Cayó el muro

El muro de Berlín cayó hace 30 años, y con él, el sistema social económico más nefasto que haya habido en la historia de la humanidad. Actualmente, hay jóvenes que no tienen idea del sufrimiento de sociedades sometidas por un régimen que ahora ellos defienden y quieren restaurar.

Opinión - La columna de Eduardo 10/11/2019 Eduardo Servente

Cayó el muro. Posdata -digital-pressFoto:El País

Posdata Digital Press | Argentina

Eduardo ServentePor Eduardo Servente| Ingeniero Civil | Escritor 

Era septiembre u octubre de aquel año 1989 y me encontraba junto con mi esposa Marcela disfrutando del otoño europeo pasando unas semanas en Londres.

Como curiosidad todas las noches, rato antes de ir a dormir, escuchábamos en la televisión las noticias locales y del mundo. Era la manera de informarse algo de lo que sucedía, no eran tiempos de internet ni mensajes instantáneos.

Noche a noche la principal noticia era la cantidad de personas, principalmente provenientes de Alemania Democrática (nombre que siempre resultó irónico) que estaban cruzando las fronteras de Hungría y Checoslovaquia hacia Austria con permisos de viaje. Cada día eran más y los comentaristas políticos de la BBC no podían entender lo que estaba sucediendo.

Las imágenes impactaban. Hasta ese momento el mundo estaba dividido en dos partes con muy poca comunicación entre ellas. Vivíamos la guerra fría que comenzó a partir del fin de la II Guerra Mundial.

Como decía, todas las noches veíamos por televisión cómo tantos alemanes y de otras naciones buscaban la libertad. Recuerdo que una noche le dije a mi esposa:“Marce, acá está pasando algo muy serio, algo está cambiando en el mundo.”

Meses antes, durante los calores de junio, en un brillante y recordado discurso el presidente Reagan le pidió al premier soviético Gorbachov que tirara el muro abajo y seguramente fue algo más que ayudó a ese gran cambio que fue el final de la guerra fría.

Volvimos a nuestra Buenos Aires y días después, aquel 9 de noviembre nos enteramos con gran alegría que se estaba tirando abajo esa división humana antinatural que nos habíamos acostumbrado a ver.

Estaban tirando abajo al muro de Berlín, se terminaba la guerra fría, finalmente caía el socialismo ante su manifiesta inoperancia y ante el gran desarrollo del capitalismo.

Recuerdo aquellos momentos con mucha emoción. Era un cambio de paradigmas mundiales que pocas veces sucedió en la historia. Los “derrotados”, aquellos jerarcas soviéticos que dirigieron durante tantos años a la mitad del mundo, no fueron sometidos por una fuerza extranjera, nadie los invadió ni los conquistó, solo reconocieron públicamente el fracaso de lo que estaban haciendo.

En poco tiempo se desmembró la Unión Soviética y aparecieron en el mapa países con nombres imposibles de pronunciar que no teníamos ni la más pálida idea que existían.

Se derrumbó el muro de Berlín, se derrumbó la cortina de hierro, se terminó la guerra fría.

En casi todo el mundo explotó la libertad y las sociedades se transformaron con un desarrollo vertiginoso. Al igual que en épocas de la revolución industrial había detalles en esas organizaciones sociales que había que atender, que aún hoy se deben corregir. Hay lugares con grandes rangos de desigualdad, hay sectores con hambre y pobreza, todo eso es cierto, pero si el hombre aprendió luego de un conflictivo siglo XX, no puede dudar que cualquier corrección que quiera hacer al sistema debe ser dentro de la libertad.

La Unión Soviética de Gorbachov, con la aplicación de la Perestroika, sistema que pretendía cambiar la economía socialista para poder competir con el mundo libre se atomizó en distintos países varios de los cuales produjeron cambios en sus economías logrando recuperarse del fracaso socialista.

Hace treinta años el mundo cambió y desterró al sistema social económico más nefasto que haya habido en la historia de la humanidad.

Como decía más arriba no muchas sociedades están del todo convencidas y seguramente se deban solucionar varios temas que por lógica van apareciendo, somos humanos y nada es perfecto. Pero enorme sería el error si esas correcciones no se hacen dentro de la libertad.

Últimamente en nuestra Latinoamérica estamos en presencia de fuertes disturbios clamando por esos pequeños ajustes que se deberían tomar, pero en esos disturbios aparecen dos características muy marcadas que hacen que tengamos que poner mucha atención a lo que está sucediendo.

En primer lugar, es notorio que la mayoría de esos disturbios están debidamente planeados y organizados por organizaciones superiores que han sabido aprovecharse del caldo de cultivo existente por la falta de esos pequeños ajustes necesarios para la satisfacción de todos. Están cabalmente organizados por el llamado foro de Sâo Paulo y por el grupo Puebla, donde se reúnen políticos de distintos países pretendiendo imponer el socialismo en Latinoamérica. A mi entender no hay nada que justifique la violencia organizada que se está viviendo. El ataque casi simultáneo a 80 estaciones de subterráneo en Santiago hace descartar la suposición que haya sido realizado por hordas populares en sincera manifestación por sus derechos; no hace falta demostrar nada para estar seguros que esos ataques han sido organizados.

Si a eso le sumamos las peligrosas manifestaciones en los demás países de la región no hacemos más que confirmar la profundidad y seriedad del ataque de estas organizaciones dirigidas desde Cuba y financiadas desde Venezuela.

El otro aspecto en el que debemos poner mucha atención es en el convencimiento de las juventudes al criticar al capitalismo y a la libertad. La gran mayoría de esos jóvenes se manifiestan, como también la cantidad de jóvenes que solo expresan su pensamiento con frases hechas como “el capitalismo es el cáncer”, “está demostrado el fracaso del liberalismo”, y otras tantas que demuestran no tener conocimiento suficiente para juzgar una ideología u otra.

El muro de Berlín cayó hace 30 años, esos jóvenes no supieron lo que fue la guerra fría y el fracaso estruendoso del socialismo; no tienen idea del sufrimiento de sociedades sometidas por un régimen que ahora ellos defienden y quieren restaurar.

Está muy bien que cuando uno es joven defienda sus ideas, participe en la política y quiera convencer a sus pares de lo que supone que es la mejor solución, todos lo hemos hecho. Pero también es bueno que esos jóvenes sepan y puedan mantener una conversación para cambiar ideas, aprender de la experiencia, así como los más experimentados aprendemos todos los días de las novedades de los jóvenes.

Hace treinta años cayó el muro de Berlín, una de las atrocidades más graves de la historia de la humanidad, no lo pasemos a la ligera como una anécdota más de la historia, recordémoslo y estudiémoslo para que no se repita nunca.


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