El permiso

Posdata Digital| Argentina

Biografía
Mi seudónimo es Anjali, (palabra que en el idioma Aymará significa «rebelde». y ese es el nombre que pretendo se vea en las tapas de mis libros. Nací con una estrella asida a la voluntad de transformar. Para quien pregunte mi edad solo les puedo decir que soy curiosamente como esa estrella (de esas que son «sin cuenta». Crecí en la Araucanía argentina, bajo el signo de Escorpio, un 10 de noviembre después de Cristo. Soy viuda y madre de dos hijos. Cursé mis estudios en distintas ciudades, pero terminé la secundaria en el Notre Dame de París, (alumna pupila), me recibí de bachiller pedagógico. con orientación en filosofía y psicología elemental. Actualmente resido en la ciudad de Mar del Plata, donde llegué para estudiar abogacía y psicología pero terminé siendo escritora. Escribo poemas desde mis nueve años.

Cuando crecí, puntualmente en mi adolescencia, me dediqué a hacer un libro netamente para ayudar niños en situación de riesgo y /o vulnerados. Hace poco retome el camino de la poesía, (aún continúo con el libro antes mencionado). Escribir es el medio que encontré para plasmar lo que aprendí en mi vida; en el camino del autoconocimiento y las transformaciones personales.

Que por cierto, no terminan nunca. «No escribo ni para mostrar ni para juntar mis pedazos, escribo para enseñarle a algún despedazado cómo hay que rearmarse».

Amilé Morosi
Poeta y librepensadora.

El permiso

«Está» permitido doblegarse ante la ternura.

Rendirse ante la vida e inclinarse ante los niños.

Está permitido enfrentarse a la realidad.

Bajar la mirada ante lo majestuoso, pero jamás ante lo injusto.

Está permitido llorar de emoción. Reír de alegría.

Danzar bajo la lluvia. Desnudarse bajo las estrellas.

Y disfrazarse sin esperar que sea carnaval.

Está permitido alzar la voz por el oprimido.

Mostrar las garras frente al malvado.

Y permanecer en pie de paz frente a toda guerra.

Está permitido leer para saber. Saber para entender para comprender.

Comprender para convivir para amar y servir.

Y servir para «servir».

Está permitido poner la voluntad más grande.

La mejor intención, la palabra más sabia.

La actitud más firme.                        

Y agotar todo, absolutamente todo.

Para conseguir una tregua y gritar, ¡basta!, ante tanta violencia.

Está permitido ser un guerrero. Un líder pacifista.

Un trabajador incansable. Un hacedor cotidiano.

En definitiva, está permitido «hacer»  de todo.

Y «ser»  todo lo que uno quiera.         

Pero ¡no está permitido exigir paz sin generarla!

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