Por qué creemos que las doce uvas traen suerte

La tradición de comerlas en Nochevieja nace en el siglo XX.

Sociedad08/12/2018 CVA Producciones Integrales
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El tomar uvas en Nochevieja es una tradición relativamente reciente (kiko_jimenez / Getty)
  

Posdata Digital | Argentina.

Muchas tradiciones tienen un origen poco documentado y la de la uvas de Nochevieja no podía ser una excepción. La tradición de comer doce uvas parece que empezó en Madrid a finales del siglo XIX en el seno de una burguesía que buscaba parecerse a sus semejantes parisinos copiando las modas y las costumbres de la Ciudad de la Luz. Uva y champán, oh là là.

“Comer uvas bienechoras”, tal como las bautizó el periódico El Imparcial, comenzó a popularizarse entre una población tan dispuesta a ridiculizar a las clases pudientes que decidió trasladar la tradición a la Plaza del Sol y tomar las doce uvas al son de las doce campanadas que daban la bienvenida al nuevo año.

El origen de esta revuelta festiva fue un bando municipal promulgado por el alcalde José Abascal con el que trataba de controlar las actividades escandalosas de las clases populares durante las Navidades. Como protesta por un bando que consideraban discriminatorio, el pueblo trasladó la algarabía al centro de Madrid.

La tradición no se extendió por España hasta entrado el siglo XX. Los periódicos de la capital hablaban de las uvas de la buena suerte, pero cada región de la península vivía fiel a sus costumbres. Es probable, no hay pruebas fehacientes, que la tradición madrileña se popularizara a partir de 1909 gracias a la pericia comercial de los productores de uva de Alicante, los cuales, frente al exceso de producción de Aledo, la variedad de la zona, decidieron vender el sobrante a bajo precio para ser consumido en una fecha ya marcada en el calendario. Doce uvas para doce campanadas.

El primer periódico en escribir ‘comer uvas bienechoras’ fue El Imparcial”

La costumbre capitalina pronto se convirtió en española y no tardó en cruzar el Océano Atlántico para entrar con fuerza en casi todos los países de América Latina salvo los que no tenían la variedad de la uva propia de la Navidad. En estos países, decidieron sustituir las doce uvas por doce pasas y así, la suerte también tuvo su precio comestible.

La primera emisión de TVE de las doce campanadas fue en 1962 y desde entonces, y a pesar de la entrada de nuevas cadenas en el negocio del racimo, sigue siendo la emisión más popular en los hogares españoles. La retransmisiones más recordadas desde la Puerta del Sol son aquellas en la que los presentadores han cavado su tumba profesional tras cometer un error garrafal, mezclar los cuartos con las campanadas, traspié que ha asfixiado a más de un televidente con una uva tragada a destiempo.

La costumbre de comer un producto especial para dar la bienvenida al nuevo año no es solo española. En Alemania, por ejemplo, se apartan en el plato los restos de la cena y se guardan hasta la medianoche para asegurarse la despensa del próximo año. Y en Italia, se come un plato de lentejas después de la medianoche como deseo de encontrar fortuna y riqueza para el año venidero. Una tradición que se remonta a la Antigua Roma, cuando regalaban una bolsa de cuero llena de lentejas como símbolo de prosperidad.

La superstición no tiene fronteras.

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