Entrevista a Mingo Malvaso, el legendario musical

Hoy Sil Pérez ingresa a una emisora familiar para conocer el testimonio vivo de una gran leyenda musical, la historia de Mingo

Columnas - La Cima Del Tiempo 24/11/2018 Sil Pérez
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Mingo Malvaso, el legendario musical Crédito:Sil Pérez

sil PérezSil Perez | Escritora


Posdata Digital | Argentina 

Lentamente, la tarde del sábado comienza a hilvanar sus primeras melodías. Acurrucada al filo de la noche, espera ansiosa estancar sus llamas. Luces que, desnudas, titilan notas de nostalgias. Liturgias de la noche, pasadizos secretos cobijados en el tiempo. Transeúntes amparados por el manto ferviente de aquellos años.

En tanto, un bohemio se despabila de un sueño eterno, para arrojarse a su gran esfera giratoria: la de luces y andanzas; la de pistas y secretos. Su nombre, Domingo Malvaso (Mingo para la gran audiencia).

Detrás de su cabina mágica y junto a sus vinilos dorados, asoma un hombre de gran vitalidad, carisma y memoria. Huellas que lo identifican y lo transforman en una persona querida y admirada.

Pero los vericuetos del destino quisieron que Mingo no transite solo este mundo vibratorio. En su faceta profesional lo acompaña una gran mujer: La periodista y locutora María Fernanda Rico. Juntos celebran una amistad y un largo camino recorrido. Un binomio traducido en “coequiper”. Un sello que creó, en ambos, un vínculo inquebrantable.

Aquí, en las instalaciones de Radio Melody, Frecuencia AM 1550, todos los sábados a las 19, la audiencia los escucha y sigue de cerca los pasos de esta gran pareja.

Hoy Posata Digital Press ingresa a esta emisora familiar para conocer el testimonio vivo de una gran leyenda musical, la historia de Mingo. Huellas que derribaron el puente del olvido. Con talento y encanto traspasó la frontera del tiempo, de aquellas épocas donde la música hizo brasa en la piel. Donde los sonidos giraron alucinados por las melodías ardientes de los ochenta.

PD: Bien, detrás de un tenue muro de alquimia asoma un hombre dueño de un alma reluciente. Un espíritu radiante y juvenil. Su figura emana emociones que interactúan entre el pasado y el presente. Esencias que denotan nostalgias compartidas. Una fresca y ansiosa sonrisa escapa de su mirada. Una curva intrépida y errante lo esconde en un silencio mítico. Es él un auténtico apasionado. Un placer estar aquí para transmitir el valioso relato histórico y cultural que ha definido y posicionado tu trayectoria.

PD: Te iniciaste en el mundo discográfico a través de tus trabajos como disc-jockey. ¿Dónde fueron tus comienzos en ese ámbito?

DM: Exactamente, me inicié con apenas diecisiete años (17). Comencé siendo disc-jockey de la confitería Pumpin Air, ubicada en San Juan y Constitución. Allí realicé mis primeros trabajos en el mundo discográfico. A partir de ese momento conocí a Lucho Mengual, el principal referente de la confitería Waikiki, Un destino bailable que albergaba de tres mil (3000) a cuatro mil (4000) personas cada fin de semana. Allí estuve trabajando cuatro (4) años aproximadamente. Hasta que seguidamente tuve la

oportunidad de ingresar a Bamboche, un reconocido ambiente nocturno bailable del centro porteño. Aquel espacio me llevó a definir un contrato a partir de los seis (6) meses de permanencia. Un acontecimiento que me brindó grandes satisfacciones.

Luego de algún tiempo, ingresé a la confitería Garrote. Hoy es conocida como Western. Se encuentra ubicada frente a la cancha de River Plate. Este espacio musical albergó a gran cantidad de jóvenes, que se fueron sumando a partir de la calidad de los diversos géneros musicales que allí pasaban. Un momento de gran gloria y esplendor.

