Como viajar en transporte público y no morir en el intento

Opinión - Desde mi punto de vista 24/11/2022 Luis García Orihuela

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POSDATA Digital Press| Argentina 

Luis-G-Oriuela

 Por Luis García Orihuela |  Escritor | Poeta | Dibujante


En el momento en que usted o yo, o yo y usted, accedemos al interior de un transporte público -llámense autobuses, guaguas o colectivos- usted o yo, o ambos, y en definitiva cualquier otra persona, pasamos a ser esos individuos, esos tipos que se mezclan y confunden con y entre otros, carecen de apellidos o de nombre propio, y que, eventualmente, parecen saber a dónde van, conocer su destino más o menos inmediato o a corto plazo, dependiendo claro está de los posibles atascos de tráfico o fallos en la maquinaria del transporte elegido, por no hablar claro está de los factores climatológicos. No vayamos a permitirnos el olvidarnos del famoso cambio climático tan de moda en estos días, Todos somos conocedores de que unas cuantas gotas de lluvia que caigan y ya todo se va al traste (o al carajo, dependiendo de en que parte del mundo nos encontremos) y comienzan los problemas.

Si usted es primerizo en estas artes, en la empresa de tomar estos tipos de transporte, entonces usted, vos, debe de conocer una serie de factores determinantes y concretos antes de emprender o ejecutar dicha acción que le ha de llevar a ser un ente biológico transportado, y por lo tanto "un tipo más” de los que se desplaza haciendo acopio de su limitado tiempo y paciencia. Las causas que nos llevan a utilizar estos medios de transporte pueden ser variadas a causa de muchos factores, pero principalmente se va a deber a la carencia de disponibilidad de un vehículo propio o del parné necesario par mantenerlo. En el caso del transporte público suele ser lo habitual el estar uno más seco que la mojama, o dicho de otro modo estar a dos velas.

Uno puede esperar una vez llega su transporte y acceder a su interior que el importe de su billete le va a garantizar una serie de ventajas, las cuales supuestamente le son ofrecidas cuando compra ese billete de transporte, tique o boleto, pero amigo mía (querida mía) nada más lejos de la realidad. Esto

no es así y nunca se dan las circunstancias adecuadas para gozar de dichos derechos de usuario. Por lo general encontraremos todos los asientos ocupados (incluidos los supuestamente reservados para casos especiales) No importa si uno va con muletas, es un anciano o una mujer embarazada, los asientos estarán indefectiblemente ocupados por la juventud que ha de salvaguardar nuestro futuro y garantizar nuestras pensiones. Lo ocuparan mochileros, universitarios, estudiantes Erasmus o ciclistas, por no hablar de esa nueva especie que se desplaza por las zonas peatonales en patinetes eléctricos. No se le pase por la cabeza que alguno le ofrecerá su asiento o hará el amago de levantarse para cedérselo, No sea ingenuo. Eso no pasará.

Si usted no sabe que sabor tiene el cristal al ser lamido, tan solo ha de tomar el transporte público en hora punta. Si consigue subir, y con suerte avanzar por sus procelosos pasillos sin ser atropellado o golpeado por algún carrito de bebé (carritos que son más bien carros de combate, y que las más de las veces no contienen un niño libre de pecado, sino más bien una serie de bolsos y bolsas llenos de compras) usted, vos, será plenamente consciente de que van más viajeros de los legalmente permitidos, que será empujado hacia las ventanillas por una masa humana sudorosa a la cual no se le cae el celular (Tablet, portátil, pc —ordenador) en ningún momento. En la mayoría de las ocasiones podremos observar como estos ciudadanos modélicos o llevan las mascarillas por debajo de la nariz o carecen de dicha mascarilla. Con ellos no va eso de los virus. Son inmunes debido a su única neurona que entrechoca una y otra vez en el interior de su cerebro. ¿Es esto posible? Ya le digo yo que si.

En cuanto a la ventilación en el interior de dichos transporte, es curioso observar el hecho de que siempre es conectado cuando apenas hay viajeros o hace un frío que espabila a un muerto (eso suele ser a primera hora de la mañana, cuando uno todavía conserva parte del calorcito ganado durante la noche en la cama) Así pues es altamente recomendable ser previsor y ser portador de un buen y mullido gorro de lana

por si las moscas. Por otro lado, si quieren un consejo 

y no pueden pagar un taxi, no dejen de llevar siempre un buen libro.

¡Feliz viaje!

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