– su ofrecimiento no fue tomado en serio y fue amablemente rechazado.

En cambio, le ofrecieron que ayudara a la causa de otro modo: vendiendo los conocidos bonos de guerra con los que el gobierno recaudaba fondos. Para variar, Hedy tomó manos a la obra para realizar esta tarea de una forma excelsa.

Junto al que entonces era su director de marketing, diseñó una estrategia de mercado que les permitiría recaudar muchos fondos. La premisa era simple, aquel que comprara más de 25.000 dólares en bonos, recibiría un beso de la atractiva actriz.

La campaña funcionó ya que, en tan solo un día, el gobierno estadounidense recibió un importe de más de 7 millones de dólares. A pesar de su éxito en esta área, Hedy no se quedó tranquila. Ella sabía que tenía mucho más que ofrecer que solo su fama. Sobre todo, cuando, por sus conocimientos previos, había sido capaz de notar que las señales de dirección de misiles y naves de entonces, eran extremadamente fáciles de rastrear.

El invento de Lamarr podría haber acortado la 2°GM al menos un año

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Lamarr sabía que, para tener una ventaja estratégica, era necesario mejorar el sistema de comunicaciones actual. Sin embargo, a pesar de su intelecto, aún le faltaba un poco de apoyo para poder desarrollar por completo su idea.

Este empujón extra lo obtuvo de su amigo George Antheil, un músico y compositor de la época que también se destacaba por su mente creativa en innovadora. Entre sus creaciones, había sido capaz de conectar –sin utilizar cables– 16 pianolas para que funcionaran al unísono.

Con ello, queda claro que este hombre tenía una capacidad nata para la construcción y desarrollo de sistemas. Algunos dicen que este par se conoció por ser vecinos en la misma zona y otros que el evento ocurrió durante una fiesta. En cualquier caso, lo que la causalidad unió, pronto se convirtió en una dupla que parecía estar destinada a existir.

Aunque no existan evidencias de que hubieran tenido una relación sentimental, queda claro que sus mentes estaban hechas para trabajar juntas. Él, al igual que ella, se había graduado de la secundaria a los 15 años y tenía un intelecto inquieto que rápidamente aceptó el desafío de crear un nuevo sistema de comunicaciones junto a Lamarr.

2018_02_art_2_4_400Hedy Lamarr (centro izquierda) y George Antheil (centro derecha).
En equipo, fueron capaces de crear lo que en ese momento denominaron “Sistema de comunicaciones secreto”. Para 1941 ya este se encontraba en papel y se trataba de un sistema de trasmisiones de radio de espectro ensanchado que transmitía el mensaje dividido por distintos canales para dificultar su lectura.

Inicialmente, este funcionaba con 88 líneas de transmisión distintas –el mismo número de teclas que tiene un piano–, ya que, consideraban que los mensajes podrían saltar entre señales como las teclas de un piano, cuyas notas cambian con cada una.

Gracias a esto, solo aquellos que poseyeran la clave correcta serían capaces de descifrar el contenido del mensaje en su totalidad. Asimismo, esto evitaría que las comunicaciones en muchos casos fueran siquiera notadas ya que, la brevedad de cada una en cada señal y el espacio de tiempo entre las emisiones de cada línea, harían de este método casi imposible de rastrear.

De este modo, ambos fueron a patentar la creación. Lastimosamente, Hedy tuvo que patentarla bajo el nombre H. K. Markey ya que ese era su nombre legal y el apellido de su actual esposo, por lo que en su momento no se reconoció a la actriz como es debido por la creación de este sistema.

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En 1942, en plena guerra, Lamarr y Antheil le ofrecieron la patente al gobierno estadounidense. Sin embargo, este hizo caso omiso de ella y solo la almacenó sin aplicarla. Tal vez, esto ocurrió debido a la desconfianza del mismo en las habilidades que podría tener una actriz y un músico. Ahora, el tiempo se ha encargado de probar que, de haber dejado de lado los prejuicios, el gobierno de Estados Unidos habría podido terminar la guerra un año o un año y medio antes.

Lamarr, una prodigio con una vida digna de una película

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Desde su nacimiento, parece que Hedy estaba destinada a ser reconocida y a tener una vida más allá de lo común. Una cita de un comentario dado por la actriz demuestra que su actitud hacia la vida jugó un gran rol en la forma en la que esta vivió.

“La esperanza y la curiosidad sobre el futuro me parecían mejores que la seguridad sobre el presente. Lo desconocido siempre fue tan atractivo para mí… y aún lo es” – Hedy Lamarr

Su seguridad le permitió en primer lugar entrar al mundo el cine. Luego, su aplomo le dejó no solo soportar, sino encontrar un modo de escapar del régimen que su primer matrimonio representó para ella.

