Informe sobre el origen del año bisiesto.
POSDATA Digital Press | Argentina
Por Graciela Cecilia Enriquez | Escritora/ tallerista/ y directora del Diario literario digital Cuentos de hadas y fantasías.
En la penumbra del anochecer, un fino hilo de luz se podía vislumbrar a través de la cerradura.
La mansión estaba totalmente oscura. Y más ahora, parecía no haber rastro de seres vivos, en ella. Aunque yo, sí sabía, que criaturas casi infernales la habitaban desde hacía más de un siglo. Bella y preciosa mansión que fue construida allá por mil ochocientos; aún se podían oír las suaves voces que se acercaban y me murmuraban en los tímpanos. Más allá, imágenes de alguna sombra fantasmal, débil pretendiendo que yo la ayudará. Llegue hasta aquí solo con mi coraje, el que pronto me abandonaría si esas criaturas nocturnas me salen a enfrentarme. Volví a respirar muy profundo e intenté dar una y dos vueltas al postigo, pero la puerta mágicamente se abrió ante mí. Pensé que aún podía retirarme y correr muy apresurado antes que sus dueños se dieran cuenta de mi intromisión, sin embargo ese coraje tal altivo e impulsivo y atrevido que salía de mi interior manejaba mis pies como marioneta. Cuando quise darme cuenta en medio del salón me encontraba, solitaria alma viva, yo, únicamente, yo.
El temor y el pánico a estas alturas se apoderó de mi espíritu y comencé a tambalearme, el miedo indestructible se me aferró con tantas fuerzas dejándome paralizado al ver como el lugar se convertía, en una noche de glamour, fiesta y agasajos.
Viví esa noche como si estuviera ahí. ¿Pero no es que sí, yo estaba allí?
Todo parecía mágico y muy normal; luces, risas y parloteos de personas de alta sociedad. Hasta que observé como unos ojitos titilantes pestañeaban acelerados a una bellísima jovencita, la que devolvió enseguida su mirada retirándose de entre medio del gentío muy diplomáticamente entre risas y sonrisas se escabulló por los pasillos que se comunicaban con las habitaciones. Para detenerse frente a unos aposentos tan magníficos como en los cuentos de hadas. Por detrás, el joven que la había seducido con sus miradas. Se me hacía conocido no obstante aún no podía recordar sus facciones de donde yo, podía conocerlo.
La escena de dos amantes en pleno romance besos y caricias; la luna como testigo fiel de tal idilio y la brisa mimándoles las mejillas, eran inocentes y bellos en su puro amor. Y mientras los observaba con ternura un disparó se escuchó y la bonita joven caía sin vida en un vuelo mortal tras el balcón hacia la nada. El amante giró su rostro hacia mí y sin poder creerlo... era yo
Atónito viviendo dos alocados e inverosímiles momentos que no acreditaba lo que veía. Él o yo, no sé, observando la chica morir y yo, percibiéndolo a él, o sea yo, como se me acercaba sonriendo introduciéndose en mi materia viva. Fue cuando me di cuenta pensando para mis adentró Es demasiado tarde para gritar. Me desmayé. Las luces y la fiesta se consumieron como su vida, desvaneciéndose ante mí. La oscuridad fue lo primero que pude contemplar al volver en sí.
La única persona que me miraba extasiada acariciándome la cara... era ella, la chica que había observado morir.
Y con un muy pequeño grado de lucidez escuché lo que me dijo: "Volviste, te estuve esperando desde hace mucho tiempo"
Me abrazo muy fuerte como temiendo que me fuera. Al girar mis pies, retrocediendo, sentí como retiraban mi cuerpo llevándolo hacia la vereda para depositarlo en una ambulancia.
Estaba muerto. Y yo,
Quede encerrado en el pasado de otras vidas, que tal vez viví. En aquella mansión mi vida terminó y mi deambular por otra comenzó; y lo último que pude ver es como las puertas de la mansión se cerraban tras aquellos que llevaban mis restos, única prueba que dejaba de mis pasos por este mundo.
Hoy por segunda vez supe que Es demasiado tarde para gritar.
SEUDONIMO: LA REINA DE LA NOCHE
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Publicación original:07/11/2021