POSDATA Digital Press| Argentina
Por Luis García Orihuela | Escritor | Poetaq| Dibujante
Nunca antes había bailado
con una chica,
mi timidez extrema
me maniataba hasta tal punto
qué ni a bailar estando solo
me atrevía.
Me daba miedo
al ridículo de hacerlo mal,
de que los presentes
se mofaran de mi torpeza,
miedo de pisar a mi pareja,
miedo de invitar a bailar
a la chica de mis sueños
y me dijera que no.
Sonaba el tocadiscos
y todos salían a bailar,
todos menos yo...
que me quedaba mirando
como se divertían los demás
o bien, era yo,
quien ponía los discos.
Ni siquiera los elegía,
los ponía en el orden
en que me los daban
o en que estaban apilados
en un sitio cualquiera.
A veces, alguna chica
se me acercaba al verme solo
y me preguntaba
porqué no bailaba,
incluso me tomaba de la mano
y tiraba de mi
para llevarme a la pista
pero todo esfuerzo por parte de ella
resultaba inútil.
¡Vamos, ven a bailar! ¡Baila conmigo! —me decía,
luego, tras escuchar mi repertorio
de falsas escusas
terminaban todas por rendirse
y regresar solas al baile.
Así cada verano yo pasaba a ser
"El chico raro,
el solitario,
el taciturno...
Pero en mis sueños
cada noche,
cada vez que estaba
apartado de todos,
sentado,
en cualquier lugar
de la calle,
en cualquier rincón
alejado del resto
yo me atrevía
a acercarme a ella
y la invitaba a bailar.
Ella aceptaba con una sonrisa
prendida en sus labios
y tomando mis manos extendidas
con las suyas
se levantaba de su asiento
y bailábamos
una pieza lenta.
Yo rezaba por que aquel tema
no terminara nunca.
Un día, en una fiesta
igual a todas las otras
se obró el milagro
y mi deseo más ferviente
se cumplió.
En aquella ocasión
mis brazos cedieron
a su empuje,
y ya. en dónde los demás,
llevé mis manos
a la calidez de su cintura
con todos los temblores
del mundo acompañándome.
Ella tomó mis manos
y corrigió de dónde la tomaba,
acercó su cuerpo
hasta rozar al mío,
dejando caer sus brazos
sobre mis hombros.
Luego, apoyando su cabeza
sobre mi pecho
bailamos juntos
hasta el amanecer
sientiendo el latir
de nuestros corazones
desenfrenados.
bailamos juntos
hasta el amanecer
sintiendo el latir
de nuestros corazones
desenfrenados.
Luis García Orihuela
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