Nuevamente, su insistencia la llevó a la gran pantalla y la mantuvo por dos décadas en ella. Asimismo, su espíritu innovador la guio durante toda su vida. Este, junto a su mente prodigiosa, le permitieron ser la madre de un invento revolucionario. Esta ha cambiado la forma en la que actualmente no solo nos comunicamos entre nosotros, sino también en la que nos relacionamos con el mundo.

Todos estos éxitos la hicieron una mujer tan célebre como reconocida. Sin embargo, también hubo grandes altibajos en su vida. Por ejemplo, esta actriz tuvo una vida amorosa movida, pero lastimosamente nunca exitosa.

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En su totalidad, pasó por 6 matrimonios distintos, tuvo dos hijos oficiales del tercero de estos y uno más –el primero– del cual aún se duda su origen entre su segundo y su primer esposo. Termina su última unión en 1960. Desde entonces, Hedy Lamarr continuó su vida sin la compañía de una pareja sentimental. Su salida del mundo del cine no fue la más agradable y por culpa del rechazo del gobierno a su idea, su creación tampoco fue debidamente reconocida.

La vida aislada en la ciudad de Miami, la llevaron a hundirse en la soledad. Así, se hizo dependiente de las pastillas y hasta a tuvo problemas de cleptomanía. Una costumbre que varias veces le trajo encontronazos con la Ley y mucha polémica en los medios.

En el año 1962, durante la Crisis de los Misiles de Cuba finalmente el invento de Lamarr fue desempolvado y utilizado. Algo que ocurrió tres años después de que su patente expirara. Después de ello, poco a poco este comenzó a estar más presente en más elementos militares. Esto, antes de pasar también al mundo de las conexiones celulares y alcanzar un gran pico en la década de los noventa.

Lastimosamente, la vida de Lamarr se acabó cuando ella ya había perdido mucha de la fe en ser reconocida. Por lo que, a pesar de recibir varios reconocimientos en su vejez, no recibió ninguno con el entuciasmo que en otra época la habría caracterizado.

Su vida llegó a su fin el 19 de enero del 2000 por una deficiencia cardiaca. Sus cenizas de dividieron para que unas fueran esparcidas en un bosque cercano a su ciudad natal (Viena). Las otras, debían ser colocadas, también en la ciudad, en una lápida para que su familia y admiradores pudieran visitarla. Sin embargo, el cementerio originalmente pidió 10.000 dólares para colocar dicha lápida –un dinero que el hijo de Lamar no tenía para el momento. Por lo que, no es sino hasta el 2007 que la actriz recibe la lápida en la cual sus restos pudieran descansar.

El legado de Lamarr jamás se extinguirá

Hedy-LamarrComo lo mencionamos, la contribución de Lamarr diseñada para asistir en la Segunda Guerra Mundial –con ciertas modificaciones– aún es utilizada en el mundo para distintas aplicaciones militares. Asimismo, esta creación ha traspasado fronteras y ha llegado también al mundo cotidiano.

Acá, la señal de espectro extendido comenzó como una forma de aumentar la capacidad de las señales celulares y de telefonía. Luego, también funcionó como una base para diseñar los sistemas de conexión BlueTooth.

Igualmente, ha sido gracias a su ingenio que en la actualidad las conexiones WiFi y de GPS que conocemos, existen. Ya que, estos dos sistemas también usan el principio de transmisión de señales diseñado por Lamarr.

A pesar de que su patente expiró, muchas de las patentes derivadas de este invento aún citan a Lamarr y a Antheil como la patente base para su creación. Esto como una forma de rendirles honores a ambos.

Durante su vida, Lamar demandó a Corel por 3 millones de dólares por usar su imagen sin su consentimiento. Un hecho algo que realizó la compañía por pensar erróneamente que la actriz había fallecido. Por supuesto, esta ganó la demanda y consiguió algunos dólares para pasar su vejez. Una que vivió en condiciones precarias, en contraste con la opulencia de sus primeros años y de su carrera de artista.

Lastimosamente, Lamarr falleció sin saber que su patente se podría valuar en unos 6 millones de dólares. Un detalle que vale la pena mencionar ya que demuestra que la mente de esta mujer llegó a ser el doble de valiosa que su rostro.

Es una pena que durante su vida no recibiera el reconocimiento que se mereció en el mundo. Sin embargo, en el 2014 se la ingresó como un reconocimiento póstumo en el National Inventors Hall of Fame.

Asimismo, ahora el mundo celebra su cumpleaños y honra a todos los inventores que, como ella, ayudaron a este mundo a evolucionar. Igualmente, su rostro y su nombre vivirán en las películas que protagonizó, así como en el Paseo de la fama, en el cual tiene una estrella desde 1960.

El mundo se tardó en reconocerla y en apreciar lo que ella tuvo para dar. Ahora que ya no está, es bueno saber que no cometerá el mismo error. Ahora, se encargará de transmitir su memoria y su legado a todas las siguientes generaciones. Ya que, merecen saber quién fue esta mujer y cómo su existencia cambió la realidad en la que viven hoy.

Fuente:tekcrispy.



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