
Ruth nos guarde, parte I
04/07/2025 Luis García OrihuelaPOSDATA Digital Press| Argentina
PRÓLOGO
Para entender las historias aquí vertidas, tenemos que remontarnos a Sumatra, Chile y Japón, y respectivamente a los años 2004, 2010 y 2011 de nuestra Era. Su denominador común no es otro que los terremotos habidos en dichos países y años, con unas magnitudes de gran intensidad y un dato todavía más importante e inquietante: Cada uno de ellos, según informes de distintos organismos e institutos de Geofísica y Vulcanología de todo el planeta Tierra, los terremotos mencionados han desplazado el eje de la Tierra; así lo afirmaban los datos del Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS). el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV) o el Instituto de Física de la Tierra (IPE) de Rusia.
Celebridades del mundo científico como Stephen Hawking, físico teórico del Reino Unido, explicaba la teoría de poder viajar más rápido que la luz, mediante el uso en teoría, de poder viajar a través de un agujero de gusano, aludiendo a ello con las siguientes palabras:
"Si se puede viajar de un lado de la galaxia, a la otra, en una semana o dos, podría volver a través de otro agujero de gusano, y llegar de nuevo antes de salir."
Estos desplazamientos crearon un pliegue en el espacio tiempo, es más, podría decirse se trata de una especie de tiempo elástico, deformable, el cual se ha curvado y unido extremos dispares de la historia, de ahí que la Biblia Atea, encontrada en el desierto de Be'er Sheva, al sur de Israel, en uno de sus antiguos asentamientos, donde se realizaban unas excavaciones, haga menciones y citas a personajes y situaciones de otras épocas y siglos pasados. Los estudiosos más atrevidos y osados sobre este tema, son de la opinión de que los desplazamientos del eje de la Tierra, crearon una puerta dimensional, un mundo paralelo al conocido, pero en una realidad totalmente diferente. El cómo pues, ha llegado esta Biblia a la realidad presente, es algo que todavía está por averiguar y muy pocos se atreven a aventurarse y teorizar sobre ella. Quizás el tiempo nos traiga las respuestas. Nosotros nos limitamos pues a ofrecérsela con el texto tal y como fue encontrado en Be'er Sheva.
He aquí narrada, la historia bíblica de Ruth, la moabita, en los tiempos donde hubo hambre en la Tierra y esta era gobernada por los Jueces.
Los sucesos aquí narrados, bien pudieron suceder entre el año 1322 al 1312, antes de la Era Cristiana, donde la confusión y la corrupción pastaban a sus anchas por las resecas, agrietadas y yermas tierras.
PARTE I
¿Acaso vio usted alguna vez a un Dios escribir? Para nada. La Historia la escriben los hombres y si lo que narran son batallas épicas o Guerras Mundiales, son entonces los vencedores las que las escriben, contando así los sucesos desde el punto de vista que más les interesa: El suyo.
Es por eso que las cosas no son siempre como nos han sido contadas, ni han sucedido tal y como han sido escritas y sobrevivido con el paso del tiempo. A veces, son las leyendas que corren de boca en boca, o cuchicheadas al oído, las que se acercan más a la verdad de los hechos. En cualquier caso, solo la perspectiva de la distancia en el tiempo, permitirá a cualquier buen historiador ser medianamente objetivo en su relato y versión de los hechos. Así pues, la historia de Ruth, la moabita, histórica y no de ficción, ha llegado hasta nuestros días tal y como la conocemos, si bien, esa es la versión “oficial”; los hechos fueron bastante diferentes, como de facto en estas mismas líneas narraremos.
EN ALGÚN LUGAR DE LA TIERRA SANTA DE JEHOVÁ
—Sabed de mis labios, que hoy tengo y podría deciros mi nombre, susurrároslo al oído o bien gritarlo sin pudor a los cuatro vientos por todo el valle. ¿Más, de que serviría sabiendo como se, que en el tiempo que ha de venir, será olvidado y nunca más pronunciado?
Sea pues mi decisión, el que me conozcan en adelante como Anónimus el Narrador, alma presente, sincera y testigo fiel del paso de la historia.
—Pero Samuel...
—¿Acaso no he dicho con voz firme y clara, que no tengo nombre? ¿Qué será olvidado?
