Aquel primer baile

El Arca de Luis 08/12/2022 Luis García Orihuela
R (4)
Crédito:sitewelder

POSDATA Digital Press| Argentina

Luis García Orihuela

Por Luis García Orihuela | Escritor | Poetaq| Dibujante 



Nunca antes había bailado
con una chica,
mi timidez extrema

me maniataba hasta tal punto
qué ni a bailar estando solo

 me atrevía.


Me daba miedo

al ridículo de hacerlo mal,
de que los presentes

se mofaran de mi torpeza,
miedo de pisar a mi pareja,
miedo de invitar a bailar
a la chica de mis sueños
y me dijera que no.

Sonaba el tocadiscos
y todos salían a bailar,
todos menos yo...
que me quedaba mirando
como se divertían los demás
o bien, era yo,

quien ponía los discos.


Ni siquiera los elegía,
los ponía en el orden
en que me los daban
o en que estaban apilados
en un sitio cualquiera.

A veces, alguna chica

se me acercaba al verme solo

y me preguntaba
porqué no bailaba,
incluso me tomaba de la mano
y tiraba de mi

para llevarme a la pista

pero todo esfuerzo por parte de ella

resultaba inútil.

¡Vamos, ven a bailar! ¡Baila conmigo! —me decía,
luego, tras escuchar mi repertorio
de falsas escusas
terminaban todas por rendirse

y regresar solas al baile.


Así cada verano yo pasaba a ser
"El chico raro,
el solitario,
el taciturno...

Pero en mis sueños
cada noche,
cada vez que estaba
apartado de todos,
sentado,

en cualquier lugar
de la calle,

en cualquier rincón
alejado del resto

yo me atrevía

a acercarme a ella

y la invitaba a bailar.


Ella aceptaba con una sonrisa
prendida en sus labios
y tomando mis manos extendidas
con las suyas
se levantaba de su asiento
y bailábamos
una pieza lenta.


Yo rezaba por que aquel tema

no terminara nunca.

 

Un día, en una fiesta

igual a todas las otras

se obró el milagro

y mi deseo más ferviente

se cumplió.

 

En aquella ocasión

mis brazos cedieron

a su empuje,

y ya. en dónde los demás,

llevé mis manos

a la calidez de su cintura

con todos los temblores

del mundo acompañándome.

 

Ella tomó mis manos

y corrigió de dónde la tomaba,

acercó su cuerpo

hasta rozar al mío,

dejando caer sus brazos

sobre mis hombros.

 

Luego, apoyando su cabeza

sobre mi pecho

bailamos juntos

hasta el amanecer

sientiendo el latir

de nuestros corazones

 

desenfrenados.

bailamos juntos

hasta el amanecer

sintiendo el latir

de nuestros corazones

desenfrenados.


  
 Luis García Orihuela 
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