Compuesta y sin vacuna

Entre luces y sombras 24/07/2024 María Beatriz Muñoz Ruiz
  

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POSDATA Digital Press| Argentina

María Beatriz Muñoz Ruiz
Por María Beatriz Muñoz Ruiz

Si habéis leído mi anterior artículo, sabréis que estoy empezando mis vacaciones, y, por lo tanto, he programado todo lo que en circunstancias normales no me daba tiempo a hacer, entre otras cosas, ponerme la vacuna del papiloma. 

No es que tuviera mucho interés en ponérmela, pero como salió en televisión que me la podía poner gratis, pues allá he ido yo a aprovechar la oferta magnifica del gobierno o de la Junta de Andalucía, no sé muy bien a quien corresponde esa competencia, porque en realidad paso de los políticos y de la política, he optado por mi paz mental y suelo estar en estado happy o zen, al margen de todo, que para lo que contamos los ciudadanos, no merece la pena cabrearse.

Bueno, pues el caso es que tenía un vestido largo divino sin estrenar y unas sandalias que me compré hace dos días, así que ahí me he ido yo a casi cuarenta grados a la sombra toda monísima a ponerme mi vacuna gratis.

Pero chicas, esto es muy importante, no cometáis el error que yo he cometido, leed la letra pequeña, solo es gratis para las que estéis en situación de riesgo.

Lo primero que tenéis que hacer es vestiros de prostitutas o ir de promiscuas, y si no cuela, le decís que vivís en situación de poliamor. 

Mi error fue ir de legal y sincera; lo primero que te pregunta la enfermera es si tienes algún problema en el útero o has tenido alguna operación; por su puesto, mi respuesta fue negativa, luego te pregunta si tienes pareja estable, a lo que mi respuesta no solo fue afirmativa, sino que, en mi ignorancia de por dónde iban los tiros, le expliqué que llevaba casada veinte años y tenía dos mellizos adolescentes de dieciséis, y, por supuesto, soy fiel a mi marido.

Vamos, que le solté toda mi vida sin necesidad de tortura ni del foco apuntándome a la cara, y a partir de ahí mi boca fue abriéndose cada vez más ante las explicaciones que me dio la enfermera, y que conste que no le echo la culpa a ella, ya que la mujer solo hizo su trabajo.

Resulta que la seguridad social no cubre mi vacuna porque no estoy en situación de riesgo; para estarlo tendría que ser hombre homosexual, prostituta, cambiar de pareja cada semana, vivir la vida loca o tener algún problema en el útero previamente justificado por una citología. 

 Yo: casada, fiel, madre, sana y por lo que he visto en la consulta; lo de gilipollas no cuenta para que me la pongan gratis, y diréis… “no, mujer, por qué vas a ser gilipollas”, pues sí queridos lectores, soy gilipollas porque no entiendo la incongruencia de lo que me ha explicado la enfermera; cuando me ha contado todo esto, le he dicho yo muy convencida—¡ah, entonces no la necesito! ¡no soy de riesgo!,— a lo que la enfermera me ha contestado que sería conveniente que me la pusiera.

—Pero… si me ha dicho que no soy de riesgo y por eso no la necesito…— le contesto yo contrariada.

—Pero, aunque no le quede cubierta por la seguridad social, sería conveniente que se la pusiera, ya que simplemente sentándose en un servicio público puede contagiarse, claro que… tendría que pagársela usted– me explica la enfermera mientras yo alucinaba con cara de imbécil frente a ella. –son tres dosis espaciadas, piénselo bien porque es conveniente tenerla puesta, y si la paga yo se la pongo encantada.

En mi mente aparecían palabras mal sonantes que no pronuncie, soy educada, y sabía que ella no tenía la culpa de la cutrez del sistema, claro que, debería haberme dicho que no la necesitaba, en vez de haber mantenido esa contradicción tan evidente, de ahí que yo piense que me vio como una rubia tonta con dinero que no iba a plantearse la falta de inversión en el ciudadano de a pie, esos que luego votamos a unos o a otros con la confianza de que se preocupan por nosotros.

De ahí mi decisión de no votar, ¿en serio creéis que a alguno de los políticos les importáis? en el gobierno hay un partido político y en la junta de Andalucía hay otro, pero en realidad todos son lo mismo; dinero, dinero y dinero. 

Y aún se preguntan por qué tenemos que pagar una sanidad privada teniendo grandes médicos en la pública. Pero queridos políticos, no voy a ser yo la que os lo explique, ya sabéis, soy una rubia boba que no termina de entender por qué he vuelto a mi casa compuesta y sin vacuna.

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