
Algo frecuente en la historia es conservar los cerebros de las mentes más grandes para estudiarlos y ver qué podemos encontrar.
Algo frecuente en la historia es conservar los cerebros de las mentes más grandes para estudiarlos y ver qué podemos encontrar.
AUDIOPOEMA.- Inédito, en la voz inconfundible de su autor.
El Arca de Luis 12/05/2021 Luis García OrihuelaPOSDATA Digital Press | Argentina
Por Luis García Orihuela | Escritor | Poeta | Dibujante
Al final los tigres de Borges
tan sólo eran dos gatitos
que gozosos jugaban
en la arena de la playa.
Oh, viejo amigo, cascarrabias
tu blanca ceguera,
-que bien pudo nombrar
el portugués Saramago-
te hizo ver gigantes
y luchar contra molinos de viento
contra ríos Platenses
en una Argentina que se bifurcaba
y dormía en los anaqueles de la Historia
disgustada por tantas veredas.
Duerme ahora tranquilo.
Mientras, el que nunca dejó de crecer
se entretiene jugando en las calles
de Banfield, a la Rayuela.
¿En donde estará la Maga?
¿A dónde se habrá ido?
¡Ay, coronel Laureano!,
¡Ay, señor Buendía!
ni en cien años de soledad
yo lo adivinaría.
Doblan las campanas
tañen sus lamentos
avisando de una muerte
pero no, de quién es el muerto.
Atrás queda Baudelaire
imperturbable
con sus flores del mal
de otro tiempo
preparando un ramo maldito
de rosas negras marchitas
plenas de espinas
y de hojas resecas.
Atrás queda el viejo Bukowski
botella de whisky en mano
llevándosela a la boca
y propinándole un largo trago
que mañana no recordará.
Escupe a uno y otro lado
se limpia con la manga de la camisa
que un día tubo colores
en vez de cómo ahora malos olores.
Eructa hacia la vida
desafiándola
y llama a una joven que pasa
de piernas largas
que se aleja presurosa de él.
Cada día que ha pasado, he mordido
versos que pugnaban por escapar
dejando a su paso un sabor agridulce
en mi dormida boca.
Acudían una y otra vez
Incansables, impertinentes, tenaces
con múltiples metáforas
que se deshacían
efervescentes
antes de llegar a cuajar
en mi húmedo paladar
o conseguir escapar indemnes
de entre mis prietos labios.
Ya mis días se hacen extraños, distintos
crecen en un soplo y mueren al siguiente.
Sus horas, antes bravas y espigadas,
ahora son remansos de quietud
su luz, divina, cada vez más tenue
se apelmaza y muere en el ocaso
que otrora puede lleve mi nombre
escrito en su voraz colapso.
***
MY DAYS ARE BECOMING STRANGE
In the end the tigers of Borges
they were just two kittens
how joyfully they played
in the sand on the beach.
Oh old friend, curmudgeon
your white blindness,
-that he could well name
the Portuguese Saramago-
he made you look giants
and fight windmills
against Platenses rivers
in an Argentina that forked
and slept on the shelves of history
disgusted by so many paths.
Sleep easy now.
Meanwhile, the one who never stopped growing
he entertains himself playing in the streets
from Banfield, to the Hopscotch.
Where will La Maga be?
Where has she gone?
Oh, Colonel Laureano!
Oh, Mr. Buendía!
nor in a hundred years of loneliness
I would guess.
The bell tolls
their laments ring
warning of a death
but no, whose is the dead.
Gone is Baudelaire
imperturbable
with its flowers of evil
from another time
preparing a damn bouquet
of withered black roses
full of thorns
and dry leaves.
Gone is old Bukowski
whiskey bottle in hand
taking it to his mouth
and giving him a long drink
that he will not remember tomorrow.
Spit to one side and the other
wipes himself with the sleeve of his shirt
that one day had colors
instead of how bad smells now.
Burp into life
challenging her
and he calls a young woman who passes
long legged
that she hurries away from him.
Every day that has passed, I have bitten
verses that struggled to escape
leaving a bittersweet taste in its wake
in my sleeping mouth.
They came again and again
Tireless, impertinent, tenacious
with multiple metaphors
that were undone
effervescent
before coming to set
on my wet palate
or get away unscathed
from between my tight lips.
My days are getting strange, different
they grow in one breath and die the next.
Its hours, once brave and spiky,
now they are backwaters of stillness
its light, divine, increasingly dim
cakes and dies in the sunset
that once may bear my name
written in the voracious collapse of him.
***
AUDIO.-Idea, producción y voz en off: Luis García Orihuela
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Algo frecuente en la historia es conservar los cerebros de las mentes más grandes para estudiarlos y ver qué podemos encontrar.