Un hombre, una mujer y tres paraguas
Opinión - Desde mi punto de vista13/02/2024 Luis García OrihuelaPOSDATA Digital Press| Argentina
Por Luis García Orihuela| Escritor| Poeta| Artista plástico| Columnista internacional
Antes que nada he de decirles que esto no es, o no va a ser, un relato. Al menos no es esa la idea que me lleva a escribir estas primeras líneas que ahora usted lee. Quizás son para mí, o quizás, quién sabe... para usted, En cualquier caso, deseo hacerles llegar una idea sencilla, simple, como puede ser el título que reza más arriba de estas líneas, y que, al leerlo presumo ya ha cautivado su interés. Nuestro primer pensamiento que nos llega nada más leerlo es "Aquí hay un misterio" ¿por qué tres paraguas y no dos, si son dos personas? ¿Hay acaso un tercer personaje que el autor nos oculta? Si es así el caso, entonces, vamos bien. De escribir un cuento con ese título habriamos triunfado ya desde el inicio del mismo. Imaginemos que un estudiante sale de la universidad en donde cursa estudios de periodismo a la calle nada más terminar su clase. Afuera, ha comenzado a llover. Está será la premisa básica de arranque para todas las situaciones posibles que planteemos a partir de ahora.
El estudiante, antes de tomar una decisión al comprobar que está lloviendo, ve salir a una estudiante de otro curso. Ella le agrada desde el primer día que la vio en uno de los pasillos de la universidad, y le gustaría llegar a salir con ella. ! Es la ocasión soñada por tanto tiempo! Él, cortés, se le acerca y le ofrece cubrirse ambos con su paraguas.
Ahora pensamos en que la historia no la hemos situado en ningún país. De haberlo hecho en ciudades de Inglaterra o Francia la historia sería mucho más coherente si la joven rechazara el ofrecimiento alegando disponer también ella de un paraguas. ! Vaya chasco para el futuro periodista! Pero si aun llevando ella en su mochila un paraguas, resultase que a ella le agrada el joven y apuesto periodista, podría aceptar el galante gesto ofrecido y callarse el hecho de disponer de medios para no mojarse.
Hasta aquí vamos bien. Ya tenemos un posible comienzo de cuento o relato. Ahora, volvamos a la salida de la universidad. Nuestro galante protagonista a salido a la calle, llueve intensamente y no parece vaya a ir a mejor. Ve salir a una de las profesoras que le da clases. Con ella no le van muy bien, y las calificaciones que obtiene suelen ser penosas. Ella no lleva paraguas. La profesora parece dudar. Piensa en si llamar a un taxi o no. Habrá atascos de circulación a no tardar mucho, eso es seguro. La carrera, en el caso de que encuentre un taxi libre, le costará un pico, una pequeña fortuna para su escuálido sueldo de maestra. Entonces, él, le ofrece que se lleve su paraguas, ya que él dispone de un segundo paraguas en su mochila en previsión de que pudiera romperse uno de los dos.
El cuento podría tener otro giro. O muchos.
Al final de las clases salen más alumnos.
Opción 1
Un joven agraciado, física y económicamente, se interpone antes de que el joven decida el qué hacer. El imprevisto intruso ofrece a la joven llevarla en su flamante automóvil hasta su casa. En esta posibilidad, el o los paraguas, quedan del todo obsoleto y sin ninguna opción de poder salir airoso. ¿Cómo resistirse a ser llevada en coche y eludir la lluvia?
Opción 2
Tras el estudiante, sale un transexual. Se dirige a él, ve su intención de sacar un paraguas de su mochila. Le toma del brazo.
La maestra, mientras tanto, hace señal con la mano levantada a un taxi que pasa en ese preciso momento con la luz verde. El taxi se detiene. El conductor espera a que entre y se lleva a la maestra a la dirección que ella le ha indicado. Mientras, el transexual despliega todos sus posibles encantos con el estudiante y, le invita, a subir en su auto de alta gama. Quizás con aviesas intenciones.
OPCION 3
Nuestro estudiante sale de la universidad. Llueve torrencialmente en ese instante. Durante la última clase a comenzado a sentirse mal. Quizás, algo que comió la noche anterior, no estaba en buen estado. Como puede, saca de su mochila uno de sus dos paraguas y, tras abrirlo, se marcha a su residencia.
La maestra, finalmente, viendo lo mucho que llueve se decide por tomar un taxi libre que pasa.
El joven homosexual, sacando de uno de sus bolsillos el mando a distancia de su Audi se acerca, abre la portezuela, y se marcha.
De seguro, a usted, querida lectora o lector, se le han ocurrido muchas otras opciones. Con este escrito, no he querido otra cosa que dejar una breve constancia del cómo podemos ir desarrollando una mínima idea y dándole a la vez nuevos valores y posibilidades a la hora de imaginar un relato. No quiere decir esto que sea esta la única manera de hacerlo. Tan sólo es mi forma de partir de una idea inicial, que luego podrá ser viable o no.