El matrimonio escandaloso

Sociedad - Historias urbanas 15/02/2022 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

Retrato de Alvear y Regina al conocerse. Crédito:AGN

POSDATA Digital Press | Argentina


Él, Maximiliano Marcelo Torcuato de Alvear Pacheco (1868-1942), aristócrata, mujeriego, millonario, el soltero más preciado de la alta sociedad de Buenos Aires y futuro presidente de la República Argentina. 
Ella, Regina Pacini Quintero (1871-1965), portuguesa, diva, una de las cantantes líricas más celebradas de su época. 
Luego de perseguirla por todos los teatros de Europa, Alvear recibe el sí y se casan, en soledad, en 1907 en Lisboa luego de ella haber abandonado su carrera artística para siempre. El escándalo en la alta sociedad argentina fue mayúsculo. Se suponía que si a Torcuato le gustaba Regina debía tomarla como amante, pero jamás como esposa. 
Poco antes de su casamiento, la mayoría de las personas de su clase social le había enviado un telegrama pidiéndole que no cometiera semejante locura. Todo fue inútil. Imaginen Uds., Alvear era codiciado por tres bellas y multimillonarias herederas de las familias Peña, Anchorena y Álzaga y que de repente venga una extranjera no muy alta, no muy bella y encima artista y les robara el niño de oro… fue demasiado.
Pero este hombre tanto la amaba que, en una ocasión, teniendo que actuar Regina en el teatro Nacional de San Carlos en Lisboa, su propia ciudad, Marcelo le preparó una sorpresa.

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El matrimonio en su residencia. Crédito:AGN


Al salir a escena Regina notó un silencio total y al levantarse el telón vio la sala completamente vacía, su desconcierto fue tremendo, en ese momento aparece Marcelo en el palco principal volcando un canasto lleno de entradas a la vez que le decía su famosa frase: “Hoy cantas sólo para mí”. En secreto, con la complicidad del personal de teatro, había comprado la taquilla entera. 
Tras una prolongada luna de miel por Europa regresan a Buenos Aires, una vez establecidos, las “señoras bien” jamás la invitaban a sus residencias y en las reuniones sociales evitaban hablar o cruzar un gesto con ella. Regina todo lo soportó.
Por su parte la familia de Regina, especialmente su madre regente de la carrera de su hija y principal beneficiaria, odiaba a Marcelo Torcuato ya que, según ella, le había hecho abandonar su brillante carrera lírica.
Alvear era un niño malcriado, cuando sereno era todo un caballero, culto y hábil parlanchín, pero cuando algo no le gustaba o lo contradecían, por más insignificante que sea el motivo, se tornaba agresivo y era muy mal hablado.
Y de todo esto, lo que más furioso lo ponía era que menospreciaran a su esposa. En cierta ocasión, en una reunión de gala, Marcelo notó que un grupo de damas distinguidas le estaba haciendo el vacío a Regina quien se hallaba sentada en un rincón sola, entonces se puso de pie como una tromba y dijo en voz alta, para que lo oyera el resto: “Vení, Regina, que a éstas yo ya les levanté las polleras”. Esta frase en ese nivel y en esa época era de una furia desbordada. La Casa del Teatro. Este monumental edificio, donde reposan actores ya retirados faltos de recursos, fue construido con su propia fortuna, en la que invirtió parte de sus posesiones y toda su colección de joyas. Todo el aprecio que le negó la alta sociedad argentina lo compensó con el cariño que le tuvo el pueblo. Inolvidable Primera Dama de Argentina.

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Bóveda de la familia Alvear en Recoleta, con los bancos , donde ella solía
recordarlo. Crédito:AGN

Entre muchas excentricidades y horrores que cometió, sin duda el mayor fue afiliarse al partido Radical, enemigo absoluto del partido Conservador al que debía pertenecer por su posición social.
Vivieron juntos durante 35 años y no tuvieron hijos. En marzo de 1942, Marcelo, muere víctima de un ataque al corazón en Villa Elvira en Don Torcuato. Regina siempre estuvo a su lado, lo había amado desde aquella noche en que le había llenado el camarín del teatro Politeama de Buenos Aires con rosas rojas y blancas.
Durante el sepelio de Marcelo, las damas de de sociedad se acercaron para darle el pésame, pero Regina mantuvo su dignidad, no contestaba el saludo, sólo las miraba fijo hasta que bajaban la vista.
Ella lo sobrevivió 23 años y siempre estuvo a su lado, sentada meditando largos ratos, casi a diario, en uno de los bancos de la bóveda de la familia, en el cementerio de La Recoleta, luego de depositar flores frescas.
Ella fallece en 1965, dejando su mayor legado: 


Fuente de las fotos: AGN /Argentina de antaño

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