Cuarentena: Newton cambió la historia de la Física

Atendiendo a otras cuarentenas pretéritas, podemos quedarnos con la parte positiva ante esta medida de prevención.

Cultura - Sucesos históricos 15/03/2020 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales
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POSDATA Digital Press | Argentina

En muchos lugares del planeta se están viviendo cuarentenas domiciliarias a causa de la epidemia de coronavirus cuyas consecuencias psicológicas y sociológicas están por ver. Sin embargo, atendiendo a otras cuarentenas pretéritas, podemos quedarnos con la parte positiva.

Durante la Peste, por ejemplo, el confinamiento en casa y el distanciamiento social seguramente favoreció a genios como Shakespeare o Newton para que, rodeados de tiempo, tranquilidad, silencio y otros elementos impropios de la agitada vida social, llevaran a cabo algunas de sus obras maestras.

 La cuarentena de Newton
En Japón existe un fenómeno único en el mundo en el que generalmente adolescentes deciden enclaustrarse en su habitación y no salir durante semanas o meses, el Hikikomori. También en Occidente estamos habituados a casos de monjes u otros que deciden convertirse en anacoretas, aislándose durante una buena o para siempre del mundo. Pero es la primera vez en la historia reciente que muchos de nosotros nos vamos a ver obligados a permanecer mucho tiempo entre cuatro paredes (aunque ahora dispongamos de una quinta en forma de pantalla que nos permite ver mucho más allá).

En Londres, una cuarta parte de la población moriría de Peste entre 1665 y 1666. Fue uno de los últimos brotes importantes en los 400 años que la Peste Negra devastó Europa. Newton regresó a Cambridge en 1667, teorías en mano. Dos dos años después, Newton se convirtió en profesor.

Por su parte, durante una cuarentena de la plaga de 1605, William Shakespeare escribió Macbeth y El Rey Lear.

"La peste fue la fuerza más poderosa que moldeó su vida y la de sus contemporáneos", escribió Jonathan Bate, uno de sus muchos biógrafos.

La plaga cerró los teatros de Londres. Shakespeare sintió que escribir era la mejor forma de aprovechar su tiempo. "Esto significaba que sus días estaban libres, por primera vez desde principios de la década de 1590, para colaborar con otros dramaturgos", escribe James S. Shapiro en su libro The Year of Lear: Shakespeare in 1606.

Quizá estemos condenados a estar entre cuatro paredes (o cinco), pero nuestra mente nunca lo estará.

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