El juramento hipocrático, la base de la ética en la medicina

Los médicos realmente son los héroes del contexto actual. Su labor va más allá de la vocación, se trata de un amor inmenso por la humanidad y viene escrita en un código muy conocido por los profesionales de la salud.

Cultura - Sucesos históricos02/10/2021CVA  Producciones IntegralesCVA Producciones Integrales
  
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POSDATA Digital Press | Argentina

Los médicos realmente son los héroes del contexto actual. Gracias a su arduo labor, hoy en día se están salvando miles de vidas y se está trabajando en pro de encontrar una cura para la pandemia que azota al mundo. Eso se ha ganado el reconocimiento mundial y una ola de aplausos desde los balcones de quienes cumplen su cuarentena como es debido.

Toda esta labor médica y este trabajo incansable va incluso más allá de la vocación, se trata de un amor inmenso por la humanidad y por la preservación de la vida, pasión que muy pocos pueden entender. Esta pasión viene escrita en un código muy conocido por los profesionales de la salud, el cual resume casi poéticamente las labores que debe cumplir un médico. Este es el juramento hipocrático.

Hipócrates fue el creador de este juramento, y por esta y otras razones es considerado el padre de la medicina.

Este griego nació en el año 460 antes de Cristo, en la isla de Cos. Recibió este alto reconocimiento en el área de la salud debido a que fue el primero en cambiar en absoluto lo que se pensaba acerca de la medicina en la antigua Grecia.

Rechazó que la enfermedad era producida por supersticiones, como espíritus diabólicos o las decisiones que tomaran los dioses. También aseguró que la enfermedad tenía una explicación física y racional, el cual fue el primer paso para que comenzaran a desarrollarse las ciencias de la salud.

Además, trataba al cuerpo como un todo y no como una serie de partes, además de establecer que para recuperarse de una enfermedad se necesita descanso, aire fresco, una buena dieta e higiene. Fue el primero también en establecer que las ideas provenían del cerebro y no del corazón.

Vinculado a la mitología

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Los griegos aseguraban que Hipócrates era descendiente del dios Apolo gracias a viejas historias mitológicas.

Se dice que Apolo se enamoró de una mortal llamada Coronis, pero no podía estar con ella todo el tiempo. Así, envió a un cuervo blanco a que la cuidara y la vigilara, pero un tiempo después, este cuervo volvió con una terrible noticia: Coronis se había enamorado de otro hombre.

Así es como se desata la furia de Apolo, quien tomó al cuervo como un ave de mal agüero y pintándola de negro. Posteriormente, fue hacia Coronis y le quitó la vida con la punta de su flecha, y en su último aliento, esta le confesó que estaba esperando un hijo suyo.

Fue entonces cuando Apolo, desesperado, decidió salvar al bebé, Asclepio, y una vez que estuvo a salvo, se lo entregó al maestro de Aquiles, el centauro Quirón, quien lo educó en el arte de la medicina.

Asclepio creció como el dios de la medicina y tuvo dos hijas, Higía, diosa de la limpieza, la curación y la sanidad; y Panacea, quien era capaz de encontrar el remedio de cualquier enfermedad. Se dice entonces que Hipócrates descendía de una de ellas.

La creación del juramento

Hipócrates amó la medicina durante toda su vida, y no solo aportó sus conocimientos al mundo, sino que también fue el que redactó y le dio nombre el código que rige a todos los médicos del mundo.

El mismo reza lo siguiente:

Juro por Apolo médico, por Esculapio, por Higea y Pancea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, que cumpliré, según mis fuerzas y mi capacidad, el juramento y el compromiso siguiente:

Respetaré a mi maestro de medicina tanto como a los autores de mis días, compartiré con él mis bienes y, si es preciso, atenderé a sus necesidades; consideraré a sus hijos como hermanos y, si desean aprender la medicina, se las enseñaré gratis y sin compromiso.

Comunicaré los preceptos, las lecciones orales y el resto de la enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro, a los discípulos ligados por un compromiso y un juramento según la ley médica, pero a nadie más.

Dirigiré el régimen de los enfermos en provecho de ellos, según mis fuerzas y mi juicio, y me abstendré de todo mal y de toda injusticia.

No entregaré veneno a nadie si me lo piden, ni tomaré la iniciativa de tal sugestión, tampoco entregaré a ninguna mujer un pesario destructivo.

Pasaré mi vida y ejercitaré mi arte en la inocencia y la pureza.
No operaré del mal de piedra.

En cualquier casa que entre, iré para la utilidad de los enfermos, guardándome de toda mala acción voluntaria y de corrupción, y sobre todo de la seducción de mujeres y de muchachos, libre o esclavos.

De todo aquello que vea u oiga en la sociedad durante el ejercicio de mi profesión, e incluso fuera de ella, callaré lo que no necesita ser nunca divulgado, considerando la discreción como un deber en semejante caso.

Si cumplo este juramento sin infringirlo, seré honrado siempre por los hombres; si lo violo y soy perjuro, que mi suerte sea la contraria.


Como podrás observar, comienza el juramento nombrando a sus ascendentes, explicando que es su obligación el cumplimiento de lo que viene a continuación, tal como se puede esperar de un descendiente de estos personajes.

En general, todo en el juramento está bastante claro. Sin embargo, aun así hay pasajes que causan opiniones divididas y controversia, tal como el que reza: “No entregaré veneno a nadie, si me lo piden, ni tomaré la iniciativa de tal sugestión, tampoco entregaré a ninguna mujer un pesario destructivo”. Muchos lo asocian a la eutanasia y a los abortos, aunque otros defienden que se trata de la contratación de médicos asesinos por intereses políticos y una objeción clínica a los métodos abortivos de la época, pero no al acto en sí mismo.

En fin, este último pasaje, a pesar de causar opiniones divididas, mantiene un solo discurso y es el de la preservación de la vida de los pacientes y la búsqueda incansable de su bienestar. Esto es lo que practican todos los médicos honorables que se encuentran allá afuera luchando por sus pacientes y sacando adelante al mundo entero, exponiéndose durante muchas horas a enfermedades terribles bajo máscaras que dejan fuertes marcas en sus rostros.

Por esto y más, hoy estos héroes con batas de doctores merecen toda nuestra admiración y respeto. Sin duda alguna, hoy en día el padre de la medicina estaría orgulloso de su legado.

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