Vuelve la Siesta

Columnas - De mí hacia ustedes09/08/2024 Cecilia Marsili
  

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POSDATA Digital Press| Argentina

cecilia Marsilli

Por María Cecilia Marsilli | Escritora | Narradora oral | Conductora de Radio

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ONCE HORAS EN CUATRO MINUTOS

¿Nunca te llamaron la atención por cabecear durante una reunión? 

Che, ¿te quedaste dormido? Lo negas rotundamente porque apenas percibiste que tu cerebro se apagó por tres o cuatro minutos. 

Los nuevos papis carentes de sueño reconocen el valor de una siesta rápida, pero resulta que los pingüinos de barbijo nos ganan a todos.

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MICROSUEÑO A NADO

Estas aves antárticas duermen "microsueños" de cuatro segundos de duración, una estrategia que permite a los padres vigilar constantemente los vulnerables huevos y polluelos, al tiempo que acumulan un total de 11 horas de sueño al día.

Las siestas de los pingüinos: ¿Una estrategia a corto plazo para padres cansados?

“Cualquiera que se haya quedado dormido brevemente en el metro o viendo la televisión ha experimentado un microsueño”, 

Tanto en los humanos como en los pingüinos, los microsueños se producen en momentos de fatiga y agotamiento

Entregarse a los brazos de Morfeo y hacer una siesta con regularidad puede ser la clave para tener un cerebro sano y más grande durante más tiempo.

Eso fue lo que concluyó una investigación del University College de Londres (UCL) que demostró que aquellas personas que duermen siesta tenían un cerebro 15 centímetros cúbicos más grande, lo que equivale a retrasar su envejecimiento entre tres y seis años.

La clave, acotan los científicos, es que las siestas duren menos de media hora.

"Estamos sugiriendo que todo el mundo podría potencialmente experimentar algún beneficio de la siesta",

Dormir es uno de los aspectos más importantes pero menos comprendidos de nuestra vida. Hasta hace muy poco, la ciencia no tenía respuesta a la pregunta de por qué dormimos, a qué servía o por qué sufrimos consecuencias tan devastadoras para la salud cuando está ausente. En comparación con los otros impulsos básicos de la vida (comer, beber y reproducir), el propósito del sueño sigue siendo más difícil de descifrar. Matthew Walker ofrece una exploración revolucionaria del sueño, examinando cómo afecta cada aspecto de nuestro bienestar físico y mental.

Dormir mejor por la noche que durante el día no es casualidad. La respuesta la tiene la melatonina, una hormona que segrega nuestro cuerpo de forma natural. Esta tiene la capacidad de equilibrar desórdenes emocionales, tiene un alto poder antioxidante, protege el sistema inmunológico y, además, es la encargada de inducirnos al sueño. Así pues, si hay algo esencial para dormir es la melatonina.

Es una hormona que únicamente se segrega de noche,

La privación del sueño es, literalmente, una forma de tortura. Y el cónsul romano Marco Atilio Régulo es supuestamente la primera persona de la historia que murió de insomnio. En algunos países todavía esta es una forma de “condena a muerte”.

El mundo se divide entre los que pueden dormir y los que no.

El insomnio es una preocupación bien documentada a lo largo de la historia que incluye la dificultad tanto para conciliar el sueño como para permanecer dormido. Suele venir acompañado de angustia y ansiedad durante el día.

Hay muchas y variadas razones por las que la gente padece insomnio. Entre ellas se incluyen cambios biológicos a medida que envejecemos o debidos a nuestras hormonas

 La sorpresiva (y olvidada) manera en la que dormía la gente en la Edad Media

Un primer sueño implica un segundo sueño, una noche dividida en dos mitades.

Ekirch revisó archivos y encontró muchas referencias a este misterioso fenómeno del sueño doble, o "sueño bifásico", como lo llamó más tarde.

Algunos relatos de lo que la gente hacia entre sueños eran banales, pero otras eran siniestras, como las de Luke Atkinson, un hombre que a menudo usaba el tiempo entre sus sueños para cometer asesinatos.

Los primeros sueños se mencionan en una de las obras más famosas de la literatura medieval, "Los cuentos de Canterbury"

El "sueño bifásico" no era exclusivo de Inglaterra: se practicaba ampliamente en todo el mundo preindustrial.

