Como dice Luis
La nueva rutina en casa, todos los integrantes de la familia (24 por 7) juntos.
Columnas - De mí hacia ustedes27/08/2020 María Cecilia MarsiliPOSDATA Digital Press | Argentina
—Hola chicas, me llamo Alelí, nombre de florcita, pero en casa me dicen Lelita, es como más cariñoso.
La profesora me preguntó por qué estaba interesada en el Taller.
Yo la llamé porque, como dice Luis (Luis es mi marido), no puede ser que no tenga “ninguna” amiga a quien llamar, ninguna, que siempre que quiero charlar con alguien esté interrumpiéndolo a él o a los chicos, que están ocupados con sus cosas. Ahí me dijo Luis: “conseguite alguna amiga”.
Yo le dije a Luis que no tengo amigas porque en realidad ¿de dónde voy a tener si no salgo de casa, no?
Veintiocho años acá metida llevo. Por un lado, mejor, vieron cómo está todo allá afuera, con la inseguridad que hay. Además, yo no estoy mal acá, eh? Porque -como dice Luis- ¿qué mejor lugar para una mujer que en casa con su marido, con los chicos? ¡Si acá no me falta nada!
Ni que trabajar tengo.
Bueno, salvo la limpieza que -como dice Luis- no vamos a meter un extraño en casa, quién mejor que la dueña de casa para limpiar sus propios pisos, no?
Y la comida…que no será un “trabajo” pero que quedás cansada, quedás, ¡eh! Es que tenemos nueve chicos, ¡NUEVE! Porque (como dice Luis) ¡no hay nada más lindo que los chicos!
Pero cómo comen! Encima se aburren si uno repite las comidas, son tremendos los chicos de ahora, tan exigentes! Pero -como dice Luis- ¿qué no haría uno por ellos, no?
Por eso, cuando Luis me dijo “buscate algo que te guste” estuve como 3 meses pensando qué me gusta. ¡Ni idea! ¡Mirá de pronto con lo que me viene Luis!
Pero al final me di cuenta. Ya sé lo que me gusta: ¡A mi me pierden las series de Netflix!
Les digo más, mi día perfecto es así: me levanto a las 6, desayuno sola, rapidito, café con leche, tostadas con Casancrem y mi Clonazepan, eso siempre porque -como dice Luis-: si se puede estar bien ¿para qué estar mal, no? Y ahí nomás arranco, bien temprano: limpio, lavo, ordeno, cocino, plancho. Todo bien hecho, esperando la tarde, cuando no hay nadie en casa y por fin me siento a ver Netflix! Qué emoción, qué mundos, cómo pasa de todo! Pongo Play y empiezo a llorar, en los títulos nomás. Se nota que soy sensible.
Pero esos días perfectos no existen más.
¡Desde que empezó la cuarentena, de casa no se va nadie! Están todos: los chicos, los nueve, y Luis, y viene el novio de Clarita también. Se terminó Netflix. Acá hay 4 teles y varias compus pero ¡somos 12! Y yo nunca tuve compu porque -como dice Luis- ¿para qué gastar en una computadora si no la necesito?
Y la verdad que… “necesitarla” lo que se dice “necesitarla”, no la necesito.
Como dice Luis, no es lo mismo él, que trabaja, o Martincito que a veces algo estudia, por cada semana que estudia se toma 6 meses sabáticos, se nota que lo estresa, pobrecito, o Tomasito que ensaya y se graba, o Marianita que se conecta con sus amigas, chiquita, encima que está aislada, o Clarita que charla horas con su novio, cómo lo extraña!!, o las mellizas que si no se aburren, o Mateo y Facu que están con la Play y los jueguitos, no salen ni a hacer pis!… El otro día Mateo se meó encima pobrecito, y eso que tiene 11 añitos…
Yo SÍ puedo estar sin Netflix ¡claro que puedo! Pero no es lo mismo.
