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La historia de la felicidad en la ciencia
Ciencia20/03/2022CVA Producciones IntegralesPOSDATA Digital Press | Argentina
Si algo sabemos es que la felicidad es el centro de nuestras vidas. Nos despertamos cada día esperando encontrarla, o pasamos años esforzándonos por alcanzarla. Pero más allá de anhelarla, alguna vez nos hemos preguntado ¿qué es realmente? Hoy en el Día Internacional de la Felicidad te lo contamos.
¿Qué significa “ser felices”?
Lejos de ser una emoción o una decisión de vida, como muchos pensadores denominan, la felicidad es realmente un constructo filosófico que varía en cada uno de nosotros.
Para muchos la felicidad está en el crecimiento personal, mientras que para otros en la familia, el trabajo o en las pequeñas cosas del día a día, y todas son opciones válidas. Así ha sido desde que se acuñó el término “felicidad” en la Antigua Grecia, partiendo de las palabras “eu” (bien) y “daimon” (espíritu).
Por tanto, en este día internacional no podemos hablar de una sola definición de “felicidad”, sino de múltiples definiciones que han ido construyendo nuestra imagen de este constructo. En concreto dos.
Lo que el Mundo Antiguo veía como felicidad
Para los grandes pensadores, la felicidad fue uno de los conceptos clave de la época, ya que creían que en él yacían muchas cualidades humanas, como la inteligencia o la ética. En consecuencia, cada uno teorizó la felicidad de una manera diferente.
Para Aristóteles la felicidad estaba en la autorrealización, es decir, en cumplir las metas que nos imponemos para satisfacer a nuestra mente.
Por el contrario, Antístenes creía que la felicidad significaba ser autosuficientes y no depender de nada ni de nadie. Un concepto que más tarde dio origen a la palabra “cinismo”.
Finalmente, para Epicuro y los hedonistas, la felicidad consistía en refugiarse en el placer del momento y huir del sufrimiento.
Lo que el Mundo Moderno reconstruyó
No obstante, con la llegada del racionalismo, la felicidad dejó de ser considerada un constructo mental, para convertirse en una filosofía de vida. Principalmente porque racionalistas afirmaban que la felicidad debía ser “real y alcanzable” para tener cabida en la sociedad. Razón por la cual comenzaron a definirla como un “camino” o una forma de ver la realidad.
Los más optimistas, piensan hoy en la felicidad como todo lo que les rodea. Puede ser una mascota, un regalo inesperado, o un día soleado. Lo importante es que despierte emociones positivas en el cerebro.
Por el contrario, los más escépticos, como Nietzsche, aseguraron que el mundo moderno es un lugar horrible e infeliz, por lo que es mejor esperar la felicidad que vendrá con la muerte que pasar toda la vida buscándola.
La ciencia de la felicidad
Como vemos, definiciones de felicidad hay tantas como seres humanos. De hecho, es posible que ninguna de las definiciones que presentamos en este día internacional encaje con tu idea de “felicidad”. En ese caso solo nos queda refugiarnos en la opinión de la ciencia.
Para los psicólogos la felicidad es ese momento en el que nuestro cerebro equilibra las emociones positivas y negativas.
El mundo somete a nuestra mente a una gran cantidad de estímulos diarios que, a su vez, despiertan reacciones químicas en nosotros como la alegría, la tristeza o el enojo. Por desgracia, la proporción entre estas emociones positivas y negativas no es la misma cada día.
De hecho, es más probable tener un día lleno de experiencias negativas que nos hagan sentir insatisfechos que de positivas. Es por eso que cuando experimentamos un día lleno de emociones positivas decimos que “fuimos felices”.
La fórmula de la felicidad está en el día a día
Por fortuna, los científicos fueron un paso más allá que los filósofos y no solo definieron la felicidad, sino que desarrollaron fórmulas para obtenerla. Así que si te sientes infeliz en este Día Internacional de la Felicidad, te contamos cómo solucionarlo.
