¿La bisexualidad existe?
Informe.-Esto dice la ciencia.
Informe 15/06/2021 CVA Producciones Integrales
POSDATA Digital Press | Argentina
Inicialmente, se pensaba que ser bisexual implicaba simplemente la posibilidad de sentir atracción tanto hacia a hombres como a mujeres. Ahora, la realidad ha mostrado ir mucho más allá de dichas concepciones dicotómicas preestablecidas por la sociedad. Tal es un punto que aborda claramente la American Psychological Assosiation (APA) en su edición especial sobre la bisexualidad:
“El término “bisexual” se usa para describir a una persona que experimenta atracción emocional, romántica y/o sexual hacia, o se involucra en relaciones románticas o sexuales con, más de un sexo o género” – APA.
Con el tiempo, la definición anterior ha calado y ha dejado de verse a la bisexualidad como solo la posibilidad de gustar de hombres y mujeres, sino como la de estar atraídos tanto por el propio sexo/género, como por otro.
Gracias a la última definición, el término “bisexual” sale de la dicotomía y muestra ser lo suficientemente inclusivo como para abarcar tanto a las personas transexuales como a las no-binarias.
“La bisexualidad es un término amplio e inclusivo que describe la atracción física, la atracción romántica o el comportamiento sexual que no se limita a un solo sexo”, completa definición dada por la página de activismo Bi.org.
La existencia de la bisexualidad
Sin embargo, a pesar de la evolución que ha tenido dicha identidad sexual, el reconocimiento que tiene suele ser bastante limitado. De hecho, mientras que otras identidades sexuales ya se han asentado en la sociedad –como ser gay o lesbiana– la ciencia sigue estudiando a la bisexualidad para determinar si ella siquiera “existe”.
Dicha postura pone en duda la existencia y validez de una población que, según estudios como el realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en el 2016, podría ser una mayoría ignorada.
“El 1,3% de las mujeres y el 1,9% de los hombres dijeron que eran “homosexuales, gays o lesbianas”, y que el 5,5% de las mujeres y el 2% de los hombres dijeron que eran bisexuales”, reiteró la APA en su edición especial.
Bisexualidad y ciencia
Como ya lo mencionamos, en los tiempos actuales, la existencia de la bisexualidad sigue siendo un tópico estudiado por la ciencia. Sin embargo, afortunadamente, poco a poco el mundo científico, a través de sus resultados, va confirmando lo que muchos ya tenemos claro empíricamente, la bisexualidad existe.
Aun así, se continúan realizando experimentos puesto que, incluso ahora, no hay una forma clara de definir a la bisexualidad dentro de un mismo espectro de características y preferencias. Cada persona es su propio mundo y puede tener experiencias distintas con la bisexualidad, sin que ello la haga más o menos merecedora de este “título”, tal como escribe Maisha Z. Johnson, para Heathline.
Dicha postura ha sido particularmente bien descrita por la activista Robyn Ochs:
“Me llamo a mí misma bisexual porque reconozco que tengo en mí el potencial de sentirme atraída –romántica y/o sexualmente– por personas de más de un sexo y/o género, no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma manera, y no necesariamente en el mismo grado”.
Aunque la definición de Ochs no puede ser más clara, la libertad del espectro que genera aún no ha sido del todo aceptado por la ciencia.
Afortunadamente, gracias a estudios como los recientemente realizados por Jeremy Jabbour, Luke Holmes, David Sylva, Kevin J. Hsu, Theodore L. Semon, A. M. Rosenthal, Adam Safron, Erlend Slettevold, Tuesday M. Watts-Overall, Ritch C. Savin-Williams, John Sylla, Gerulf Rieger y Michael Bailey, colaboran poco a poco para cambiar tal situación.
La publicación del estudio se dio en julio del 2020, a través de la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). En ella, se abordó el tema de la existencia de la bisexualidad, pero particularmente entre los hombres –la población que menos credibilidad suele tener a la hora de autodenominarse bisexuales–.
Sin lugar para la duda razonable
Pero, no todas las investigaciones han dado frutos tan beneficiosos. Según un reportaje de The New York Times sobre el American Institute of Bisexuality (A.I.B.) y sus miembros, el grupo en variadas ocasiones se ha encontrado con aportes de la ciencia que actúan en detrimento de la aceptación de la bisexualidad.
Tal fue el caso de un estudio realizado en el 2004 por Michael Bailey. Inicialmente, los resultados de su investigación apuntaron a que la bisexualidad era en realidad una “portada” para los hombres heterosexuales u homosexuales.
