Pantallas y emociones intensas, ¿cómo se relacionan?

¿Cómo cambian las conductas de los adolescentes ante las pantallas? ¡En este artículo te lo contamos!

Sociedad 24/02/2023 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

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POSDATA Digital Press | Argentina

Vivimos en una sociedad hiperconectada, en la que buena parte de la interacción social se produce a través de las pantallas. En julio del 2022, un estudio investigó la relación entre pantallas y emociones intensas. Más de la mitad de los participantes afirmó que las pantallas les ayudaban bastante a ser felices. ¿Qué hay detrás de la relación entre pantallas y emociones intensas?

En el estudio llevado a cabo por empantallados.com y GAD3, con el apoyo de “Por un uso love de la tecnología”, en el que además ha participado la comisión europea, se ha estudiado el impacto de las pantallas antes y después de la pandemia de la COVID-19 en niñas, niños, adolescentes y sus padres.

El 17 % de los adolescentes afirma que, desde que utiliza pantallas, duerme peor.

El uso de pantallas disminuye las conversaciones

  • 1 de 4 jóvenes presenta dificultades de concentración desde que utiliza alguna pantalla.
  • 3 de cada 10 hablan menos con sus padres.
  • El 23 % coincide en tener menos paciencia.
  • El 22 % ha perdido el interés por todo.
  • El 18 % manifiesta que las pantallas les ha podido restar capacidad de esfuerzo.
  • El 26 % tiene más problemas de sueño.
  • El 13 % se encuentra peor: más tristes. Y no saben el por qué.

«El teléfono móvil sigue siendo el dispositivo digital más utilizado en el hogar. De hecho, dos de cada tres adolescentes (68%) utilizan el teléfono móvil más que antes del inicio de la pandemia, solo cuatro puntos más que los padres (64 %)».

-Consejo General de la Psicología de España-

En este estudio participaron un total de 824 personas: padres, madres y adolescentes de entre 14 y 17 años.

«Ante la posibilidad de que se les prive del teléfono móvil, tres de cada diez adolescentes afirman que, sin teléfono móvil durante dos días completos, se pondrían nerviosos; uno de cada cuatro menores señala que, sin móvil no sabría qué hacer; y el 21% de los adolescentes creen que se sentirían solos».

-GAD3-

Deterioro de la salud emocional
La utilización de dispositivos con pantalla incide de manera directa en la salud emocional y en las conductas de los adolescentes, tal y como reflejan las cifras del estudio:

Capacidad de concentración: uno de cada cuatro jóvenes (28%) reconoce que le cuesta más concentrarse desde que utiliza alguna pantalla. Casi la misma proporción de padres coinciden con esta percepción: el 27 % opinan que sí.
Capacidad para conversar: casi tres de cada diez menores (28 %) reconocen que, desde que usa pantallas, hablan menos con sus padres. El 22 % de los padres opinan que hablan menos con sus hijos.
Paciencia: Google tarda menos de un segundo en decirnos lo que queremos saber. Lo que produce en los adolescentes un aprendizaje: «saberlo todo en este momento, ahora, es posible». Así, el 23 % afirma que tiene menos paciencia desde que utiliza pantallas, cifra que asciende hasta el 28% en el caso de la percepción de los padres.
Interés por las cosas: las pantallas y todo lo que conllevan hacen que el 22 % de los menores pierdan el interés por las cosas. Los videojuegos, las series, las redes sociales pasan a convertirse en refugio. El 28 % de los padres afirma que sus hijos han perdido el interés por las cosas.
Voluntad: las demandas de la vida real no obtienen una respuesta tan rápida como la que es capaz de ofrecernos Google. Lo que no es así puede parecernos poco menos que una montaña insuperable, un listón que no podremos saltar. ¿Para qué esforzarse? Parece que el 20 % de los adolescentes reconoce que las pantallas no estimulan precisamente su capacidad para esforzarse.
Sueño: el 26 % de los adolescentes afirma que les cuesta más dormir, un fenómeno en el que piensan que las pantallas tienen mucho que ver. Lo cierto es que la activación que generan en el cerebro durante las horas previas a intentar conciliar el sueño no favorece precisamente esta conciliación porque el núcleo supraquiasmático no es capaz de producir tanta melatonina como necesitaríamos para dormir. El resultado: insomnio.
Carácter: si el sueño es importante para los adultos, no lo es menos para los adolescentes. Un mal descanso se puede traducir en alteraciones del carácter y el comportamiento. Enfadarse y alterarse por cosas que no debieran suscitarnos tales emociones es mucho más fácil cuando tenemos sueño. La falta de sueño hace que los adolescentes estén más irritables.
Malestar: el 13 % de los adolescentes afirma que son menos hábiles a la hora de gestionar las emociones de valencia negativa, y en especial la frustración, desde que las pantallas están en su vida.

«Las pantallas son fuente de emociones intensas para los y las adolescentes. Más de la mitad afirma que las pantallas les ayudan bastante a ser felices, siendo de ayuda para evadirse de su realidad diaria para el 48 %. Para el 4 3% producen una montaña rusa de emociones».

–Consejo General de la Psicología de España-
 

Como consecuencia de los puntos detallados, los autores de este informe inciden en la necesidad de trabajar y enseñar a los adolescentes estrategias para afrontar eficazmente la gestión de sus emociones, así como dotarles de herramientas para que crezca en su interior el sentimiento de seguridad en sí mismos.

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