A partir de este estilo musical y de mi capacidad en ese ámbito profesional, mi reconocimiento fue adquiriendo nuevos rumbos. Tuve la dicha de trabajar en Bogan, una hermosa confitería bailable para parejas, a metros del ícono nocturno Elsieland Club, de Quilmes. Allí permanecí alrededor de seis (6) años consecutivos.

Luego de aquellas destacadas experiencias, comencé mis estudios de periodismo. Y lo hice de la mano de Daniel Mendoza. Me aboqué al estudio de esta noble profesión aunque, al finalizar mi carrera, no fui a retirar mi credencial. Me importó un rábano esa distinción: así soy yo.

La noche me brindó muchas oportunidades y grandes satisfacciones. Pero confieso que también me costó grandes pérdidas. Una de ellas, la de mi esposa. El ambiente en este medio ocasiona ciertos nubarrones, difíciles de sostener. Espacios transitados por almas seductoras que deslumbran la noche y destruyen matrimonios.

Por esos oscuros carriles me acompañaban Lucho Áviles y Juan Alberto Badía. Grandes amigos para despiadadas aventuras. Aunque con total convicción afirmo que jamás anduve en cuestiones de otra índole.

Las noches fueron entretejiendo historias y oportunidades. Aníbal Pachano fue, en Corrientes y Gascón, un cúmulo de anécdotas. Haber transitado experiencias junto a Ricardo Romero (ex esposo de Estela Raval y ex integrante de Los Cinco Latinos) fue también otro gran abanico.

Las noches de Buenos Aires se despabilaban siempre en Michelangelo. Allí, a los tres (3), la cena y los brindis nos sorprendían cada noche.

PD:¿Cuáles son tus recuerdos más nítidos de aquellas DISCO de los años 70 y 80?

DM: ¡Ufff! Bueno . . A ver, la cabina solía ser un referente de encuentro. Sí, de mujeres de treinta y cinco (35), muy viejas para mí en ese entonces. Se acercaban y, con la excusa de preguntarme el nombre de un tema musical, me daban su teléfono.

Yo, impecable. Detrás de aquel laberinto de vinilo relucía mi traje azul intenso, mi camisa blanca diáfana y mi corbata ajustada. Un verdadero dandy a la orden de las estrellas y de los temas que latían. Los zapatos de charol, las vedettes del Maipo.

Era la elegancia el puente obligado y el camino a cualquier luna encendida.

PD: ¿Por dónde transitan tus primeras experiencias dentro del ambiente radial y televisivo?

DM: Tengo un largo recorrido en ese terreno. Radio Mitre fue, sin dudas, una de las frecuencias que cobijaron mi mayor experiencia. Radio Libertad, otra emisora donde comencé con Alejandro Romay (nombre artístico, pues su apellido verdadero fue en vida Romanosky). Mis pasos dejaron huellas también por la legendaria Radio Feeling FM.

Un día ingreso munido de un cuadernito con el fin de explicar el trabajo que venía realizando. Allí se encontraba Guillermo Cervantes Luro, conductor del espacio, quien me recibió con cierto desconcierto. En cuanto comencé a explicar mis trabajos en el medio, Alejandro Romay, desde un ángulo escondido, asiente con la cabeza y afirma que me quede: "¡Dale, dale, dejalo ingresar!". El periodismo es una carrera que me fascina, pero no dudé en dejarla de lado por la conducción de la emisora.

Sostuve un contacto con Pedro Aníbal Mansilla, también con Carlos Albamonte, locutor de Fantino. Y tuve la gran bendición de haber trabajado desde 1988 hasta 1992 en Radio FM Horizonte.

A partir de ese año, una normativa de Amalia Fortabat nos desvinculó de la emisora.

PD: Tenés un vasto recorrido en el mundo de la música. Eso es inconfundible y perceptible desde cualquier arista. Ahora bien, en este recorrido histórico, ¿cuáles fueron, a tu criterio, las anécdotas que marcaron tu historia?

