Cuento de Halloween

Mi mundo mágico 30/10/2021 Graciela Cecilia Enriquez
Fuente:computerho

POSDATA Digital Press | Argentina

Graciela Enrique
Por Graciela Cecilia Enriquez | Escritora/ tallerista/ y directora del Diario literario digital Cuentos de hadas y fantasías.


Era octubre, comenzaba un mes donde todos los habitantes del pueblo, estaban alegres y contentos por las festividades.

Muchos padres, especialmente madres, abuelas, tías, y sobrinos se reunían a coser y hacer hermosos trajes para sus pequeños. Los vecinos, hacía tres meses que estaban decorando las calles y avenida. A sus propias casas, le daban formas tenebrosas, con juegos para realizar en familia, el mismo día de Halloween. Los más chicos ya se sentían ilusionados, sabiendo que pronto comenzarían a pedir dulces, por todo el vecindario. Los días y noches se hacían esperar, porque parecían transcurrir muy lentos sin preocupación.  El tiempo era sumiso y tardío, todos deseaban que el mes cruzará mucho más rápido que de costumbre. El ambiente del pueblo seguía con felicidad y algarabía la siguiente mitad del mes. Niños y jovencitos ya disfrutaban, de sus trajes, uno más feo que otros, y más  originales también. Ellos deseaban que llegué ese 30 de octubre, para ser elegidos como los nuevos reyes de Halloween. El mejor disfraz, un rey que lleve la corona por otro año, junto con su reina la más linda, aunque realmente serían escogidas las máscaras más feas y horrendas, las más terroríficas y horribles, entre monstruos, muertos,  almas y fantasmas, de miedo y pánico. Las calles teñidas de un, no sé que, envueltas en oscuros y añejos colores, luces opacas que se prenden y apagan. Grandes telarañas que enredaban insectos y aves sin vida. Juguetes extraños y macabro, se vendían por doquier. Canastas llenas de ilusiones, de suspenso y dulzura,  todos ya estaban preparados para el gran día, y la fiesta daría paso al show de talentos. Que año tras año era heredado por sus ancestros. Todo iba transcurriendo en forma normal y paciente, pero al acercarse la fecha, el clima se tornaba extraño, oscuro, nervioso y muy misterioso. Las personas que eran alegres se retorcían tejiendo chismerío con risas cómplices.

Parecía que en la víspera de Halloween algo se apoderaba de ellos. Eran muy pocos los que sostenían la alegría sincera de la diversión. 

¡Al fin, el gran día llegó!

Alumbró con los primeros hilos de sol, el que aún no calentaba mucho, ya que despertó algo tímido sin ganas de brillar por encima de la Tierra. Tal vez deseaba seguir durmiendo entre pomposas y blanquecinas nubes. 

hallowee

Parecía un día como tantos, sus calles tenían un ritmo diferente, algunas habían estado en arreglo, por ende había maquinarias que molestaban el paso de los transeúntes. El municipio era el encargado de arreglar los baches y realizar los asfaltos necesarios. Los niños después de su almuerzo salieron a jugar un rato, los más pequeñitos con sus madres y abuelas lo llevaban a dormir una siesta. Para esta hora la mayoría de esos niños y jovencito se hallaban eufóricos, por la pronta llegada de la tarde-noche. Algunos de ellos ya tenían planeado juntarse en la plaza del centro, para ir juntos a golpear puerta por puerta en busca de sus dulces tan ansiados. Y una dicha intensa los sobrecogió al caer la tarde cita y una luna redonda se iba asomando lenta y segura por el horizonte. Elevándose sobre el cielo azul. Luces naranjas y rojas, celestes y violetas se iban entre cruzando en el infinito, con colores destellantes en un cielo límpido, con alguna que otra nube cita que flotaba por allí. Después de las 18 hora.

