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Impulsó la búsqueda de fósiles
Ciencia20/02/2023CVA Producciones IntegralesPOSDATA Digital Press | Argentina
A pesar de su poca formación científica, la habilidad de Mary Anning como paleontóloga era evidente. Su cuidado para clasificar los fósiles, su experiencia sobre los terrenos y su perseverancia para brillar en la comunidad científica fueron iguales o incluso mayores a los de los hombres paleontólogos de su tiempo.
De hecho, gracias a ella es que hoy podemos pensar en dinosaurios como el pterodáctilo o el ictiosaurio. Grandes reptiles marinos y voladores más allá del Tiranosaurio Rex. Pero todos esos méritos lamentablemente fueron reconocidos por la Royal Society de Reino Unido en 2010. Unos 163 años después de su muerte en marzo de 1847.
En su época, Mary Anning no era más que una “intrusa” para la comunidad científica, ya que no existían mujeres paleontólogas anteriores a ella.
Sus primeros fósiles a la orilla del mar
Nacida el 21 de mayo de 1799 en Inglaterra, Mary Anning inició su trabajo científico siendo todavía una niña. Junto a su padre y su hermano recolectaba fósiles pequeños para poder venderlos a los turistas. En su mayoría conchas o pedazos de hueso que encontraba a lo largo de la costa Lyme Regis en donde vivía.
Cuando cumplió 19 años, ya tenía la experiencia suficiente como para restaurar un fósil y determinar su edad aproximada, a pesar de carecer de educación académica. Fue así que halló a su primer dinosaurio: el ictiosaurio. Una extraña criatura mitad reptil, mitad pez que vivió en la era mesozoica, aproximadamente hace 90 millones de años.
Ahora sabemos que este “pez lagarto”, como se traduce su nombre, era el ancestro de los cocodrilos modernos. Pero para 1818 no existía el término «dinosaurio», por lo que se corrió el rumor de que Mary Anning había encontrado el esqueleto de un monstruo marino.
Sin embargo, la joven, paleontóloga por experiencia, hizo oídos sordos a la polémica y vendió el fósil a un coleccionista llamado Thomas Birch por 23 libras esterlinas. Esto sin saber que tal acción la haría llegar a la comunidad científica del siglo XX.
Más dinosaurios para la paleontología, y menos crédito para Mary Anning
El descubrimiento de un nuevo fósil siempre fue motivo de alegría. Pero el ictiosaurio de Mary Anning era diferente para la comunidad de paleontólogos, pues se trataba del esqueleto completo de una especie que nadie nunca había visto. Lo que era evidencia clara de una idea muy controversial para ese momento: la extinción de las especies.
Miles de artículos científicos hablaban sobre el primer ictiosaurio y lo que significaba para la paleontología. Lamentablemente, en ninguno se mencionaba el nombre de Mary Anning. Es más, muchos le atribuyeron la minuciosa limpieza y preparación del fósil al personal del museo con el que trabajaba Thomas Birch. Con lo cual la responsable de este descubrimiento, Mary, fue un misterio hasta 1823. Momento para el cual llegó otro esqueleto completo de dinosaurio.
A sus 22 años, Mary Anning descubrió en la costa Lyme Regis el primer fósil de plesiosaurio. Un “reptil gigante”, tal y como indica su traducción, que vivió durante entre el Triásico Inferior y el Cretácico Superior. Misma especie que más tarde se utilizaría para designar a toda una familia de reptiles prehistóricos con aletas largas y estrechas.
Poco después, en 1828, la joven paleontóloga descubrió al pterosaurio. Quizás el reptil volador más conocido del mesozoico, por ser los primeros vertebrados en conquistar el aire. Al menos hasta la llegada del meteorito Chicxulub, hace 65 millones de años.
Mary Anning estaba descubriendo tantas especies extintas de peces que el paleontólogo Willian Buckland no pudo obviarla. Él fue uno de los pocos científicos que reconocieron a la joven como su “descubridora”, sin importarle si era una mujer paleontóloga o si estaba mal visto para la época.
Las heces fosilizadas y el fin de su carrera como paleontóloga
Piedras bezoar, los restos fosilizados de los dinosaurios | Créditos: Sciences
Con todos estos hallazgos, el reconocimiento de Mary Anning se elevó. A tal punto que la revista Bristol Mirror de la época le dedicó una publicación en la que destacaba su primera hazaña con el ictiosaurio.
«Esta perseverante mujer ha ido día sí día también durante años en busca de restos fósiles de importancia cada marea. Con el riesgo continuo de ser aplastadas por los fragmentos que caían. A su esfuerzo debemos casi todos los excelentes especímenes de ictiosaurio de las grandes colecciones».Bristol Mirror
Como resultado de esta fama, Mary Anning se volvió en 1839 la consejera de muchos paleontólogos reconocidos de la época. Pero también pecó de arrogante, asegurando que muchos hallazgos prehistóricos de “colegas” ya habían sido descubiertos por ella. Como por ejemplo, el tiburón Hybodus que protagonizó la primera plana del Magazine of Natural History.
A ojos de la comunidad científica estas afirmaciones eran una demostración de su falta de conocimiento. Eso, sumado al hecho de que, para la época, solo los paleontólogos masculinos podían publicar estudios científicos, hizo que Mary abandonara el sueño de pertenecer a esa comunidad.
Durante sus últimos años, se dedicó a lo que hacía de niña: buscar fósiles y venderlos a la orilla del mar. Vendió cientos de coprolitos a los turistas, conocidos en aquel entonces como “piedras bezoar”. Aunque en la actualidad sabemos que estas rocas son en realidad heces fosilizadas de dinosaurio.
En este sentido, fue pionera en el estudio de los coprolitos hasta su muerte en 1842, por culpa del cáncer de mama.
El legado de Mary Anning tras su adiós temprano
Puede que, en vida, Mary Anning no fuera reconocida como la primera mujer paleontóloga, pero en la actualidad la mayoría de especialistas confirman su valor como científica.
La joven ayudó al paleontólogo Richard Owen a acuñar el término “dinosaurio”, que traducido sería algo así como “lagarto terrible”. Además, cambió para siempre los conceptos sobre la evolución prehistórica y la vida marina con cada uno de sus descubrimientos. Por no mencionar que nos dejó tres de los fósiles más reconocidos del Mesozoico: el pterodáctilo, el plesiosaurio y el ictiosaurio.
Gracias a sus contribuciones, la Paleontología dejó de centrarse solo en la búsqueda de fósiles para intentar entender de dónde provenían. Razón por la cual la Royal Society de Reino Unido la considera una de las diez mujeres más influyentes de la historia británica. Honor que en el siglo XX solo estaba reservado para los hombres. Con lo cual podríamos decir que también ha contribuido a que muchas mujeres puedan dedicarse a la Paleontología libremente.
En retribución a todo su legado, lo menos que podemos hacer es recordarla. Así que, si alguna nos preguntan quién es Mary Anning, digámosles que fue la primera mujer paleontóloga que se ganó su reconocimiento por vender fósiles en la playa.
fuente:tekcrispy.
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