¡No me obligues a ser feliz!

Vencer el miedo a ver la vida tal cual es, quizá nos permita ver que la tormenta no es “tan tormenta”.

Columnas - De mí hacia ustedes 04/01/2020 María Cecilia Marsili
ser feliz es
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Posdata Digital Press | Argentina

Cecilia MarsiliPor María Cecilia Marsili |  Narradora Oral | Escritora
Pta: Presidenta de la Asociación Civil
Compartiendo Miastenia Gravis

En un medio que endiosa el éxito bajo todas sus formas, confesar algunas verdades equivale a pecado mortal, por ejemplo decir: “no soy feliz”, donde “ser feliz” es un estado estático que condena al hombre a “sonrisa perpetua”, estaqueándolo en la cúspide de una pirámide emocional insostenible por ficticia. Quizá sea más seguro estar despierto en una tormenta real, que dormir en sus brazos sin atreverse a mirarla a la cara. Vencer el miedo a ver la vida tal cual es, quizá nos permita ver que la tormenta no es “tan tormenta”, que el curso natural de las cosas va de la mano con la imprevisibilidad del instante siguiente, y que esto no es ni bueno ni malo: es.

Ante la incertidumbre de una realidad inaprehensible, suele aparecer el antídoto universal: “yo quiero ser feliz”, a veces murmurado con timidez, y otras con la soberbia de la desesperación de alguien a quien se le está negando un derecho adquirido genéticamente. Yo diría: “¿queres…? ¿qué?”…bien, ahora decime en serio qué querés y cómo pensás lograrlo.

A pocos días de enterrar al humilde 2019, deshilachado, usado y abusado hasta el hartazgo, las campanas navideñas dieron lugar a otra música de fondo: “¿Qué querés para el año próximo?”, como si “querer” le diera a la cuestión algún valor de verdad.

Hace muchos años que dejé de pedir “yo quiero ser feliz”, porque además de no lograrlo, jamás encontré luego el buzón de quejas, hasta que comprendí que no había presentado ningún sobre para ninguna licitación por lo cual mi oficina de reclamos estaba en la tierra de nadie.

Abandoné la idea de la felicidad por estar vacía de contenido, y no es que no quiera ser feliz, es que generalmente… ¡No sécómo hacerlo!; entonces quedo a la espera de que la vida “me sorprenda”, que OCA deje en mi puerta el paquete de la alegría con el contenido que el Destino haya elegido para mí.

Mi vida podrá no ser gran cosa para los otros, pero en lo personal es la única que tengo.

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Por todo esto, al 2020 no le voy a pedir la gracia de la felicidad, ¿Sabés que quiero? ¡Una vida elegida conscientemente!: talento para discernir, fortaleza  para construirla, disciplina férrea para sostener, habilidad de hacer alguna trampa sin caer en la obviedad de la culpa, humildad para cambiar el curso si un camino se me niega, tolerancia para soportar mis dudas y serenidad para aceptar el resultado. ¿Demasiadas cosas? ¡Si! Y un poco más también: pido humildad para aceptar el fracaso, la misma humildad si resultó un éxito, y madurez para no quedar adherida a su recuerdo.

Por eso no pido felicidad, ¡Y no espren de mí que disimule! Quiero elegir a conciencia y estar a la altura de lo elegido. Todo lo demás va…y viene.

 

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