Terapia Imago: del amor romántico al amor maduro

Cuando nos enamoramos, el amor romántico nos consume, hace que la relación sea intensa, efervescente y casi cegadora

Sociedad27/02/2023CVA  Producciones IntegralesCVA Producciones Integrales
  

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A veces cuesta creer que el modo en que nos vinculamos afectivamente con nuestras parejas tiene algo que ver con cómo fue nuestra infancia. Lo bueno y lo malo experimentado en esos primeros años con nuestros progenitores suele marcar muchas las relaciones que construimos en la edad adulta. Es más, también suele dejar en nosotros una llamativa impronta psicológica.

La terapia Imago nos dice que cada uno de nosotros albergamos una imagen inconsciente del amor (imagio) que tiene su origen en nuestra familia. Esa huella puede estar idealizada, tener unas raíces traumáticas u ofrecernos unas bases sólidas para construir lazos saludables. Dicho de otro modo, en ocasiones el pasado condiciona nuestra oportunidad de ser felices en el amor.

Lo hace al conducirnos por apegos disfuncionales, ideas sobre el afecto muy sesgadas y carencias emocionales que entorpecen, en muchos casos, el poder construir relaciones maduras y satisfactorias. Ahora bien, el modelo terapéutico que conoceremos a continuación tiene como propósito guiarnos en esta meta.

Muchas parejas parten su relación desde la perspectiva del amor romántico. Cuando este se tambalea no saben cómo afrontar dicha situación. Es necesario educar en un ideal del afecto más maduro y menos idealista.

Modelos psicológicos como la terapia Imago buscan restaurar las relaciones mejorando la empatía, la comunicación y sanando las heridas de la infancia.

A veces cuesta creer que el modo en que nos vinculamos afectivamente con nuestras parejas tiene algo que ver con cómo fue nuestra infancia. Lo bueno y lo malo experimentado en esos primeros años con nuestros progenitores suele marcar muchas las relaciones que construimos en la edad adulta. Es más, también suele dejar en nosotros una llamativa impronta psicológica.

La terapia Imago nos dice que cada uno de nosotros albergamos una imagen inconsciente del amor (imagio) que tiene su origen en nuestra familia. Esa huella puede estar idealizada, tener unas raíces traumáticas u ofrecernos unas bases sólidas para construir lazos saludables. Dicho de otro modo, en ocasiones el pasado condiciona nuestra oportunidad de ser felices en el amor.

Lo hace al conducirnos por apegos disfuncionales, ideas sobre el afecto muy sesgadas y carencias emocionales que entorpecen, en muchos casos, el poder construir relaciones maduras y satisfactorias. Ahora bien, el modelo terapéutico que conoceremos a continuación tiene como propósito guiarnos en esta meta.

Muchas parejas parten su relación desde la perspectiva del amor romántico. Cuando este se tambalea no saben cómo afrontar dicha situación. Es necesario educar en un ideal del afecto más maduro y menos idealista.

¿Qué es la terapia Imago?
La terapia Imago fue desarrollada en los años 70 por los doctores Harville Hendrix y Helen LaKelly. Ambos arrastraban un divorcio y habían intentado hacer terapia para tratar muchos de los problemas que aquella experiencia les dejó. Fue entonces cuando se dieron cuenta de un aspecto.

En esos momentos no existía una terapia basada en la ciencia que facilitara no solo restaurar las relaciones de pareja en crisis. Buscaban un modelo que facilitara el crecimiento, la maduración de la pareja como personas más sabias, hábiles y comprometidas en sus relaciones.

En vista de que no encontraron este enfoque en las escuelas de terapia de pareja existentes, desarrollaron su propio modelo partiendo de la idea ya citada. El amor de nuestra familia nos hizo desarrollar un sentido de identidad sobre cómo son las relaciones. Y esta imagen (imagio) nos condiciona.

La terapia Imago tiene como finalidad mejorar la relación al proporcionar herramientas para optimizar la comunicación, la empatía, las habilidades interpersonales, etc. También trabajar esas heridas emocionales de la infancia que, con frecuencia, termina proyectándose en cualquier vínculo afectivo.