—Si. Pero yo lo recuerdo perfectamente...
—¡Oh!, dejadme pues continuar, he de seguir camino y narrar todo aquello que vea, pues así ha de ser y así está escrito.
—Bueno, no es por molestar, pero si ya está escrito... ¿Que necesidad tienes de ir a ver o narrar lo que acontezca a tu paso?
—¿Conseguirás que me enfade al final! ¡Ea! A tomar viento fresco. ¡Me voy con la música a otra parte!
—Id en paz... Anónimus. Y no dejes te de mucho el Sol en tu ajetreada y alocada cabeza, pues suele jugar malas pasadas y en ocasiones delirios.
Anónimus, se alejó del grupo de aldeanos que le habían escuchado, haciendo gestos ostentosos con la cabeza de un lado a otro, en señal de desacuerdo con quien había hablado. La Historia continuaba y no esperaba a nadie, y él, debía de estar presente para poder dejar constancia a generaciones futuras de todo lo que aconteciese.
EMIGRACIÓN DE LA FAMILIA DE NOEMÍ A MOAB
1:1 Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos.
Han pasado ocho años desde que se establecieran en las tierras de Moab y trabajaran en sus campos cada vez más resecos. Ahora, las discusiones entre Noemí y Elimelec, su marido, son constantes cada día que pasa.
Anónimus llega hasta donde se han establecido para vivir Elimelec y Noemí con sus dos hijos: Mahlón y Quelión. El matrimonio se encuentra enzarzado en plena discusión y no le prestan atención alguna; de hecho, con su aspecto de mendigo y vestimentas medio rotas, raídas y en estado deplorable, lo único que hacen es separarse inconscientemente unos metros de donde se ha detenido.
—¿Pero quieres dejar la absurda idea de plantar simientes y hacer un huertito? ¿Quién te mete esas absurdas ideas en tu hueca cabeza? ¿Es que no ves que el terreno está más seco que los pechos escurridos de mi abuela?-Dijo Noemí con los brazos puestos en jarras, a su marido-
-Bueno, tú di lo que quieras amada esposa, pero yo quiero tener un huertito, y cuando se me mete una idea en la cabeza... -Dijo Elimelec, aquel cuyo nombre significara "Mi Dios es rey”
—Tú siempre dándole vueltas a lo mismo: Autónomo, autónomo... Eres un independentista y un egoísta. No se como luego vas adorando a Kemós y Ashtar como tus dioses nacionales.
—Mujer, no me quites esa ilusión -Dijo dirigiéndose hacia su humilde casa de adobe- Majlón y Quilión seguro lo pasarían bien de tener un terrenito donde jugar a plantar hortalizas. Los chiquillos ya se sabe. Por cierto que tu eres más de adorar a Baal del Monte Peor y yo no me he metido con él.
—Deja a nuestros hijos en paz, que ellos no tienen nada que ver en este entierro y olvida las deidades, que para lo que nos sirven… ¡Estamos apañados! Mira, Elimelec, ¡No me tires de la lengua, que luego me disparo y te disgustas conmigo!
—Pero el huertito, mujer...
—¡Al cuerno¡ ¡Tú, el huertito y los niños! -Dijo Noemí frunciendo las cejas, el cuerpo avanzado desde la cintura y con los brazos plegados a modo de asa, descansando los puños cerrados en la cadera - ¡Me dará algo si te sigo escuchando!
—Podíamos dejar todo esto y mudarnos a los campos de Moab, he oído que allí son tierras más bien blandas y fértiles. Aquí en Belén de Judá hay escasez de todo y Mahlón y Quelión, caerán débiles y enfermarán. Esta tierra de Jehová les hace desfallecer.
Finalmente, sabedores de que no llegarán a acuerdo alguno, deciden dejar la conversación que mantienen una y otra vez, a sabiendas de que de seguir así, bien es posible terminen tirándose las cacerolas de barro a la cabeza.
Al enterarse de que Yahveh había vuelto a manifestar su favor a Israel, Noemí emprendió viaje de regreso a Judá acompañada por sus dos nueras.
Créditos:Las imágenes fueron creadas exclusivamente para Ruth nos guardem por P./D.-con IA