Adaptación del cuento de Caperucita roja: Pedro y el lobo

Mi mundo mágico 04/06/2023 Graciela Enriquez
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Crédito:tuckdbephemera.org

POSDATA Digital Press | Argentina

Graciela Enrique

Por Graciela Enriquez  Escritora | Tallerista | Socia de SADE (Lomas)


Intertextualidad

La intertextualidad es la relación que un texto (oral o escrito) mantiene con otros textos (orales o escritos), ya sean contemporáneos o históricos; el conjunto de textos con los que se vincula explícita o implícitamente un texto constituye un tipo especial de contexto, que influye tanto en la producción como en la comprensión del discurso.

 “La familia se reúne” 

Mamá siempre me mandaba al bosque con el almuerzo de mi abuelita. 

— Caperucita, visitá a tu abuelita y le llevás esta su  comida preferida— Así la llamaba a su hija, quién muy bien no entendía por qué vivía sola en el bosque, alejada de todo. Ella estaba rodeada de animalitos silvestres que iban y venían, entrando y saliendo durante el día de su casita. Igualmente Caperucita amaba a esa viejecita que le contaba extraños y lindos cuentos de épocas remotas 

 Para su último cumpleaños le regaló esa capa roja que siempre llevaba encima y casi nunca se la quitaba.

Más tarde en el bosque se encontró con Don Lobo y en vez aterrorizarse al verlo sólo se sonrió

—¿No me tienes miedo, niña?- Le dijo Don Lobo

—¡No para nada! —le contesto ella

—¡Puedo comerte, sí quisiera!—le dijo con voz más grave.

—¡Sí, lo sé! Mi amigo Pedro me habló de ti— le contesta con voz tranquila

—¿Pedro, qué Pedro…?— pensando en voz alta le pregunta. Y continúa —¡Ah! ¡Sí!, ya me acordé de ese Pedro, era el niño pastor. El que cuida ovejas en la colina, esas ricas y sabrosas ovejitas— riéndose de ella irónicamente y saboreándose mientras se pasaba la lengua por el hocico e intimidándola con su mirada penetrante e intentando que sienta miedo.

—¡Sii ese mismo! — contesta sin aturdirse y continuando su camino.

—¡Entonces, deberías temerme aún mucho más! —le dice con una carcajada felina

—¡No, por qué mi amigo fue muy desobediente esa vez, llamando a su familia y vecinos diciendo que tú ya estabas allí, cuándo no era así!—contestó con seguridad.

—Eso fue muy tonto de su parte porqué cuando lo visite de verdad, nadie le creyó— riendose nuevamente

Sin embargo, creyendo haber sacado a la niña de su real propósito, el diálogo cambió de rumbo.

—¿Vas a ver a tu abuelita?, deberías tomar el sendero más corto… Señalándole una encrucijada. —Y llegarás más rápido— Sabiendo que era todo lo contrario.

En aquel trayecto se encontró a su amigo, Pedro, le contó con detalle lo ocurrido. Sin dudarlo, el chico la tomó de las manos a la niña de la capa roja y fue a ver a su padre, el cazador. Nuevamente, relataron a dúo lo acontecido y el hombre le dijo a la pequeña.

—¡Ese lobo intentará comérsela a tu abuelita!— y tomaba el rifle y salió decidido a buscarlo. Caperucita corrió a casa de su abuela y Pedro en busca de la madre de su amiga.

Y toda aquella situación resultó en un gran encuentro.

Don Lobo vio a la pequeña llegando y aunque la viejecita nunca volvió, igual se quedó a esperarla sentado en un sillón del living.

—¿Qué haces tú aquí?; ¿Dónde está ella?

Y antes que el lobo contestará, el padre de Pedro, el cazador, entró y le disparó durmiéndolo con dardos tranquilizantes.

Tras aquella postal, llegaba casi sin aire Pedro y la mamá de la niña. Apresurada, temiendo por lo que le podría haber pasado a su hija y a su madre también.

El cazador mirando a la mujer la reconoció a pesar de los años transcurridos, ambos se veían muy bien. La tragedia les cambió la vida. Un trágico accidente en el pasado los separó. Ella, lo creyó muerto, porque había desaparecido del lugar del hecho. Y esa situación hizo que la viejecita se alejará cada día un poco más hasta quedar postergada en el más profundo silencio del bosque. Ya que nunca soportó la idea de perder a su único hijo varón.

Pedro y Caperucita se miraron sin comprender lo que sucedía. De pronto la verdad se revelo: eran primos hermanos.

 Más tarde, la abuelita llegó con su andar lento de entre la arboleda como era su rutina: una vez más salió a buscar a su hijo perdido. Grande fue su sorpresa al verlo frente a ella, sus ojitos celestes chispearon de emoción, tampoco entendía demasiado. Lo cierto es que sus dos hijos estaban allí. Ambos fueron a su encuentro y se abrazaron los tres. Más luego, los niños se les unieron. La mujer, más tranquila, tomó de la mano a Pedro apretándolo muy fuerte, había ganado un nieto más. Junto a ellos entró a su hogar y se encontró con Don Lobo en su living despertando. Tanto bullicio y alegría lo aturdió y no disimuló su fastidio. Se levantó y huyó para siempre de allí y a lo lejos se escuhaba al cazador gritar muy fuerte:

 —¡No regreses más por aquí! ¡Mucho menos por mis colinas más verdes que tus ojos!

Don lobo ya no escuchaba, se esfumó entre los árboles del bosque.

La familia se reencontró después de tantos años. Esa noche fue perfecta, comenzaron a compartir anécdotas e historias que los colmaron de Ilusiones y esperanzas e iniciaron sin darse cuenta una nueva leyenda.

El día se comenzó en armonía, Caperucita y Pedro, de pronto, miraron a sus padres, a su abuelita y se sintieron felices. Y a pesar del felino que les hiciera pasar una experiencia abrumadora y violenta, terminaron, gracias a él, juntos cómo una sola familia.

Colorín Colorado otra historia se ha terminado y otra leyenda a comenzado.

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