Según la Biblia, los antiguos hebreos no pensaban en la vergüenza

Sociedad - Historias urbanas 10/03/2022 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

POSDATA Digital Press | Argentina

Para nosotros, la vergüenza es un estado emocional interno. Lo que significa que podemos sentirla pero no mostrar signos físicos externos. Sin embargo, la Biblia describe a este mismo estado de vergüenza como algo diferente.

Mientras Adán y Eva se encontraban en el Jardín del Edén, no sentían vergüenza ni pudor aunque estaban completamente desnudos. Luego de que traicionaran la confianza de su creador, empezaron a sentir y demostrar esos sentimientos que antes no tenían.

Entonces, las generaciones que le sucedieron a Adán y Eva empezaron a percibir de manera diferente a la vergüenza y se volvió algo constante e inevitable en sus vidas. Tal es así que la Biblia comenta muchas situaciones en la que los personajes bíblicos experimentaron la vergüenza.

La vergüenza pasa a ser para los antiguos hebreos como un castigo que su Dios les impone a los peores pecadores. Es un destino casi tan malo como la muerte.

Un estudio sobre la vergüenza en los antiguos hebreos

Anthony Lipscomb es candidato a doctorado en estudios judaicos y del Cercano Oriente en la Universidad de Brandeis y redactor de un artículo publicado en Journal of Ancient Judaism. En su estudio, Lipscomb argumenta que la percepción de la vergüenza que tenían los antiguos hebreos es diferente a la que tenemos ahora.

Según este experto, la separación entre mente y cuerpo es una idea occidental que se desarrolló en la antigua Grecia. La Biblia hebrea expone esta afirmacón, donde muchos pasajes bíblicos demuestran que había una división clara entre lo físico y lo psicológico.

Dice Lipscomb que “los israelitas no tenían un concepto del yo interno como el nuestro”. Las emociones como la vergüenza se manifestaban en la actividad física o en una señal externa en el cuerpo. 

Para los antiguos hebreos, los sentimientos no eran una experiencia inmaterial escondida en lo en el interior de los individuos. Sino que eran expuestos públicamente y cambiaban la manera en que las personas se relacionaban con los demás.

Lipscomb explica que la Biblia comprueba que los hebreos demostraban ciertos estados emocionales como la vergüenza con una actividad física que expresara ese sentimiento.

La vergüenza era percibida y sentida de manera diferente por los hebreos antiguos. Créditos: Julius Schnorr von Carolsfeld. Vía Wikimedia Commons.

Evidencia de vergüenza en un pasaje bíblico

Lipscomb comenta sobre un pasaje bíblico en el que un personaje evidencia la vergüenza tal como la percibían los hebreos antiguos. Es el caso de Tamar, quien era hija del rey David, y pasó por una situación que la llevó a cargar con la vergüenza en su vida.

Tamar fue víctima de una violación por parte de su medio hermano Amnón. Ella le había suplicado a su medio hermano que no la violara, y en uno de los pasajes dice: “¿A dónde llevaré mi vergüenza?”.

Esta expresión es literal, según Lipscomb. La desgracia de Tamar no es un sentimiento interno sino una carga física real que se verá obligada a llevar. Las acciones que le siguen a ese sentimiento son la de arrojarse polvo en la cabeza y rasgar su túnica. Es la manifestación física de la vergüenza.

Lipscomb sostiene que la vergüenza de Tamar “no es solo un trauma interno, sino la representación pública de la violencia de Amnón y su posición disminuida en la comunidad”.

El experto vuelve a afirmar que la vergüenza no se podía ocultar. Representaba un estado derrotado o degradado visible para quienes rodeaban a la persona que estaba viviendo la vergüenza. Esto a su vez causaba respuesta en los demás.

Dice Lipscomb que en ese tiempo, si te avergonzabas por hacer algo malo, tenías que actuar públicamente para enmendar a la comunidad. Por otro lado, si fuiste tú el que avergonzaste a otra persona sin una buena razón, las consecuencias de lo que hiciste serían visibles.

En la actualidad, la vergüenza es un asunto privado. Las personas pueden ocultar lo que hicieron mal. Lo mismo pasa con la persona agraviada, que puede sufrir en silencio o fuera de la vista.

Esta práctica fue arraigada por Occidente y esto lo lleva a suponer a Lpscomb que “estar en paz con Dios es puramente un asunto del corazón sin la necesidad de tomar medidas”.

Fuente:tekcrispy

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