POSDATA Digital Press| Argentina
Por Mirta Pavón | Escritora | Docente | Técnica en Minoridad y familia
Solía extrañar a esas tres nenas que se vestían igual, cargar con sus bebotes cuando se cansaban a la vuelta de un paseo. Sus berrinches cuando pedían golosinas. Sus demandas.
Crecieron, se convirtieron en mujeres, se independizaron. Cada una con sus actividades. Se olvidaban de mandar mensajes. De compartir un domingo con su madre.
La soledad la atormentaba. El silencio de la casa y la monotonía se convirtieron en una pesadilla.
Así se encontraba con el nido vacío.
Una salida era hacer miles de cursos, cansarse de actividad física para mitigar el calor de hogar. " Hay que sublimar se decía".
Una tarde, aburrida de series y películas, dió un vistazo al celular. Le llamo la atención, que decía, Tano 39, le gustas💕.
Marina jamás había ocultado su edad. A él no le importaba la diferencia. Ella le preguntó nuevamente si vio bien el perfil. Él dijo que sí, que se notaba que era una mujer jovial, con onda, atractiva.
Conversaron de trabajo. Tano, operador social, se dedicaba a jóvenes en situación de calle. Marina, jubilada, sabía y conocía esa función por ser técnica en niñez y familia.
A ella le despertó curiosidad, la foto de perfil, la tapa de un disco de Almendra. Hablaron de música, de las letras, del flaco.
Las charlas con respeto cuidado fueron potenciando el matiz de las palabras.
Daba gusto el intercambio. Trataron de acordar horarios
La mujer propuso un encuentro, los tiempos de cada uno eran dispares, él dijo no hay apuro.
La ciudad estaba lejos del conurbano, de ese barrio humilde, que ella jamás se atrevería a mostrar.
De a poco entraron a una dimensión jamás imaginada, real pero no tangible.
Intercambiaron fotos, les divertía enviar selfies. Él comentaba con elogios las fotos que ella le enviaba.
Se sentía cada vez más embelesada por esos momentos llenos de vida donde los todos besos endulzados, cupieron en un chat.
Tano despacito como quien dice un secreto, fue llevándola a su habitación, a unas sábanas calentitas que ellas visualizaron como naranjas con rosas amarillas.
Él describió la transparencia de su ropa interior, y la recorrió con su mirada.
Le susurro al oído su deseo, en una intimidad compartida.
Así volaron, traspasando senderos, relieves. Probando frutos que estallaban en la boca como uva del vino más embriagador.
Un bosque espeso los sorprendía con un perfume envolvente.
Se sumergieron en un río torrentoso de pasión.
De tanto ser rio, él se perdió en el mar de su libertad.
Ella lo espero en el muelle de la fantasía, pronunciando su nombre, perfumada con palabras excitantes.
Dejando la duda, que hubiese sido si traspasaban la barrera virtual.
En aquella aventura que duró algunos días y miles de sueños.
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Los trágicos acontecimientos de su infancia, sumados a sus diversos estudios, fueron los aspectos que dieron forma a uno de los mejores psicólogos del siglo XX.
Poema