Nancy Wake, ‘El Ratón Blanco’: la espía más buscada por los nazis

Se convirtió en la espía más buscada por los nazis.

Cultura - Sucesos históricos 26/08/2021 CVA  Producciones Integrales CVA Producciones Integrales

POSDATA Digital Press | Argentina

Sabemos que el espionaje durante las guerras era el pan de cada día, pero existen algunos personajes que son difíciles de olvidar. Previamente hablamos de Mata Hari, una bailarina muy famosa a inicios de 1900, pero hoy hablaremos de una periodista de la Segunda Guerra Mundial que era tan escurridiza que fue apodada por la propia Gestapo como “El Ratón Blanco”. Su nombre es Nancy Wake y se convirtió en la espía más buscada por los nazis.

Nació en Nueva Zelanda en 1912 y su infancia la vivió en Sidney, Australia. Su padre los abandonó cuando era solo una niña y su madre tuvo que encargarse ella sola de la familia, por lo que vivió momentos muy duros debido a su situación económica. Sin embargo, Wake siempre fue muy independiente, pues cuando tenía 16 años, se mudó de casa para estudiar enfermería y poco tiempo después se mudó a Nueva York gracias a la herencia que recibió de una de sus tías.

Ya en Estados Unidos, Wake comenzó a estudiar periodismo y poco tiempo después ya estaba trabajando en varios diarios como corresponsal europea de la prensa estadounidense. Sin embargo, este papel también hizo que presenciara de cerca una de las peores épocas de la historia: el ascenso del nazismo. Incluso en 1933 tuvo que entrevistar al propio Adolf Hitler como reportera del grupo Hearst.

Durante una visita que hizo en Viena, Nancy Wake reportó haber visto a bandas de nazis golpeando a hombres y mujeres judíos en las calles al azar, lo cual encendió una llama en ella que nunca se apagaría. A partir de entonces dedicó gran parte de su vida a colaborar con el fin del nazismo.

En 1939 se casó con Henri Edmond Fiocca, un rico industrial francés, y fijó su estadía en Marsella, pero poco tiempo después el conflicto se formalizó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, por lo que ambos decidieron colaborar con la resistencia francesa luego de que el país se rindiera ante las fuerzas alemanas.

Wake llevó a cabo misiones bastante peligrosas entre 1940 y 1943 con el objetivo de interrumpir las comunicaciones alemanas. Algunas de ellas eran transportar paquetes, pero también ayudó a varios aliados y judíos a escapar de los nazis. Durante la época, la Gestapo, que era el servicio secreto alemán, le otorgó el apodo de “El Ratón Blanco” y la incluyó en la lista de los más buscados, y a pesar de publicar incluso una recompensa por su cabeza, nunca pudieron capturarla.

Wake aseguraba que su mayor arma era su atractivo físico. Lograba escabullirse en los puntos de control con identificaciones falsas y, gracias a su confianza, burlaba a los soldados haciendo uso de su inteligencia y, a veces, coqueteando con ellos para distraerlos.

En octubre de 1943, el esposo de Nancy Wake fue apresado. A Henri lo torturaron para tratar de sacarle información sobre el paradero de su esposa, pero fue fiel a ella y nunca reveló nada de información, por lo que fue ejecutado. Wake no supo su destino hasta el fin de la guerra.

Mientras tanto, la periodista escapaba a través de los Pirineos para llegar a Inglaterra a unirse a la Dirección de Operaciones Especiales (SOE por sus siglas en inglés). Fue entrenada por los británicos para desempeñar el papel de espía para los aliados y se convirtió en una de las 39 mujeres de la organización.

Nancy Wake en los Pirineos, 1943.


 Nancy Wake en los Pirineos, 1943

En abril de 1944, Wake llegó a Francia en paracaídas para organizar un grupo nuevo de la resistencia, los maquis, quienes apoyarían en la invasión aliada en Europa. El propio Winston Churchill le había dado la orden a la SOE de “incendiar Europa” para acabar con el enemigo.

Junto a los maquis, Nancy Wake se vio involucrada en recibir paquetes de armas y municiones que caían en paracaídas, establecer comunicaciones inalámbricas con Inglaterra, reclutar nuevos miembros para la resistencia y también entrenarlos para que sirvieran a los aliados.

Una de las misiones más peligrosas las llevó a cabo en una bicicleta mientras iba a recuperar códigos secretos, lo cual hizo luego de recorrer más de 400 kilómetros en tres días. Ella misma se ofreció como voluntaria para esta tarea porque estaba convencida de que podría completar el recorrido asegurando que era una ama de casa que volvía a su hogar. Tuvo razón y se convirtió en una de las hazañas de las que estuvo más orgullosa.

Se calcula que gracias a su trabajo de espionaje y liderando redadas, Nancy Wake causó más de mil bajas nazis durante la guerra. Incluso se habla de una oportunidad en la que tuvo que degollar a un soldado alemán para evitar que diera la voz de alarma mientras llevaba a cabo una misión junto a los maquis.

El 6 de junio de 1944, en el Día D, los aliados lograron ocupar el territorio francés y dos meses después, el país había sido liberado de los nazis.

Nancy Wake con su Medalla al Compañero de la Orden de Australia, 2004.


Nancy Wake se convirtió en la mujer más condecorada de la Segunda Guerra Mundial. Recibió la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos, la Medalla de la Resistencia de Francia, la Cruz de Guerra, la Medalla de Jorge, la Medalla a la Defensa, la Medalla a la Legión de Honor en Francia y varias condecoraciones más.

 Luego de la guerra, Wake tuvo una larga vida viajando entre el Reino Unido y Australia. Se casó con el expiloto australiano John Melvin y falleció a los 98 años el 7 de agosto de 2011, en el Hospital Kingston de Londres. Una de sus frases más célebres conmemora la vida y obra de esta valiente mujer:

Mientras hacía ese trabajo solía pensar que no importaba si moría, porque sin libertad no tiene sentido vivir”.

Fuente/Fotos:tekcrispy

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