La Filosofía es lo más práctico que existe

Ciencia 01/06/2021 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

POSDATA Digital Press | Argentina

La Filosofía, en el sentido clásico de “amor de la sabiduría” es lo más práctico que existe en la vida. Primero porque define la esencia del ser humano. Éste lo es porque se pregunta el sentido de todo lo que presencia, el sentido y la razón de ser, los vínculos, causas y efectos, veracidad, realidad o apariencia. Cuando somos niños el filósofo que vive dentro de cada uno está totalmente despierto, y no dejamos de hacer preguntas y más preguntas. Pero por desgracia, a veces la calidad, o inoportunidad de las respuestas, el reduccionismo de las mismas, o la contradicción con la propia experiencia, o ausencia completa de verdad, hacen que las preguntas vayan muriendo en el alma, como las flores a las que el calor del desierto sofoca, o el pez, que fuera del agua no puede respirar. Nos conformamos y dedicamos así la vida a asuntos más “graves”, más de “mayores”, que poco tienen que ver con aprender de todo y sí ejercer el dominio imperativo, animal, sobre el mundo que nos rodea, en el cuál están también los otros incluidos.

Pero, detengámonos sobre esta cuestión y respondamos, de forma clara y objetiva, por qué la Filosofía es lo más práctico que existe para el ser humano. Y repetimos que Filosofía no es la suma de sistemas complejos -una cárcel mental- con los que quisimos explicar todo, la naturaleza de lo real. La Filosofía es la tensión del alma que vibra armónica en la medida que busca la verdad, y encuentra en ella vivencias que la colman. Como decía Platón, Filosofía es la Música que se hace con el Alma, el estado de Armonía en que ella encuentra un cielo de verdades, tan definitivas como Ella misma, el alma que busca.

 La Filosofía es lo más práctico que existe porque:

1 – Sin saber diferenciar lo aparente de lo real, la superficie de lo profundo, cometeremos errores cuyo fruto es necesariamente el dolor, la angustia, la pérdida del tiempo y energía de nuestras vidas. Quien va por un camino errado que se precipita a un abismo o a una floresta infranqueable no tiene más remedio que volver por donde ha venido… si puede. La Filosofía nos ejercita a tener una visión más penetrante, más aguda para no conformarnos con la apariencia de las cosas. Diferenciamos así la solución aparente y fácil de la solución verdadera y eficaz.

2 – El Filósofo busca y experimenta en la vida por sí mismo, tiene criterio y motor propio. Prueba y ejercita su discernimiento. No es un títere ni un sujeto pasivo, es responsable, quiere ser actor de su propia aventura de vida, realizador de sus sueños del alma, no se conforma en ser llevado por la corriente de las opiniones. No va donde va la gente, sino donde él quiere.

3 – De ejercitarse en preguntar y en hallar respuestas en la naturaleza, en la sabiduría de otros, y en las certezas íntimas de su alma, ha aprendido a ser prudente en vida y no temer la muerte, a la que ve como una puerta luminosa y no oscura, que le lleva a caminos que intuye mil veces más maravillosos y plenos que los que ha recorrido.

4 – Al no ceder a las opiniones de los otros y tener que conquistar sus propias certezas, y al desarrollar los valores verdaderamente humanos –respeto a todo, cortesía, amabilidad, honradez, gratitud, creatividad, paciencia, firmeza, capacidad de diálogo con la naturaleza, con los otros y consigo mismo-va creciendo en él un gran sentido de dignidad. Como diría Platón, la dignidad es la verdadera vestimenta del Filósofo. Esta dignidad viene de una gran coherencia interior, sabiamente conquistada en su camino moral, peldaño a peldaño. Sin esta dignidad no somos más que payasos y nuestras vidas y palabras son vientos que se pierden en la nada.

5 – El Filósofo ama la compañía de seres libres como él, ama su propia soledad también porque ha penetrado dentro de sí mismo y tras un largo viaje ha encontrado las fuentes de la Vida interior, y ha bebido en sus aguas límpidas. Como decía Séneca, su mente dialoga con todos aquellos que han dejado un rastro luminoso pues no simplemente lee los tesoros del conocimiento, sino que dialoga con sus autores, les pregunta, se hermana con su búsqueda y sus conquistas del alma, no está solo. Y también siente como madre y maestra a la Naturaleza, prodigiosa en sus ejemplos, a la que por un lado examina y en ella obtiene respuestas para todas sus inquietudes; y por otro lado se siente embriagado por su presencia, en la que siente la respiración del Alma del Mundo. ¿Cómo va a sentirse alguna vez solo o desamparado?

6 – El Filósofo mide muy bien sus actos, y aún más las causas motoras de los mismos. Porque sabe que lo más cierto en esta vida es que el tiempo que tenemos asignado en ella es fijo, la energía limitada de nuestro recorrido obliga a la prudencia, y sabe que lamentará perder el tiempo en vanidades o en buscar frutos que después en la boca se tornan amargos. El tiempo de vida nunca es corto si no lo gastamos inútilmente, y donde más lo perderíamos es en querer ser otros de los que somos realmente, o en seguir pasiones que nos vampirizan, secan y esterilizan. Pasiones que nos roban el tiempo y el alma y que ante las puertas de la muerte veremos como lo que son, animales feroces que nos hirieron y detuvieron, que nos adulteraron en el camino de la vida.

7 – El Filósofo, como está despierto y atento a todo lo que le rodea, todo le interesa. Como decían los clásicos, nada humano le es ajeno. Su mente es libre y como un rayo de luz penetra en los intersticios de todo; vuela como un Águila y divisa horizontes lejanos, no está prisionero en el aquí y el ahora, por más que sepa que estos también son importantes. No se hipnotiza a sí mismo ni deja que le hipnoticen con mentiras o medias verdades (que son, en definitiva, mentiras disfrazadas), no renuncia a su capacidad de pensar y sentir, de juzgar por sí mismo, no se abandona en brazos de creencias absurdas, ni vende su alma al mejor postor. No se prostituye y las amenazas no le corrompen. Su rectitud no es hija de las opiniones, sino su propia naturaleza, y de este modo, antes se rompe que se dobla, porque nunca va a renunciar a los Principios que hacen respirar y dan vida a su Alma.

8 – Un Filósofo se conoce a sí mismo, de forma natural. Ha dedicado su vida a ello, pues le parece lo más asombroso e importante, y sabe que en ningún otro lugar más que en este “Sí Mismo” hallará la Luz de la Eternidad, por la que suspira, y quiere perderse en ella, como un rayo de la misma en el Infinito. Conociéndose a sí mismo, poco a poco, comienza a conocer también a los otros, pues el alma es semejante en todos los seres humanos. Conociendo a los otros sabe a qué atenerse, sabe a quién acercarse, con la amistad de las almas justas, y de quien alejarse, evitando las trampas y tentaciones de los lugares innecesariamente peligrosos. Aunque si la vida y el destino, el deber le guían hacia estos lugares peligrosos no los evitará, aunque protegerá su Llama interior con el escudo de lo mejor de sí mismo, como un peregrino en la noche su lámpara amenazada por los vientos.

Y el Filósofo sabe además que esta lista puede crecer más y más, pues está en el camino hacia lo Real, y cada paso es un motivo más, una prueba de que su “Amor al Saber” es lo más práctico que existe.

Fuente:revistaacropolis

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