
¿Te acordás de cuando la amistad era un refugio?, lo que se perdió y lo que aún podemos rescatar
Sociedad06/11/2025
POSDATA Digital Press| Argentina
Te acordás de aquel amigo que siempre estaba. Cuando tu mundo se derrumbaba y bastaba una mirada para sentir que no estabas sola. O de aquella amiga con quien compartías tardes interminables sin necesidad de un plan estructurado, simplemente porque la amistad era la excusa y la razón. Las conversaciones sin prisa, los silencios cómodos, los encuentros sin necesidad de confirmación previa.
La amistad es uno de los lazos más poderosos que atraviesan nuestra existencia. Nos define, nos sostiene, nos transforma. Y sin embargo, como todo aquello que está vivo, cambia. No es la misma amistad la que vivieron quienes fueron jóvenes en los años 60 que la que tejemos hoy en 2025. Hay pérdidas, hay ganancias, hay mutaciones que en algunos casos fortalecen y en otros desafían el sentido genuino del encuentro.
¿Qué fue lo que cambió? ¿Cómo podemos afinar la esencia de este vínculo en tiempos donde lo inmediato parece reemplazar lo profundo?
Lo que se perdió
Hubo una época en la que la amistad era una presencia física. Los amigos se encontraban en cafés, compartían tardes en parques, escribían cartas que guardaban el pulso de un tiempo diferente. No existía la posibilidad de enviar un mensaje instantáneo; la espera era parte del ritual. Se tejía una paciencia que daba espacio a la profundidad.
La tecnología nos ha dado acceso a conexiones globales, pero también nos ha arrebatado algo esencial: la percepción del tiempo en los vínculos. El ritmo frenético de mensajes, la fragmentación de la atención, la ilusión de estar conectados cuando, en realidad, no nos estamos viendo. Se ha perdido la cultura del encuentro sin mediaciones, la capacidad de sostener el silencio sin ansiedad. Las amistades, muchas veces, se vuelven líquidas: fugaces, maleables, descartables.
La reciprocidad también ha sufrido transformaciones. Antes, la amistad se construía en pequeños gestos cotidianos, en una presencia estable, en una llamada inesperada solo para saber cómo estabas. Hoy, la rapidez de la interacción digital puede dar la sensación de cercanía, pero ¿qué sucede cuando se necesita una presencia real? ¿Cuánto nos sostenemos más allá de los comentarios, los "likes", las respuestas breves?
Lo que se ganó
Sin embargo, no todo es pérdida. Las distancias han desaparecido, permitiendo conexiones impensadas en otras épocas. Podemos hablar con alguien en otro país sin barreras, sostener amistades intercontinentales, compartir experiencias en tiempo real. La posibilidad de encontrar comunidades afines es más grande que nunca.
Además, el concepto de amistad se ha expandido. Antes, el círculo de amigos era limitado por la geografía y el entorno inmediato. Hoy, la diversidad de relaciones es mucho mayor. Se pueden compartir intereses sin importar dónde se esté, crear lazos con personas que quizás nunca se conocerán físicamente pero que pueden influir profundamente en nuestra vida.
La digitalización también ha dado espacio a nuevas formas de comunicación emocional. Muchos encuentran refugio en espacios virtuales donde pueden expresar lo que no logran decir en persona, donde la palabra escrita recupera su fuerza y donde, en ciertos casos, la amistad se convierte en un sostén emocional incluso más fuerte que el que algunas relaciones físicas pueden ofrecer.
Cómo preservar lo esencial
Frente a este contraste entre pérdidas y ganancias, la pregunta clave es: ¿cómo podemos fortalecer la amistad sin que se diluya en lo efímero?
Rescatar la profundidad en la comunicación: Tomarse el tiempo de escuchar, de escribir con intención, de sostener el vínculo más allá de la inmediatez.
Valorar el encuentro en persona: Apreciar la presencia física, los momentos compartidos sin pantallas como intermediarias. Amistad, Conexiones humanas, o Transformación socia
Reivindicar la confianza y la reciprocidad: Hacer que los vínculos sean más que conexiones digitales, que sean espacios de sostén real y mutuo.
Honrar el tiempo como un elemento clave: No todo debe ser instantáneo. La amistad se construye en la paciencia, en los momentos inesperados, en la capacidad de estar cuando realmente importa.
La amistad sigue viva, pero está en nuestras manos decidir qué queremos preservar. Porque más allá del cambio de época, el verdadero encuentro seguirá siendo el pilar fundamental de todo vínculo genuino.



Objetos con memoria: el lenguaje silencioso de las historias personales




¿Te acordás de cuando la amistad era un refugio?, lo que se perdió y lo que aún podemos rescatar