DM: Bueno, sin lugar a dudas, haber conocido a Héctor Caballero (ex esposo de Valeria Lynch), a los hermanos Daniel y Alfredo Capalbo, productores de Felix Producciones. Grandes empresarios argentinos que a su vez se vincularon con personas de repercusión internacional, como Julio Iglesias. Administradores que debieron transitar circunstancias no siempre favorables y, para ello, debieron reflotar su seriedad y criterio. Valores donde descansa el prestigio.

PD: ¿Qué personas y momentos plasmaron la fisonomía de tu carrera?

DM: Haber trabajado en el Teatro Colón y haber conocido al distinguido bailarín Jorge Don, el mayor exponente de la danza argentina, marcó sin dudas mi trayectoria. Sin mencionar a Maya Plisétskaya, claro. Ver nacer profesionalmente a Julio Boca a partir de sus ocho (8) años. Y haberlo visto irse y regresar más de veinte (20) veces en derredor del mundo esparciendo su arte es de una emoción que me quiebra.

Lástima que en nuestro país, y en reiteradas oportunidades, han dejado escapar el talento.

PD: ¿Cuál es el género musical con el que te sentís más identificado? ¿Y cuáles son tus autores preferidos y aquellos que por algún motivo no alcanzaste a conocer con profundidad?

Este, por ejemplo: The Piping And The Round [Mingo se apresura y nos sorprende con la melodía ochentosa de este disco]. ¡Es, sin dudas, la música que incendió la época de los ochenta! [Seguidamente nos realiza una gran exhibición de sus temas preferidos, especialmente en italiano y en portugués].

Sin dudas la música de los setenta (70) y ochenta (80) han movido generaciones. Temas de grandes compositores como el egipcio Claude Francois, creando canciones como Comme D’Habitude”, de la cual Paul Anka usaría la melodía para escribir My Way. O Le Telephone Pleure (Llora el teléfono, en español, y otros éxitos en francés como Le Lund au Soleil, Magnolias for Ever, Alexandrie Alexandra, entre otros). Armando Manzanero, otro gran autor, entre tantos de la época.

PD: ¿Qué aspectos de tu intensa vida te gustaría dejar como legado a las futuras generaciones?

DM: Que mi hijo continúe mis pasos. Ese sería para mí el principal legado. Aunque es muy difícil. Las circunstancias tropiezan a veces con destinos diferentes. Maneras de ver y enfrentar una realidad en muchas ocasiones son resueltas en derredor de otras personas. Existe un axioma que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

A veces en la vida hay que tomar decisiones, y no siempre son las acertadas. Pero hay que pensar con el corazón, con el alma. Yo, por la música, lo abandoné todo. Soy un bohemio, un irreverente, un apasionado. La definición que quieran expresar será indistinta. Jamás voy a cambiar mi espíritu errante. Es difícil transitar una pasión cuando quien te acompaña tiene una sintonía diferente. Por ese motivo me encuentro al lado de mi coequiper haciendo radio desde hace más de veinte (20) años. Y en varias oportunidades no hizo falta la palabra; un gesto fue suficiente para saber qué decir o qué música saldría al aire. Es sorprendente trabajar con tanta sinergia, con tanto espíritu y compromiso. Me siento agradecido de estar acompañado, desde lo profesional, por María Fernanda.

Esta es mi historia y mi pensamiento. Soy un bohemio lanusense. Un loco de la consola a quien solo le corren arte y música por las venas.

PD: Siempre nos queda algo por contar, por descubrir. Siempre nos queda la caricia de una nota musical que nos haga revivir una época, un momento compartido, una historia. Circunstancias que cobija el tiempo y la memoria en este espacio finito.

Mingo Malvaso, un legendario musical que nos llevó a recorrer el paisaje dorado de una época encantada.


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