“Fue este terrible momento en el que todos nos preguntamos: ¿Realmente tenemos que seguir debatiendo si existe la bisexualidad? [El estudio] Alimentó muchos de los estereotipos que la gente cree sobre la bisexualidad: que las personas bisexuales nos están mintiendo a nosotros mismos o a los demás, que estamos confundidos, que no se puede confiar en nosotros.”, recordó Ellyn Ruthstrom, presidenta del Bisexual Resource Center de Boston.
Luego de ser contactado por A.I.B. y perfeccionar su sistema de reclutamiento de la muestra, para asegurarse de obtener personas con una manifiesta atracción a su género y otros, Bailey realizó otro experimento en el 2011. Dentro de él, sí se observó que los autoproclamados bisexuales tenían una respuesta fisiológica ante los videos de hombres y los de mujeres.
Los resultados de la investigación del 2020, dirigida por Bailey, según los propios investigadores, no dejaron lugar para la “duda razonable”. De un grupo de 600 hombres, que luego se redujo a 500, 178 de ellos se identificaron como bisexuales al iniciar los estudios revisados por Bailey y su equipo.
Según sus observaciones sobre la respuesta de excitación sexual ante estímulos con protagonistas femeninos o masculinos, los hombres que se habían identificado como bisexuales, efectivamente mostraron una respuesta a ambos géneros incluidos en el estudio.
La ciencia ha reconocido a la bisexualidad, pero… ¿y el mundo?
Aunque la muestra del estudio del 2020 fue relativamente pequeña, la recopilación de los ocho estudios enfocados en el tema fue de carácter internacional, con investigaciones realizadas en lugares de estudio estadounidenses, canadienses y británicos.
Por lo que, al menos cuentan con un porcentaje de representación variado e intercultural. Lo que permite dar un vistazo general a la existencia de la bisexualidad entre países y culturas.
Asimismo, no ha sido Bailey el único en estudiar el tema. Otros investigadores como Ritch Savin-Williams y Gerulf Rieger –que trabajaron primero con Bailey– decidieron dar su propio enfoque a la investigación y monitorear la dilatación de las pupilas como muestra de atracción hacia un género u otro.
Con sus resultados, fue mucho más fácil determinar la respuesta fisiológica de los participantes –hombres, nuevamente– ante imágenes de hombres, mujeres y grupos mixtos en actividades sexuales.
Al final, aunque usaron un método distinto, los resultados de los investigadores de la Universidad de Cornell fueron los mismos, los participantes bisexuales podían mostrar atracción física hacia ambos géneros incluidos en el estudio –aunque no necesariamente en el mismo grado–.
Una mayoría ignorada
El estudio antes mencionado de los CDC no fue la única investigación de la ciencia en identificar la alta presencia de la bisexualidad entre la población. De hecho, un reporte del 2011, realizado por el Williams Institute (un centro especializado en la demografía LGBT) encontró que, según más de 11 encuestas, “entre los adultos que se identifican como LGBT, los bisexuales constituyen una ligera mayoría”.
Específicamente según una de las encuestas, realizada en la población norteamericana en el 2009, mientras que el 2,5% de la población se identificó como gay o lesbiana, el 3,1% se presentó como bisexual, recopiló The New York Times.
A pesar de que dichos números existen, la presencia de la bisexualidad en la comunidad LGBTQ+ no suele ser tan notoria. Sobre todo porque, a pesar de conocer su identidad sexual, muchas personas tienen a nunca presentarse como bisexuales, por miedo a los estigmas que tanto la comunidad heterosexual como la LGBTQ+ tienen sobre ellos.
Dicha realidad se aplica particularmente para los hombres, a los que se clasifica inmediatamente como “gays” una vez reconocen su bisexualidad.
“(…) las personas que se identifican como bisexuales, especialmente los hombres, a menudo son vistas con sospecha, y esto incluye la percepción de que no se comprometerán con ser homosexuales. (…) A menudo son discriminados y estigmatizados”, completó Caitlin Ryan, directora del Proyecto de Aceptación Familiar en la Universidad Estatal de San Francisco.
Por otro lado, las mujeres –aunque menos cuestionadas– tienden a ser vistas como personas que “buscan atención” y que al final simplemente se asentarán en una relación heterosexual. Todo debido a la gran cantidad de prejuicios y problemas que, hasta hoy, rondan a la bisexualidad, sin importar lo que diga la ciencia.
Bifobia
Uno de los primeros puntos que vienen a la mente a la hora de entender los problemas a los que se ve expuesta la bisexualidad es la bifobia. Sobre todo porque ella no solo viene de los grupos heterosexuales, sino también de la comunidad LGBTQ+.