De hecho, Eckirch encontró evidencias del hábito en Europa, África, el sur y el sureste de Asia, Australia, América del Sur y Medio Oriente.

Un relato colonial de Río de Janeiro, Brasil, en 1555 describía cómo el pueblo tupinambá cenaba después de su primer sueño, mientras que otro, del siglo XIX de Omán explicaba que la gente se retiraba para su primer sueño antes de las 22:00.

En el siglo XVII, una noche de sueño era algo así:

Desde las 21:00 hasta las 23:00, quienes tenían la suerte de poder pagarlos, se tendían en colchones rellenos de paja o trapos —o plumas, si eran muy ricos— listos para dormir durante un par de horas. (En la parte más baja de la escala social, la gente tendía que arreglárselas con acurrucarse sobre un brezo o, peor aún, en un suelo de tierra desnuda, posiblemente sin ni siquiera una manta).

Un dormi en el insectario

La mayoría de la gente dormía en comunidad, y a menudo se encontraban acurrucados con una acogedora variedad de chinches, pulgas, piojos, familiares, amigos, sirvientes y, si viajaban, completos desconocidos.

Para minimizar cualquier incomodidad, dormir implicaba una serie de estrictas convenciones sociales, como evitar el contacto físico o moverse demasiado.

 Niñas y mujeres, el padre, los niños y los extraños.

Y había posiciones designadas para dormir. Por ejemplo, las niñas generalmente se acostaban a un lado de la cama, el más cercano a la pared, seguidas por la madre y el padre, luego los niños varones, nuevamente ordenados por edad, y después quienes no eran de la familia.

Un par de horas más tarde, la gente comenzaría a despertarse de este sueño inicial.

La vigilia nocturna solía durar desde las 23:00 hasta la 01:00 aproximadamente, dependiendo de la hora a la que se acostaban.

Por lo general, no era causada por ruidos o perturbaciones nocturnas, ni por ningún tipo de alarma. El despertar entre sueños ocurría de forma natural, así como en la mañana.

El período de vigilia que seguía se conoció como "el reloj", y era una ventana de tiempo sorprendentemente útil para hacer cosas.

la gente hacía casi cualquier cosa tras despertarse de su primer sueño"

Bajo el débil resplandor de la luna, las estrellas y las lámparas de aceite, la gente se dedicaba a tareas ordinarias, como agregar leña al fuego, tomar remedios, o ir a orinar (a menudo en el mismo fuego).

Para los campesinos, despertarse significaba volver al trabajo, ya fuera para aventurarse a vigilar a los animales de la granja o realizar tareas domésticas.

Pero "el reloj" también fue un tiempo de religión.

Los cristianos tenían oraciones específicas para este período de tiempo, los más filosóficos podían usar "el reloj" como un momento pacífico para reflexionar sobre la vida y sobre nuevas ideas.

Pero, sobre todo, "el reloj" era útil para socializar y para tener sexo.

Como explica Ekirch en su libro At Day's Close: A History of Nighttime, la gente a menudo se quedaba en la cama charlando. Y durante esas extrañas horas del crepúsculo, los compañeros de cama podían compartir un nivel de informalidad que era difícil de lograr durante el día.

Para los cónyuges que lograron manejar la logística de compartir una cama con otros, también era un intervalo conveniente para la intimidad física: si habían tenido un largo día de trabajo manual, el primer sueño les había quitado el cansancio y el período posterior era un momento excelente para concebir un gran número de hijos.

Una vez que las personas habían estado despiertas durante un par de horas, generalmente regresaban a la cama.

El siguiente paso se consideraba un sueño "mañanero" y podía durar hasta el amanecer o más tarde.

Hoy el que pude tener un sueño reparador lo hace de noche, no solo por la melatonina sino porque salvo turnos nocturnos por temas laborales, durante la noche todo está en calma, el músculo duerme, la ambición descansa

MORFEO espera y no solo desde el UCL sino también desde Harvard recomiendan la microsiesta.

En muchas ciudades del mundo y en algunas empresas se han instalado “siestarios” para ese ratito de sueño.

En Nueva York, por u$s 12 la media hora podes tomar una siesta reparadora.

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