Una “sala negra” el nuevo hallazgo entre las ruinas de Pompeya
Tras casi tres siglos, casi un tercio de la ciudad de Pompeya sigue enterrada
Ciencia - ARQUEOLOGÍA04/05/2024CVA Producciones IntegralesPOSDATA Digital Press | Argentina
La ciudad enterrada de Pompeya es un tesoro arqueológico. Uno que nos ha ayudado a comprender el día a día de la sociedad romana, la vida más allá de las grandes batallas o las intrigas políticas que nos dejaron los Cicerones, Tácitos y Plutarcos de la época.
Aunque también hay sitio para la épica en las ruinas enterradas por el Vesubio, prueba de ello es el último hallazgo realizado por arqueólogos en esta ciudad perdida y reencontrada.
Porque han pasado casi cinco siglos desde que un arquitecto de la región se topara con sus ruinas y cerca de 300 años desde que comenzaran las excavaciones, pero a pesar de ello la ciudad romana sigue revelando secretos a los arqueólogos.
Este último hallazgo fue anunciado el pasado mes de abril. Se trata de una sala de banquetes, de unos 15 metros de largo por 6 de ancho, que habría pertenecido a un complejo mayor que incluía una residencia privada, una tienda y una lavandería.
La sala estaba pintada de negro, para disimular el humo de las lámparas de aceite, explica Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya. Resaltados entre el negro de las paredes, el equipo de arqueólogos pudo encontrar dos frescos. En ellos pueden verse algunos personajes relacionados con la Ilíada y la mitología griega.
Uno de los frescos, por ejemplo, muestra al dios Apolo tratando de seducir a Casandra. Herido en su orgullo por el rechazo, el dios castigaría a la sacerdotisa troyana con el don de la clarividencia y la condena de que nadie atendiera a sus profecías.
Un mito bien conocido en la comunidad científica
Una de las profecías acertadas de Casandara a las que nadie hiciera caso sería la reimaginada en el otro fresco: el encuentro entre Paris y Helena de Troya. Este encuentro sería, según la tradición oral griega, el desencadenante de la guerra de Troya.
El equipo responsable de las excavaciones creen que tienen la clave para saber a quién pertenecía este complejo con dos negocios y una vivienda, las siglas ARV. Estas pertenecerían a Aulus Rustius Verus, según contaba la arqueóloga Sophie Hay a la BBC. ARV era, cuenta, un político adinerado del siglo I.
La “sala negra” se abría a un patio que podría ser un pasillo de servicio abierto y a unas escaleras que habrían llevado a un segundo piso ya inexistente. El complejo con panadería y lavandería se encuentra en la ínsula 10 de la región IX tal y como está ordenado el yacimiento arqueológico.
Fuente:www.xataka.com