Informe sobre el origen del año bisiesto.
POSDATA Digital Press | Argentina
Graciela Cecilia Enriquez| Escritora | Tallerista |
Ellos iban caminando por aquella plaza. Lugar donde se dan cita los pequeños niños con el interés por jugar, hasta los enamorados juveniles que salían del colegio, de la vuelta.
Pero… ellos eran diferentes, casi capturados en una foto en color sepia.
Invisibles por todos los chicos que se reunían en los juegos infantiles o los románticos jóvenes debajo de las copas de los árboles. Ellos se miraban cegados por su propio amor y letanía. Los años eran interminables en sus vidas.
—¡Mi amor! —expresó con entusiasmo.
—¡Sí, corazón! —del mismo modo respondió él.
—El tiempo se nos vuelve a escapar— enfatizó ella...
—No importa, mi amada, tendremos otra eternidad para regresar a nuestro último encuentro:¡la plaza!
Entonces el cielo fue tomando un color azulado, casi más oscuro que en otros días.
Y ellos iban esfumándose entre destellos del sol que se escondía en el horizonte.
Algún día se encontrarían para volver a sentir como el mundo respira, aunque ya no existan.
La plaza continuaba atrayendo a más niños y adolescentes a otra aventura. La vida les brindaba cada año, en un solo día, la posibilidad de vivir lo que podía haber sido. Si ese trágico accidente no hubiera ocurrido.
La plaza los esperaba todos los años en el mismo mes.
Cada 31 octubre, festejando por volverse a reencontrar.