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POSDATA Digital Press | Argentina
En la investigación de las neurociencias son necesarios nuevos paradigmas. Hemos llegado a un gran conocimiento del cerebro y todas sus complejidades, pero, aun así, todo ello no nos permite todavía explicar cosas como la memoria, la reminiscencia, el amor, la autoconciencia, o las experiencias cercanas a la muerte, tan solo por nombrar algunos de los Misterios que rodean al ser humano.
Para explicar mejor este punto, vamos a utilizar una alegoría representada por el ser humano y el teléfono celular.
Partiremos de la idea de que la conciencia humana puede estar activa en tres esferas:
Nuestra conciencia es el canal o la luz que une estas realidades. Pongamos un ejemplo: Si una llama toca nuestra mano, gracias a un reflejo protector inconsciente de la medula espinal, inmediatamente retiramos la mano. Pero este estimulo, con algún retardo, va a llegar a la corteza cerebral despertando la sensación de dolor que hará reaccionar a la psiquis desencadenando una emoción y un pensamiento que permitirá el reconocimiento consciente de lo sucedido, varios segundos después de que hayamos retirado la mano en forma automática. El cuerpo recibe y trasmite; la psiquis, siente.
Por otro lado, una necesidad espiritual puede despertar un sentimiento, una emoción y un deseo, al que la mente le dará la forma adecuada para que, a través del sistema nervioso, pueda ser plasmada en el mundo físico. Por ejemplo, determinado sentimiento devocional en una persona muy religiosa, puede hacerle tomar una postura determinada o hacer un gesto que exprese dicho sentimiento.
Resumiendo, el ser humano tiene tres esferas en las que actúa la conciencia: el espíritu, la psiquis y el cuerpo.
Ahora analicemos nuestros teléfonos celulares. Tienen una estructura física formada por todos los elementos que lo componen como ser carcasas, pantallas, botones, circuitos etc. y una batería (energía) que lo anima, que le da la fuerza necesaria para su funcionamiento.
Nuestro teléfono tiene, además, colores, sonidos, campanillas que suenan al llegar un mensaje, imágenes en la pantalla, música, vibraciones. Puede reproducir videos, audios, “recuerdos” archivados en sus memorias, puede saludarnos y recordarnos lo que debemos hacer, pero… ¿es consciente nuestro teléfono?
Al reproducir una imagen, ¿capta en profundidad de qué se trata? ¿Puede sentir amor al ver una foto de alguien amado? La respuesta es: NO. El que interpreta, el que entiende y sabe lo que reproduce el teléfono, es EL OPERADOR, el equivalente en el ser humano a la esfera psíquica y espiritual. Las imágenes sonidos, textos, se reproducen en el teléfono automáticamente, pero solo el “operador” puede entenderlas en plenitud.
Así, nuestros cerebros trabajan igual que nuestros celulares: tan solo conectan esferas diferentes, son la “interfaz” que une realidades diferentes. El Individuo, o sea nuestra alma, equivale al Operador del teléfono.
Nuestra ciencia actual investiga al cerebro (teléfono), describe cada circuito y elemento, hace experimentos, lo diseca hasta sus mínimos componentes, pero no quiere ni siquiera sospechar que hay “alguien” que es el verdadero operador e intérprete de la realidad.
¿Qué sentido tiene un teléfono celular sin un operador? ¿Qué sentido tendría un cuerpo físico, sin un espíritu y una psiquis que lo habite?
El próximo salto de las ciencias tendrá que dirigirse al hombre sutil, al hombre psíquico espiritual, hacia la luz de la sabiduría.
Fuente:revistaacropolis.org
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