Por un lado, las personas heterosexuales o “cis”, como se los denomina en la comunidad, llegan a considerar que la bisexualidad es una fachada y que la persona aún no ha aceptado que es homosexual.
Por el otro, los grupos LGBTQ+ tienen a ver a los bisexuales –de cualquier sexo– como parejas poco confiables que en cualquier momento podrían dejarlos por, o engañarlos con, alguien de otro género.
Ninguno de dichos pensamientos es nuevo, y, sorprendentemente, el más fuerte parece ser el de la comunidad gay hacia los bisexuales. Tal como lo recopila The New York Times:
“La primera organización gay oficialmente reconocida, la Sociedad de Derechos Humanos, fundada en Chicago en 1924, trató de excluirlos. En la década de 1990, grupos como BiNet USA (una organización nacional de defensa de los bisexuales) comenzaron a presionar con éxito a grupos homosexuales reacios para que añadieran la “B” a sus nombres, incluso cuando se culpaba a los hombres bisexuales de propagar el VIH a las mujeres”.
John Sylla, uno de los miembros destacados del A.I.B. comentó también:
“(…) la mayoría de los bisexuales no salen del armario. (…) La mayoría de los bisexuales mantienen relaciones convenientes con personas del sexo opuesto y no son abiertos sobre su orientación sexual. ¿Por qué ser abierto cuando hay tanta bifobia?”
El anterior es un pensamiento compartido hasta por la activista Ochs. Ella recuerda que en la universidad, cuando descubrió que era bisexual, hubiera deseado decirle a sus amigas lesbianas, pero que “no se sentía seguro” para ella el hacerlo.
“Bi-erasure”, desacreditación sistemática
Otro de los problemas que sistemáticamente se ha encontrado la bisexualidad, y que al menos ahora la ciencia está ayudando a evitar, es el fenómeno del “bi-erasure”. En otras palabras, la idea que se puede “borrar” dicha identidad sexual porque “no es real”.
Dicha forma de pensar viene de la mano con la idea de que los bisexuales, al tener la opción de gustar a un género o de otro, simplemente pueden “ser heterosexuales” y no participar en la comunidad LGBTQ+.
Ello, de la mano con estudios como el realizado en el 2013 por el Pew Research Center en el que se determinó que los bisexuales no veían su orientación sexual tan relacionada con su identidad general, en comparación con los gays y las lesbianas.
“Eso alimenta la creencia entre algunos gays y lesbianas de que los bisexuales son esencialmente cuidadores de vallas que pueden pasar por heterosexuales durante décadas y no están especialmente interesados en la comunidad LGBT”, se lee en el post de The New York Times.
Con ese tipo de visión, se alimenta una situación que se convierte en un círculo vicioso. La poca visibilidad de los bisexuales da pie a la idea de que no son reales y, el rechazo que ello produce, causa que menos bisexuales están dispuestos a salir a la luz, tal como reflejó una encuesta del 2013 de Pew Research Center.
En consecuencia, terminan en las sombras, como una “mayoría ignorada”, término que les achacó recientemente la San Francisco Human Rights Commission.
“Solo es una fase” y más concepciones erróneas
Si no se niega la bisexualidad por completo, otra de las respuestas típicas es verla como un estado transitorio de la sexualidad, más que como un destino en sí mismo.
Como un ejemplo de lo anterior, se puede contar con la perspectiva de los estudiantes que asistieron a un evento creado por y para ellos llamado “Not So Straight and Narrow: An Introduction to Bisexual, Pansexual and Fluid Identities” (No tan recto y estrecho: una introducción a las identidades bisexuales, pansexuales y fluidas).
Dentro del evento del College of Wooster en Ohio, The New York Times preguntó a los estudiantes cuáles eran los estereotipos, prejuicios y opiniones más comunes que habían escuchado sobre los bisaxuales. La lista fue todo menos corta, entre algunos de los más repetidos estuvieron:
- “Solo tienen que decidirse”.
- “Quieren una excusa para dormir con cualquiera”.
- “No pueden ser fieles”.
- “Simplemente son gays”.
- “Deben tener alguna STD [enfermedad de transmisión sexual]”.
- “Es una fase”.
- “Solo quieren atención”.
Cada uno de los estereotipos, a su manera colaboran para quitar validez a la identidad sexual que viene con la bisexualidad y predisponen a las personas a no ser abiertas con los demás por temor a ser juzgados y/o rechazados por sus pares (sean ellos o no de la comunidad LGBTQ+).