En 2005, el padre del positivismo, Martín Seligman, estudió la felicidad y estableció una fórmula para conseguirla de forma duradera. Esta fórmula era F=R+C+V, que en castellano sería algo así como “la felicidad es igual a las experiencias positivas que vivamos (R), nuestra situación actual ese día (C) y la voluntad que tengamos por cambiar lo que nos disgusta (V)”.
Partiendo de esta fórmula, muchos psicólogos positivistas han desarrollado conductas para mejorar el equilibrio psicológico y hacer de todos los días una celebración internacional a la felicidad. Aquí te dejamos algunas.
Apoyarnos en las emociones positivas cada día
La psicóloga Barbara Frederickson creó un modelo de construcción de la felicidad que se sustenta en utilizar diez emociones positivas como guías para contrarrestar las malas experiencias que vivimos a diario. Estas emociones son la alegría, gratitud, serenidad, interés, esperanza, orgullo, diversión, inspiración, asombro y amor.
Cada una de estas emociones actúa como un indicador para que nuestro cerebro sea más optimista y piense en cosas agradables. Por ejemplo, si nos sentimos en deuda con alguien, un sentimiento nada agradable, podemos pensar en que sentimos gratitud hacia él en vez de compromiso; lo que nos llevará a pensar formas para compensarlo por su acción.
Antes de que nos demos cuenta nos habremos olvidado de los malos sentimientos y tendremos solo felicidad.
Encontrar placer en las tareas y actividades que hacemos
El estado de flow es vital para desarrollar la felicidad. Cuando estamos concentrados en una tarea, tendemos a segregar adrenalina. Esta no solo nos ayuda a sentirnos felices, sino que hace que perdamos la noción del tiempo y “fluyamos”.
Por tanto, los psicólogos creen que puede ser vital para superar el componente situacional de la fórmula, que muchas veces es el mayor problema. Después de todo, no muchos tienen una familia amorosa o el trabajo que soñaban. Pero pueden convertir esas situaciones en experiencias agradables con un poco de voluntad y flow.
Crear vínculos con otras personas
Los humanos somos seres sociales, y como tal, dependemos mucho de las otras personas.
Se ha demostrado que las personas son más felices cuando están acompañadas por sus seres queridos, ya que sienten que nada puede hacerles daño.
En este sentido, prácticas tan simples como hacer un nuevo amigo o dedicar parte de nuestro tiempo a otros puede acercarnos más a la felicidad de lo que creemos.
Genéticamente no todos vemos la felicidad de la misma manera
Sin embargo, la ciencia también ha revelado que no todos tienen las mismas posibilidades de ser felices, aunque lleven a cabo la misma fórmula. Esto debido a que cada uno de nosotros tenemos una determinada “predisposición a la felicidad”, que es hereditaria de nuestras familias.
Básicamente, cuando recibimos un estímulo por primera vez, nuestro cerebro segrega dopamina, serotonina y oxitocina, lo que nos hace sentir euforia instantáneamente. Pero, a medida que este estímulo se repite una y otra vez, el subidón hormonal tiende a diluirse. Lo consideramos algo cotidiano, y por tanto, no nos trae felicidad.
De allí que muchas personas que han crecido en familias adineradas no vean en el dinero la felicidad. Mientras que para el resto obtener un dólar es motivo de celebración.
Por tanto, tengamos en cuenta esta adaptación hedonista antes de empezar a implementar cambios en nuestra vida, y no nos preocupemos tanto por avanzar a la par de otros.
En conclusión…
Lo más importante que debemos saber este 20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad, es que este constructo no es algo inalcanzable. La felicidad depende de nosotros mismos y de cómo enfrentemos nuestro día a día.
Así que ya no tenemos excusas para postergar nuestro camino hacia la felicidad, o peor, delegar nuestra felicidad al destino.
Fuente/Fotos:tekcrispy
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