POSDATA Digital Press | Argentina
Estamos apunto de concluir el año. Unas pocas semanas más y el año 2021 habrá concluido. Es pues un buen momento para hacer un balance o si se prefiere una reflexión.
Hemos llegado hasta aquí y eso ya es motivo de celebración. Algunos no lo han conseguido. El Covid19 entró en nuestras vidas, se esparció por todo el planeta y lo peor es que no se ha ido. Sigue aquí. Pero ante él tiene un enemigo que no se rinde nunca y que le va a plantar batalla. De eso podemos estar bien seguros.
En el camino más de cuatro millones de personas no lo han conseguido. ¿Los motivos? Aparte del propio virus han sido muchas las causas. Lo inesperado en un primer momento. Luego la falta de criterios comunes de todos los países para enfrentarlo con unanimidad, con unas medidas iguales para todos. El factor economía se dejó en un principio aparte, en segundo plano. Lo importante, cómo no, era salvar vidas. Luego, hemos visto con el paso de los meses como este punto de vista iba virando y pasando a un primer lugar. Se hizo y se ha hecho preferente a cada momento en que las festividades se han acercado en cada país. Los señores periodistas que publican columnas en periódicos, los medios partidistas de canales de televisión, y por supuesto, los integrantes de partidos políticos y por ende miembros de gobierno, hacían y hacen apología de un mundo apocalíptico en el caso de que no permitamos la apertura de negocios, empresas, discotecas, eventos multitudinarios. ¡Señores o hacen esto o la hucha del estado se termina¡ Así nos dicen en un bombardeo continuo. Día tras día. Y al final, a regañadientes quizás, se cede. Otra vez todo abierto y los contagios crecen a cada día que pasa. Otra vez todos corriendo al súper más cercano a hacer acopio de papel higiénico por si las moscas que no nos vaya a faltar. Para darle un “aire” poético, romántico si usted lo prefiere, nos hablan de olas para que recordemos el mar, sin ver que en el mar las olas son infinitas, y después de una primera ola, viene otra, y otra y así sucesivamente.
De pronto todo el mundo a recordado que tenía (y tiene) derechos (efectivamente, de que tiene obligaciones de eso no se acuerda) y todos piden a “Papá Estado” que les ayuden. En definitiva, que les cubran los gastos y por supuesto las perdidas. Es decir, los beneficios que calcularon ganar de no haberse dado la presencia del Covid.
En esta tesitud, es cuando a los más espabilados les ha faltado tiempo para hacerse con el mercado de gel para desinfectarnos las manos, de guantes (ya dejado atrás con ruina para más de uno) y por supuesto de mascarillas. Pronto hemos visto como salían al mercado diseños con banderas, colores, dibujos, propagandas para llevar en la boca. Todo ello como si de una moda se tratase o se trate. Pues a estas fechas es más una moda que una protección sanitaria. Si usted viste de negro hoy, por favor, póngase la mascarilla negra (a juego) y no una blanca. Incluso ya hacemos distinción de clases. “¿Te has fijado Mari? Esa lleva una mascarilla de las baratas. De esas de diecisiete céntimos. ¿A dónde iremos a parar?” Y esa es una realidad de este año.
Esto se ha convirtió en una carrera entre los países por ver quién sacaba antes la vacuna y se llevaba el gato al agua. Todos lo hemos visto. El mar nos trae la cuarta ola, y quién sabe cuantas más llegarán a la orilla de nuestros hogares. Con la venta de dos dosis se ve que no han ganado bastante las farmacéuticas.
A juzgar por las noticias que vemos diariamente en los medios de comunicación, en ningún lugar del planeta ocurre algo bueno. Nadie salva a un gatito subido a un árbol, o salva a una persona al sacarla de su casa ardiendo. Nada de eso. Las noticias son el covid, los porcentajes de aumento de casos (el parte de guerra. Bajas y heridos), Los volcanes y sus coladas, la subida desorbitada de los precios de la luz (inexplicable) y algún que otro suceso siempre de EEUU en el que la policía persigue a un atracador y lo abate a tiros. Con eso comemos y cenamos todos los días del año.
Pero no todo a sido malo. Pues claro que no. Los negocios online se han forrado, se han puesto las botas. Y si no que le pregunten a Amazon, con más de un millón de trabajadores.
También hemos aprendido y aprendemos de esta experiencia. Con el paso del tiempo se hablará no de la generación del Baby boom, sino de la generación covid, de los niños de la mascarilla. Qué habrán nacido viendo a diario solo la mitad del rostro de sus padres y acudiendo al colegio con las mascarillas puestas desde que tienen recuerdos.
Atrás quedaron aquellos meses en los que a las ocho de la tarde, todos los días, se salía a los balcones a aplaudir a los sanitarios por su excelsa labor, dedicación y contribución al bienestar del ciudadano. Luego vino el agotamiento total, la falta de medios en su trabajo, la discrepancia de criterios entre profesionales d el sanidad y los aplauso finalmente murieron llevados por una de tantas olas. Llegaron los despidos y finalizaciones de contratos. Ahora que terminamos diciembre se les vuelve a requerir su presencia. Hay que salvar al soldado Ryan.
Los países no han sabido por dónde tirar y no daban una. El ciudadano es un conejillo de indias con el que ir practicando y ver si en algún momento suena la flauta, pero no la de Hamelin de los hermanos Grimm, la de Bartolo.
Aparte de estas cosas, de tornados, inundaciones, incendios y mil sucesos más hemos ido pasando juntos este año desde PosdataDigital. Intentando ofrecer con mis poemas y relatos aunque fuera unos minutos de distracción, de entretenimiento, y porqué no de enseñanza, de mensajes didácticos. Sobre todo para los peques de la casa. Llevarles en este año tan complicado y especial la ilusión y fantasía que van a necesitar mas adelante, el entusiasmo por el querer saber más. Al menos ese ha sido mi propósito y lo sigue siendo a día de hoy.
Desde esta columna quiero hacerles a todos y todas partícipes de mi deseo de una navidad placentera, darles las gracias por leerme, por seguirme, por dejarme sus comentarios siempre tan inteligentes. Mi agradecimiento especial a todo el equipo de Posdata, de columnistas, por su encomio en hacerlo cada día mejor y estar siempre dispuesto a los retos, con un profundo respeto y cariño hacia nosotros, sus columnistas.
Finalmente desearos un Fin de Año en Paz y Amor. Os comparto mis bendiciones y un fuerte abrazo para todos.
Como viajar en transporte público y no morir en el intento
¿Qué está pasando en nuestra forma de pensar, de concebir el mundo, de evolucionar en la vida?
Grupos literarios y otros entes artísticos.