POSDATA Digital Press | Argentina
Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Adoro a Marilyn Monroe, ya lo sabéis, y en cuanto vi que en Netflix ponían la película Blonde, no pude evitar verla. Bueno, mejor no la hubiera visto, me pareció algo surrealista, sin sentido, con escenas inventadas totalmente y otras escenas llenas de vulgaridad y degradación.
Esa no era mi Marilyn Monroe, algunos diréis que los que adoran a Marilyn la tenemos idealizada, pero no es cierto, los que admiramos a Marilyn, conocemos a Norma Jeane Baker, a su verdadera persona, los que admiramos a esa mujer de ojos tristes y sonrisa resplandeciente, sabemos que, a pesar de haber tenido una vida difícil y, a pesar de no haber encontrado la felicidad en el amor, su vida no siempre fue una tragedia, como parece contar la película.
Cuando Marilyn compró su casa en California, por fin encontró la paz que ansiaba. En esa época era feliz, lo que la condenó fue relacionarse con gente que no debía; creo que no hace falta que especifique con quien, pero bueno, el caso es, que en esos años rodó su última película, esa que jamás pudo finalizar. Testigos de todo aquello, contaron que Marilyn estaba en sus mejores años, más centrada, más calmada y con una madurez y seguridad que hacía pensar que estaba alejada de las drogas.
No sé si todo esto es verdad, pero desde que era pequeñita y le pregunté a mi madre quien era esa mujer tan guapa que veía en la tele, llevo leyendo sobre ella, viendo cualquier documental o información que pudiese completar huecos de su vida y de su muerte, según creo, en extrañas circunstancias, así que no me vendas una novela barata y degradante de una gran mujer, porque no te la compro, no me vendas a una Marilyn haciendo guarradas en el estreno de su película porque en aquella época se habría sabido y habría sido documentado en algún sitio, ah, perdona, que no estamos hablando de una novela documentada, que tonta soy, se ve que como también soy rubia, no pienso con claridad.
Querida Joyce Carol, escritora de la desastrosa y degradante novela Blonde, me parece increíble que el director de la película Andrew Dominik, hayan visto en esta novela algo más que mentiras y escenas esperpénticas. Ya no hablemos de productores como Brad Pitt, que, en mi opinión, creo que vieron una película llena de morbo y que podía interesar.
También me parece triste que incluso después de muerta se la siga hiriendo y degradando de esa forma, más que nada, porque si alguien que no conoce a Marilyn Monroe ve la película, la imagen que va a tener de ella va a ser totalmente errónea.
Marilyn era de esas almas puras que no encontramos fácilmente, de esas personas que dan ganas de abrazar, lo que no saben es que su fortaleza era envidiable y su inteligencia fue escondida por el cine; hay cosas que no interesa que se sepan, Marilyn vendía películas como rubia tonta, y así debía seguir siendo. Todos llevamos un disfraz puesto, y Norma Jeane llevaba puesto el de Marilyn Monroe.
Su destino fue brillar por encima de todos, y por mucho que autoras como esta intenten hacer dinero de mentiras, jamás dejará de ser nuestra adorada Marilyn.
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