Fuente:pediatriayfamilia.com

La mayoría de los chicos, se encontraban vestidos con magníficos  disfraces. Uno de los más pequeños, advirtió que la calle se encontraba algo movediza, pero cuando quiso avisar, nadie lo escuchó.  Estaban absortos en lo que pasaría más tarde. Temblaba sus pies y lo dejó pasar. En la otra punta de la plaza unos adolescentes esperaban a sus amigos que no llegaban, aun así, no se dieron por aludidos, era mucha emoción y no tenían pensado, que podría pasar cosas malas, en aquellos momentos. El barrio se encontraba iluminado por temerosas luces y juegos de colores, para tal ocasión. Pero aquella calle oscurecía cada vez más, y la noche se acomodó a la fiesta que daba comienzo con buena música de fondo. Risas, carcajadas y horrendas figuras se acercaban, siendo festejadas y ovacionadas. Felicitando a sus personajes, por la indumentaria. Un inmenso palco se encontraba en la única avenida que había en el pueblo, donde pronto daría comienzo al show de bailes, cantantes  y competencias entre los participantes al desfile monstruoso. Cuando gritos y murmullos a grandes voces, venían en dirección de aquella calle, la que se terminó de oscurecer al romperse las bombillas  y cortarse en aquel lugar, solamente, la luz. Y  en tanto barullo, un grupo de brujas en escobas voladoras, surgieron desde esa calle, subiéndose al escenario y poniéndose a bailar y cantar rocanrol. El público se admiró, aplaudiendo por tal sorpresa, de aquella escenografía. Nadie se esperaba el miedo y el pánico que luego continuaría, creyendo que todo sería parte de todo, la realidad los alcanzaría.  Después de aquel excelente baile y músicos, como atrevidos aprendices, esperaban el gran desfile de la noche. Una niña de apenas diez años, se extravió del grupo de chicos para desfilar. Se encontró un payaso muy feo, y se río mucho. A él se lo veía muy tétrico como salido de una película de terror y con una sonrisa sarcástica le extendió su mano y ella aceptó, desapareciendo en aquella calle oscura.

Nadie notó su ausencia y luego de llamarla, sus amigos, una y otra vez, ya sé dieron cuenta que no estaba ahí y fueron a contarle a su mamá, que Yesi se perdió. Salieron a buscarla por todos lados, aunque la diversión no cesó por esto y llegó el momento del desfile. A mitad de madrugada se eligió a los reyes más tenebrosos y las máscaras más horribles. Todo el brillo y glamour los rodeaba a pesar del pánico que proyectaban con  sus imágenes. ¡Y la niña no aparecía! 

La oscura calle temblaba lenta, dando cimbronazos,  atormentando de terror, a las personas  que empezaron a pensar, en el peligro que corrían sus vidas. Un miedo real se apoderó de los presentes, dando vuelta todo, en un abrir y cerrar de ojos.

Los seres y criaturas que fueron apareciendo eran muy reales y causaban escalofríos, pero se confundían entre los vecinos. Muy pocos de ellos vieron que eran raros y extraños. La niña y el payaso aparecían en escena ante tal conmoción, empoderados de poderes sobrenaturales maléficos. La pequeña tenía la cabellera de color flúor y su carita inocente, se transformó en el rostro de una muñeca malévola, para cuando el público y los participantes del show se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. De repente se veía gente correr, de un extremo a otro chocándose entre sí

sin saber dónde ir. Algunos se pudieron esconder en sus casas, otros con amigos, mientras que el cielo se nubló con nubes negras cenicientas, cubriendo las estrellas y la plateada luna a penas iluminaba, un pedacito de aquel lugar. Sombras de calaveras y gigantes insectos bordeaban la plaza, destruyendo el palco y la feria de ventas para ese día tan especial. Era inédito  ver, la mente maestra, de la niña peligrosa y perversa, comandando un ejército fantasmal, a través de su cómplice, el payaso. Sus padres la reconocieron y la enfrentaron, pero la niña no los escuchaba, al contrario, los quería destruir. Para este instante, dio comienzo a una guerra de criaturas  siniestras versus humanos, los que estaban perdiendo la batalla. Se entregaron a una lucha sin fin. Los padres seguían pidiéndole a la pequeña que vuelva a ser la niña de sus ojos.  Las personas  miraban el cielo clamando misericordia y los jóvenes no entendían por qué sus esfuerzos, de tantos meses fuera destruido en segundos. Mientras estos seres estaban vivos, queriéndose devorar todo a su paso. La niña no entendía de perdón,  ni humanidad, porque estaba poseída por un alma oscura, ya no era la misma pequeña extraviada, era la posesión diabólica de un espíritu encerrado en las profundidades de esa calle. Un claro se vislumbró, las nubes se disiparon, la luna iluminó con ganas con sus últimos rayos de  luz. El amanecer llegó, y esa fuerza tan brillante se tragó la oscuridad, cuando todo parecía perdido. En aquella calle hubo un derrumbe justo al amanecer, la niñita lloraba desconsolada saliendo entre los escombros. Halloween una vez más mostró su poder fatídico. Que toda fiesta no es como parece y la realidad sobrepasa la ficción...

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