Phillips: la primer mujer poeta, afro y esclava

Cultura - Sucesos históricos11/09/2023CVA  Producciones IntegralesCVA Producciones Integrales
  
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POSDATA Digital Press| Argentina

Fue llamada Phillips, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, que era el nombre del mercader que la compró. Había nacido en Senegal. Fue palpada, desnudada por muchas manos. A los trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuese la autora.

A los veinte años, Phillips fue interrogada por un tribunal de dieciocho ilustrados caballeros con toga y peluca. Tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados. Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: “Era mujer, era negra, fue esclavizada y era poeta”

Nació en 1753 y fue la primera escritora afroamericana en publicar un libro en los Estados Unidos (Poems on various subjects, “Poemas de varios asuntos”, 1773). Raptada y sometida a la esclavitud con tan solo siete años, la familia de mercaderes se aseguró de que recibiera una buena educación, incluyendo estudios de latín, griego, mitología e historia. Pronto dominaría el inglés, con su primer poema publicado hacia 1767 a la edad de 13, en el Newport Mercury.

Era intelectualmente dotada, lo que fue un aliciente para convertirse en la mujer que fue. George Washington admiraba su poesía, llegándose a referir a ella por “gran genio poético”. Y si esta se caracterizaba muchas veces por su contenido cristiano, se debe a que fue convertida a esta fe a través de John y Susannah Wheatley, sus compradores. Tras la muerte de John y Susannah Wheatley, Phillis contrajo matrimonio con un negro liberto y de profesión verdulero llamado John Peters.

SOBRE SER TRAÍDOS DE ÁFRICA A AMÉRICA

Fue la misericordia la que me trajo desde mi tierra pagana,
le enseñé a mi alma ignorante a entender
que hay un Dios, que hay un salvador también:
no lo conocía ni lo buscaba, me redimió.
Algunos vieron nuestra raza azabache con ojos de desprecio,
«Su color tiene un tinte diabólico».
Recuerden, Cristianos, Negros, negro como Cain,
púlete y únete al tren angelical.

Luego de que su marido la abandonara, realizó tareas domésticas como sirvienta. Ni el trabajo duro ni su habilidad artística le brindarían prosperidad, lo que desembocaría en su temprano deceso a la edad de 31, sumida en la pobreza, y muriendo su tercer hijo unas horas después. Un segundo volumen de poesía en el que se encontraba trabajando se ha perdido.

Muchos de sus poemas están dedicados a personalidades famosas. Escasa vez menciona su propia situación en los poemas que escribe. Uno de los pocos que tratan la esclavitud es “On being brought from Africa to America” (Sobre el ser traída desde África hasta América):

`TWAS mercy brought me from my Pagan land, Taught my benighted soul to understand That there’s a God, that there’s a Saviour too: Once I redemption neither sought nor knew. Some view our sable race with scornful eye, “Their colour is a diabolic dye.” Remember, Christians, Negroes, black as Cain, May be refin’d, and join th’ angelic train.´

Fue la gracia la que me trajo desde mi tierra pagana, le enseñó a mi ignorante alma a entender que hay un Dios, que hay un Salvador también: Una vez no he buscado ni sabía de la redención. Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso, “Su color es un hito diabólico.” Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín, Podrán ser refinados, y unirse al angélico tren. Esa era Phillips, mujer negra que, en la crueldad de la esclavitud, tenía libertad intelectual. ¡Soy porque somos!

UN HIMNO AL CREPÚSCULO
Tan pronto como el sol abandonó el este central
el trueno repicó y sacudió la llanura celestial;
¡Esplendor majestuoso! desde el ala del céfiro,
exhala el perfume de la primavera en flor .
Suave murmullo de los arroyos, las aves renuevan sus notas,
y a través del aire su música flota mezclada

¡A través de todos los cielos qué tintes tan bellos se extienden!

Pero las glorias al oeste, el rojo en lo más profundo:
Así que muchos de nuestros pechos con cada resplandor virtud,
¡los templos de vida de nuestro Dios en la tierra!

Lleno de la gloria de aquel que da la luz,
y corre el azabache las cortinas de la noche,
que le permiten dormitar plácido, calmo, de su mente cansada,
en la mañana despierta más placentero, más compuesto;
así serán las labores de el día que comienza
más puro, más reservado de los lazos del pecado.

Cetro de plomo de una noche que sella mis ojos soñolientos,
entonces cesa mi canción, hasta que justo se hubiere erguido la Aurora.

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