

POSDATA Digital Press| Argentina
Por Mirta Noemí Pavón | Escritora | Poeta | Técnica en Minoridad y Familia
Nina vivía en San Salvador de Bahía.
Su tatarabuelo, un gran terrateniente portugués, poseía varias propiedades, y gran cantidad de esclavos.
Cuentan los que lo conocieron que era muy cruel con ellos y solía castigarlos severamente.
Su tataranieta se dedicaba a recorrer el mundo.
En una oportunidad realizó un viaje con su esposo por el África.
En uno de los paseos quedó encantada, con una olla que vendían en el mercado. La misma era una especie de acolchado de tela en donde se introducía la olla, sin fuego la comida se hacía mágicamente.
Preparó la comida con la receta que le dió la vendedora, porotos rojos, maíces, cabeza de cerdo, y las especies más sabrosas. Los colocó en un recipiente de metal la cerró apoyándola en el suelo.
Alistándose para visitar a su amiga. Se fue al mediodía porque debía dejarla durante seis horas. Regresó a las diecinueve horas. Ansiosa por ver los resultados, desató, destapó la olla. Al hacerlo pegó un grito de terror.
Cuando llegó su esposo la encontró con la cabeza satanicamente mutilada y con las verduras coronando una maldición vudú.
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