Encima la cuarentena no me está haciendo bien… sin la ilusión de Netflix empecé a pensar de más, cosas feas, tengo unos sueños horribles, y eso que subí el Clonazepan, estoy con 5 por día pero vieron como el cuerpo se acostumbra…
Así que empecé con mi celular, todo el día, dele googlear, sobre todo tutoriales, se me dió por los tutoriales de un tema, de otro, hasta de electricidad !Y tanto me enganché con el tema eléctrico que anduve pensando que… cambiando un par de cablecitos podría darle una sorpresita a los chiquitines, a Mateo que apenas abre un ojo, se mete directo en sus jueguitos, que ponga ON y le venga una descarguita, digamos una pequeñita electrocución, y lo mismo a Facu y a Tommy y su guitarrita eléctrica.
Y pensando en Martincito, que vive encerrado con los auriculares puestos, van 11 meses que no contesta… encontré un tutorial buenísimo! Un ingeniero que explica muy bien, muy clarito, y parece que con un cambio nomás, un amplificadorcito, puedo hacer que en cuanto se encaje los auriculares y prenda su musiquita le caigan juntos unos 200 decibeles! Quedará sordito un tiempo pero ahí empezará a usar su VISTA. Y en cuanto mire me verá a mí, parada en la puerta de su cuarto, meses hace que estoy esperando que me vea, meses!
Y el reciclado que lindo es también, hay que aprovechar lo que da la naturaleza. Entonces pensé en Marianita, tan adolescente, que anda con esa obsesión de cambiarse el color del pelo, que rosa, que verde, que rojo, que gris, que me deja el baño manchado hasta el techo y nunca está conforme…La idea es reutilizar algo casero, cotidiano. Lo tengo a Facu, el chiquitín, siempre con piojos –horas pasándole el peine fino- ¿por qué no darle un buen uso a tanto bicho? Así que empecé a guardar los piojitos y las liendres en un frasquito, bastante junté, y dije, a la primera que le haga la cama a Marianita le incrusto bien todos los piojitos en la funda de la almohada. Una temporada con Nopucid y vinagre, o incluso peladita, no le vendría mal… A veces con esas cosas maduran mucho las chicas…
Ni hablar de las mellizas, siempre tiraditas, largaron el colegio, una no trabaja ni estudia, y la otra la ayuda. Sólo miran pantallas. ¿Por qué no aprovechar los ladrillos que quedaron de la última reforma y con el tutorial de albañilería tapiarles prolijita la puerta? Les dejo unas latitas de atún y que se esfuercen. Van a aprender. O quizás ni se den cuenta mientras tengan señal. Y a Clarita, que cuando viene el novio pasan días en el dormitorio, siempre encerrados, comen adentro, bandejitas de acá y de allá, pensé en hacerles unas empanaditas de tofu porque son veganos encima y encajarles un buen chorro de ese Dulcolax sin sabor, buen laxante. Ahí sí que van a salir del dormitorio…Y con Luis… bueno, eso siempre lo tuve claro.
Él insiste con las pastas rellenas y caseras, que cómo las vamos a comprar hechas, que uno no sabe qué les ponen. Y no te come pasta seca, eh? Tiene que ser rellena: ravioles, canelones, capelletis. Entonces ¿qué tal repetir esos sorrentinos que hice cuando vino su socio? Cuatro quesos y jamón crudo, un manjar, y le doy un toquecito de ese matacaballos sin sabor que me pasó mi amiga veterinaria? Y que sea lo que Dios quiera… Dicen que nadie muere en la víspera:
Si se pone bien se pone bien, pero se le van a ir las ganas de pedir pasta rellena, ¿no? Así que acá estoy. Finalmente no pasó nada grave.
Estamos en casa, tranquilas con Inesita ¿Les conté de ella? Es la única parecida a mi, ya se ordenó su cuarto y está haciendo origami.
Clarita y el novio se fueron de casa, peleadísimos después de las empanaditas. ¡Cómo se pelearon por el baño! Y eso que ellos no se peleaban nunca… De las mellizas no supe más nada. El resto de la familia, bien. Siguen internados, pero bien, yo los llamo todos los días.
Y mientras tanto me estoy haciendo un festival de Netflix ¡¡Qué maravillaaa!!
Y cuando finalmente vuelvan todos, le voy a decir a Luis que mejor compremos otra tele, bien grande, sólo para mi, así estamos bien seguros de que nunca más me falten buenas películas.
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