
POSDATA Digital Press | Argentina

Los camposantos
no sólo se encuentran
en los terrenos
arrebatados a la ciudad,
usurpados a los vivos,
para dárselo a los muertos
en pequeñas parcelitas
y a distintas alturas,
nichos de distinto rango y abolengo
noblezas de ricos panteones
custodiados día y noche
por hermosos vigilantes alados
y epicúreas doncellas
de voluptuosos cuerpos
semidesnudos
que parecen orar al cielo
y pedir por la paz de tu alma..
Los camposantos recónditos
son invisibles, intangibles,
nadie los puede visitar
o dejarles rosas rojas
que pronto habrán de marchitar
con sus tallos embutidos
en aguas putrefactas y estancadas,
pero tú sabes bien
que esas tumbas están ahí,
Son frías, húmedas.
Pesan.
Cómo piedras lanzadas al mar,
así caen y caen
hasta lo más profundo y nemoroso
de nuestro ser,
de nuestra nota inerte,
alma inmortal,
que al tocar fondo
levantan nubes blancas
plagadas de pensamientos
voraces de ver la luz
en ese cielo muerto.
Ahí quedan pues
en ese cementerio inhóspito
los abrazos al encontrarnos
o despedirnos,
queda el tacto, piel con piel
al pasear juntos
tomados de la mano
por la orilla de la playa,
la fragancia dejada a rosas
por pétalos durmientes
acostados en la noche eterna
entre las calidas
hojas de un viejo diario
manuscrito en la juventud.
***
AUDIO
Voz en off: Luis G. Orihuela
Idea y producción: Luis . Orihuela