«Nacemos en una relación, somos heridos en la relación y podemos ser sanados en la relación».

-Harville Hendrix-

Premisas de las que parte
Una investigación de la Universidad de Villanova, en Filadelfia, señala que, poco a poco, vamos descubriendo más datos sobre su eficacia. De momento sabemos que es idónea para potenciar la empatía de los miembros de una relación. Esto es un aspecto relevante. Veamos sobre qué pilares se cimienta:

La terapia Imago tiene sus raíces en el psicoanálisis (junguiano). Enfatiza cómo nuestra infancia y lo sucedido en ella edifica la personalidad.
Es necesario sanar esas heridas del pasado que obstaculizaron nuestro desarrollo psicoafectivo. En caso de no llevar a cabo este abordaje, caeremos una y otra vez en vínculos que hacen daño.
La terapia habilita a la persona en unas buenas habilidades comunicativas, en la empatía y en desactivar los clásicos ideales del amor romántico.
Hay que sanar, corregir y desactivar esquemas erróneos que limitan nuestro potencial humano. Ejemplo de ello son esos mensajes que solemos recibir en nuestra infancia como: «llorar es de débiles; tienes que ser fuerte; quien bien te quiere te hará llorar; amor es pasión, etc.».

La terapia Imago no solo puede mejorar nuestra relación de pareja. Lo que logra también es sanar muchas de nuestras partes más dolorosas del ayer a causa de una infancia traumática o disfuncional.

Uno de los recursos más conocidos de la terapia Imago es la técnica espejo.

Técnicas para construir un amor más maduro
La terapia Imago busca que sus pacientes editen la imagen mental que tienen sobre el amor romántico. Deben comprender que esa fase es temporal, es un estado de euforia, pasión y fascinación que se debilita con el tiempo. Es entonces cuando surge una nueva etapa que cada miembro debe saber trabajar para avanzar hacia un ciclo más maduro y también satisfactorio.

Veamos los tres pasos que suele aplicar este enfoque terapéutico:

1. El espejo
Hacer de espejo, lograr que nuestra pareja vea nuestro reflejo y a la inversa. Este recurso tiene un gran potencial y nos puede ser de utilidad. Una de las técnicas más recurrentes de la terapia Imago es sincerarnos ante nuestra pareja, expresando todo lo que sentimos, pensamos y necesitamos. Hay que hacerlo con meticulosidad y nitidez, también con valentía.

El siguiente paso consiste en que nuestra pareja actúe de espejo, es decir, detallando qué ha visto, qué ha entendido, qué hemos dicho y cómo cree que nos sentimos. Se pondrá en nuestro lugar. A continuación, será el turno de la otra persona.

2. La validación
La validación es el pegamento cotidiano en una relación de pareja feliz, madura y consciente. Implica aceptar y entender la realidad del otro sin juzgarla, sin criticarla, sin querer cambiarla o imponer la nuestra. Es dar espacio a la necesidad, la emoción o el pensamiento que tiene el ser amado, y hacerle ver que lo que experimenta nos importa.

Debemos ser capaces de escuchar y comprender al otro desde su perspectiva, mostrando respeto. Este es un elemento clave en el éxito de una relación afectiva.

3. La seguridad
Un vínculo entre dos personas crecerá y madurará si ambos crean un espacio seguro donde encontrarse, cuidarse y resolver problemas. Convertirse en el refugio seguro del otro significa, también, ser capaces de realizar cambios para que ese vínculo prospere y siga creciendo. Es unir esfuerzos entre dos para dar forma ese espacio de protección en el cual, el diálogo, la confianza y la empatía fluyen de manera constante.

Para concluir, estamos ante un recurso interesante y práctico que nos permitirá entender esos nutrientes que hacen madurar relaciones más satisfactorias y felices. Libros como Imago Relationship Therapy: Perspectives on Theory (2005), por ejemplo, tuvieron bastante éxito.

Lo cual nos revela que, de algún modo, nos interesa tratar y sanear ciertas imágenes sobre el amor que, de forma inconsciente, nos limitan más que nos benefician.

Fuente:La mente es maravillosa

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