POSDATA Digital Press| Argentina
Por Mirta Pavón | Escritora | Docente | Técnica en Minoridad y familia
En una tibia siesta, de un intenso día de Picnic.
Recorrimos caminos pronunciados.
Nos sorprendió la espesura del bosque ofreciendo sus misterios.
Junte ramitas con la intención de hacer un cuadrito, un ojo de Dios.
Me sentía exhausta de tanto caminar. Mi boca estaba seca, mi cuerpo sudado por el calor. A esa altura la colonia refrescante se había esfumado.
En medio del camino, encontramos un tronco semejante a un banco, el resto de lo que fue un fogón. Un lugar propicio para un descanso.
Nos sentamos cerca, sin dejar de mirarnos.
De pronto fui invadida por el olor intenso de un verde pinar, con ráfagas de perfume a jazmines. La frescura natural del bosque me embriagó.
Tu voz, tu guitarra, rebelde e hippie, todo armonizaba.
Cantando a Sui Generis, me dijiste -“¿Flaca conoces este tema?”, “Quizás porque”, no soy un buen poeta puedo decirte que te quedes quieta, mientras termino estas palabras…”
La melodía me recorrió, iluminó mi rostro. Quizás porque, quedó grabada para siempre en mi memoria, como el jean gastado, tus pecas, el último rasguido, el primer beso en mis labios.