El gran resplandor

Primer relato exclusivo 2021.- "No sé de quién fue la culpa. Quizás lo fue de todos"

El Arca de Luis03/01/2021 Luis García Orihuela
  
EL GRAN RESPLANDOR (1)
Crédito:Pinterest

POSDATA Digital Press | Argentina

Luis García Orihuela
Por Luis García Orihuela | Escritor | Poeta | Dibujante

 

Dejo esta grabación en la esperanza de que llegue a ser escuchada y tenida en cuenta en un futuro que sin duda habrá de llegar trayendo consigo una nueva raza humana capaz de aprender de los errores del pasado para no volver a incurrir en ellos. Es difícil, lo se...

Transmitiré mientras mi viejo celular le reste batería y las fuerzas no dejen de acompañarme.

Lo primero que debes saber, amigo que ahora me escuchas, es que la Humanidad ha decidido llevar a la práctica lo que será el mayor suicidio colectivo de la Historia del ser humano. Quizás esta verdad que termino de decirte ya haya contestado a una de entre muchas preguntas que debes de tener y a los que como tú, hayan sobrevivido o nacido en lo que imagino sea una nueva oportunidad para la raza humana. Era de esperar que el camino tomado había de llevarnos a un final y quién sabe si a un nuevo comienzo. No lo se… el tiempo lo dirá.

 ¿Nos volvimos locos? Seguro que te lo estarás preguntando, pero antes permíteme que te cuente cómo llegamos a tomar dicha decisión tan drástica y totalitaria. Todo comenzó oficialmente el 31 de diciembre de 2019. La Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan de pronto informó sobre 27 casos de personas con neumonía de etiología desconocida. Aquel día, ya casi tres años atrás nos ha llevado hoy a esta situación de ‘game over’, de juego terminado. Ya no disponemos de más vidas con las que volver a comenzar.

Entonces parecía relevante el averiguar en dónde se había iniciado todo, y quién había sido el primer infectado por el virus. Finalmente China no pudo ocultarlo por más tiempo y reconoció oficialmente la crisis médica que estaban padeciendo. Los muertos dejaron de ser cientos diariamente para pasar a ser miles. 

 El Holocausto de la pandemia estaba entre nosotros, y a los pocos meses de su aparición, se había propagado por todo el planeta. Nadie supo ver lo que se nos venía encima... o quizás, y esta es una opinión mía, se daban muchos intereses por parte de corporaciones internacionales, grandes compañías como las farmacéuticas, dispuestas a todo, con tal de enriquecerse aún más y alcanzar un mayor poder. Luego, como ya habrás adivinado, fue demasiado tarde. Para cuando los gobiernos quisieron darse cuenta y tomar cartas en el asunto, la pandemia formaba parte de nuestro día a día y el ir con mascarillas cubriéndonos nariz y boca, y las manos enfundadas en guantes de látex nos resultaba tan común y tan familiar, como el aseo personal al levantarnos cada mañana. 

Todos creían saber lo que pasaba y cómo combatirla. De la noche a la mañana en la población aparecieron expertos en virus y en cómo combatir sus síntomas cuyos efectos eran la muerte del contagiado en la mayoría de los casos. ¡Todólogos, amigo! De todo decían saber, cuando en realidad no sabían de nada. Los programas televisivos de noticias, las tertulias del mediodía se los rifaban para tenerlos en sus programas. Las audiencias justificaban su presencia a pesar de día tras día decir lo mismo y no aclarar nada. Mentiras y más mentiras

 Necesito hacer un alto en la grabación. Pero me conectaré más adelante. 

  Ayer no pude seguir con la grabación, pero al menos me consuela el disponer de más batería. Durante la noche tuve tiempo de pensar y asimilar, que quizás todo terminé en el día de mañana.

 Me dirijo con mi familia a las regiones Árticas, Huimos de la decisión final. Vamos en busca de un amigo inuk, en la esperanza de encontrarnos con él, y quién sabe si sobrevivir juntos a lo que nos acontezca. El frío y la abundancia de prendas de abrigo, dificulta nuestro avance y lo hace lento y fatigoso. Es por ello el que mi voz suene en ocasiones ahogada y se entrecorta. La altitud hace que nos falte el aire, pero lo vamos sobrellevando mi mujer y mis hijos lo mejor que podemos. Cuando hacemos algún alto en el camino aprovechamos para jugar un rato con los perros. Ellos también están raros, ansiosos. Seguramente presienten algo. Les vemos nerviosos. Huelen el aire con insistencia. El jugar con nosotros parece que les va bien y les calma en cierta medida.

 La noche fue complicada para nosotros y bastante agotadora. Fue por ello el que decidí no seguir con la grabación y ahorrar batería. Hoy es el gran día…. Como os contaba ayer, en la primera grabación, ha tenido que ser un virus, un enemigo invisible el que nos venciera a todos de un plumazo devastador y mortífero. En esta guerra las víctimas, los muertos, solo se dan en un bando y ese bando desgraciadamente en el nuestro. 

Anoche, durante la frugal cena que tuvimos, lo hablaba con mi esposa Karen. Quizás éste fue siempre el destino de la Humanidad, y como dice ella es la forma que tiene el planeta de recuperar lo que siempre le ha pertenecido por derecho propio. Una vez más, los que hemos formado parte de la masa hemos pagado las consecuencias de las decisiones de unos pocos a los cuales pusimos nosotros  mismos en el poder.

Durante meses se nos fue restringiendo las libertades y la movilidad. Los confinamientos y cierres de fronteras se hicieron algo frecuente en nuestro día a día, Los comercios grandes y pequeños cerraban, o bien para no tener más perdidas, o para no ser multados por saltarse las leyes que se cambiaban constantemente, a razón de los datos diarios de infectados y las cifras de los muertos. La distancia social impuesta por los gobiernos de mantenernos alejados unos de otros a dos metros, el llevar mascarillas puestas, tanto en lugares cerrados como en la calle, no evitaba el aumento de los contagios. El uso prolongado de los geles sanitarios en las manos comenzó a generar alergias en la piel. Lo siguiente, fue la obligatoriedad de viajar en constante silencio para evitar la propagación del virus por el aire al hablar.

 El vivir, hasta hace poco más de un mes, se ha ido haciendo cada vez más complicado e insufrible. La economía mundial ha caído a día de hoy de manera irreversible. Si no es el virus quién nos mata, lo es el hambre. Ahora, sin trabajo, sin comida en buen estado, es el ser humano el que mata a los de su especie para poder sobrevivir, Como ya dije, la decisión que nunca debería de haberse tomado se ha aprobado por unanimidad. Por primera vez en la historia de la civilización, el conjunto de todas las naciones se ha puesto de acuerdo… desgraciadamente, para la autodestrucción voluntaria de nuestro hermoso planeta azul. Solo así ganaremos al virus y venceremos en esta batalla final.

Por supuesto una cosa es la decisión irrevocable de las naciones, y otra muy distinta, la aceptación por parte de la totalidad de quienes conformamos este mundo. Algunos decidimos soñar en la esperanza de alcanzar un lugar en donde no haya virus y con la fe de que con sus bombas más destructivas no sean capaces de cumplir sus propósitos. Ese es nuestro deseo y pedimos a Dios nos proteja ahora y siempre. A nosotros y a nuestros hijos. 

 El suelo tiembla bajo nuestros pies. A nuestra espalda, vemos como un gran resplandor se propaga por el firmamento iluminándolo todo de tonos nunca antes vistos. A nuestro lado ladran los perros al vacío, desafiando al destino.

 


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