El extractor

Ten cuidado cuando ingresas a un baño público, tal vez te encuentres con un peculiar recolector...

El Arca de Luis 28/04/2022 Luis García Orihuela

El Extractor

POSDATA Digital Press | Argentina

Luis García Orihuela

 Por Luis García Orihuela | Escritor | Poeta  | Dibujante

 

Nada más entrar a los servicios de caballeros, y a pesar de la inminente urgencia fisiológica que le retorcía los intestinos, cerró la puerta de acceso con el desfavorecido pestillo y se fijó en dos cosas. La primera, en un extractor de tamaño inusual por su grandeza y con un diseño aparentemente novedoso en el mercado. Algo bastante raro para el local de mala muerte en que se  encontraba. Lo segundo en llamarle la atención fue la presencia de varios pares de zapatos ubicados en el suelo y puestos de cualquier manera a un lado de la puerta. Justo a la izquierda de por dónde él había entrado. Aparentemente no tenía explicación su presencia allí, no ya al lugar en el suelo, sino al recinto en sí, a los lavabos. Estaban las parejas de zapatos desordenadas, y algunas volteadas con las suelas vueltas hacia arriba, apuntando a un techo apenas iluminado por una huérfana bombilla colgante. Pensó que aquella bombilla debía de haber conocido noches más esplendorosas y luminiscentes. Sonrió ante la ocurrente idea que había tenido. Estaba borracho y apunto de orinarse encima. Eructó. Dio un paso indeciso hacia el WC. Trastabilló y apunto estuvo de caer al suelo. Uno de sus mugrientos mocasines se había desatado y pisado el cordón. En algún momento del pasado debieron de haber sido de un color marrón o parecido. Entonces se fijó en el suelo. Manchas oscuras de distinto tamaño cubrían una buena parte del mismo, algunas estaban secas, pero por encima de ellas otras seguían frescas y llegaban hasta la puerta. 

Iba a bajar la cremallera de la bragueta cuando el extractor se puso en marcha sin haber llegado a activarlo. Apenas hacia ruido, pero sintió de inmediato su acción. La luz del techo comenzó a oscilar y cambiar de intensidad, perdiendo el cable del portalámparas su verticalidad respecto al suelo. Fue entonces cuando levantó su cabeza y volvió la mirada hacia el extractor. El embellecedor de su parte central dejó ante su incrédula mirada de ser un disco metálico. Pudo ver como se transformaba en una oquedad que despedía una tenue luz rojiza. Una oquedad que se hacía más y más grande, y que le atraía hacía su interior como si su cuerpo fuera ingrávido, tan liviano como una columna de humo de un cigarrillo. Quiso gritar, pero no pudo. La atracción del extractor succionando el aire del interior se lo impidió.  Su cuerpo quedo suspendido en la habitación por un segundo, como flotando, luego salió disparado de cabeza hacia el extractor. Braceó torpemente como un pájaro herido, luego intentó llegar con las manos al interruptor para detenerlo. La fuerza de la succión se lo impidió. Su cabeza como si hubiera sido la punta de una flecha lanzada a una diana fue lo primero en entrar por su centro. El cuerpo dejó de tener vida propia. Las manos todavía movieron los dedos en un acto reflejo antes de desaparecer y ser engullido su cuerpo del todo.

El extractor se detuvo. Su zona central se entrecerró formando algo parecido a unos labios humanos apunto de dar un beso. Las aspas se curvaron hacia fuera y al momento aquella boca monstruosa escupió con fuerza un mocasín desatado y luego otro. Ambos manchados de sangre. Una lengua de pesadilla emergió y limpió los labios.

El extractor volvió a su apariencia normal y el pestillo de la puerta se descorrió solo.

Un hombre con gabardina, ataviado con un paraguas, entró con prisas y echó el pasador. Afuera llovía.

 


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