La bisexualidad es más que solo sexo
Un punto presentado por Sylla y su pareja, Mike Szymanski –quien también es activista en A.I.B.–, es que la bisexualidad presenta un problema político. Se ha hablado de que la orientación sexual de las personas no es una opción que se pueda cambiar. Se ha declarado que es simplemente un elemento propio que descubrimos con el tiempo.
Ahora, la idea de que los bisexuales pueden “decidir” si están con uno u otro género, pareciera quitarle fuerza a la afirmación anterior. Sin embargo, dar ese tipo de interpretación, implica dejar de lado un punto vital: nadie “elige” sentirse atraído por más de un género. Al igual que con los gays, las lesbianas y los queers, esa es una simple revelación que viene con tiempo y autoconocimiento.
En efecto, existe la posibilidad de gustar de más de un género, pero ello no implica que realmente sea posible “decidir” quién nos atrae. Nadie decide a quién ama o no, y esa es una realidad también para los bisexuales.
Lo que nos lleva al segundo punto vital, presentado por los investigadores Rieger y Savin-Williams y secundado luego por Sylla y Szymanski a través de su propia experiencia. La bisexualidad va más allá de la atracción sexual. Debido a ello, incluso los experimentos como los de Rieger y Savin-Williams apenas nos dan una parte de la respuesta –pues no incluyen el factor emocional–.
Asimismo, aclaran que la orientación sexual no necesariamente va al 100% de la mano con la capacidad de conectar emocionalmente. En otras palabras, un mismo individuo bisexual podría sentirse fuertemente atraído hacia las mujeres físicamente, pero tener conexiones emocionales y relaciones más duraderas con hombres –o viceversa–.
“La mayoría de las veces, la atracción sexual y la atracción romántica se superpondrán, pero para algunas personas bisexuales, existe una discrepancia entre las dos”, concluyó Savin-Williams.
La bisexualidad aún lucha su lugar en el mundo (y en la comunidad LGBTQ+)
Como ya lo hemos repetido en varias oportunidades, aunque la ciencia está ayudando a que la bisexualidad sea más aceptada, aún hay un gran camino por recorrer. Según recopiló The New York Times, otras investigaciones como las realizadas por Brian Dodge, de la universidad de Indiana, en Bloomington, nos muestran el riesgo en el que aún se encuentran los bisexuales.
Por ejemplo, se habló de cómo los bisexuales informan mayores tasas de depresión, uso de sustancias, ansiedad, victimización por violencia, pensamientos suicidas y preocupaciones por su salud sexual. En la actualidad, según las palabras de Dodge, “sencillamente, no es fácil ser bisexual”.
La ciencia podrá ayudar al mundo a conocer más sobre la bisexualidad, los procesos cerebrales que ocurren en los cerebros de las personas bisexuales y cómo reaccionan sus organismos.
Sin embargo, para que dicha orientación sexual sea finalmente aceptada y respetada será necesario que también se descubra cómo educar a las personas dentro y fuera de la comunidad LGBTQ+ para que puedan finalmente reconocer la bisexualidad.
Tiempos de cambio
Los cambios que se necesitan no pueden venir solo de un laboratorio. Pero, por suerte, la sociedad y las nuevas generaciones parecen ya estar en camino a dicho cambio.
Como un ejemplo de ello, podemos mencionar el evento universitario del College of Wooster en Ohio, en donde la juventud que se identificaba fuera del rango de los “cis” pudo encontrarse, hablar de sus experiencias y compartir el apoyo y reconocimiento que todos merecen.
Además de ese tipo de iniciativas, la bisexualidad también encuentra aliados en las personas de ciencia que también se dedican al trabajo divulgativo. Tal como es el caso del sociólogo Eric Anderson, de la Universidad de Winchester, quien estudia activamente a la juventud bisexual y planea publicar pronto un libro con sus hallazgos.
Entre ellos, uno de los más prometedores es cómo las personas bisexuales de las generaciones más jóvenes se presentan cada vez más seguras de sí mismas y de lo que son. Algo que actúa como un reflejo del nacimiento de cambios positivos en la sociedad en cuanto a la aceptación de dicha identidad sexual.
Aun así, estamos lejos de poder cantar victoria en este flanco. Por ello, otras iniciativas como el movimiento #stillbisexual desarrollado por la activista Nicole Kristal también cobran gran importancia.
Con ellos, se reitera que la bisexualidad no es solo una fase y se mantiene un flujo de conversación activo con el que ofrecer un espacio de encuentro para los bisexuales y de educación para el resto de la comunidad LGBTQ+.
Fuente /fotos:tekcrispy
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