La vida no siempre es perfecta

Opinión20/05/2023 María Beatriz Muñoz Ruiz
  

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POSDATA Digital Press| Argentina

Por María Beatriz Muñoz Ruiz | Escritora| Columnista internacional

  Hace poco se me ocurrió subir un video a mi tik tok diciendo frases de esas filosóficas que se me ocurren de vez en cuando, ya sabéis, uno de esos días que me siento transcendental. 

Un amigo me preguntó si me había ocurrido algo, más que nada, porque comenzaba diciendo que no podía afirmar que la vida fuese siempre maravillosa. A mí me sorprendió que me hiciese esa pregunta, ya que… es obvio que la vida no siempre es maravillosa; cuando la gente me ve en mis redes sociales disfrutando de cualquier instante u oportunidad que se me presenta, no quiere decir que piense que la vida es perfecta, magnifica, inigualable, maravillosa o estupenda los 365 días del año. 

Si soy feliz es porque comprendo lo gris que se puede volver el mundo en un segundo, porque comprendo que la vida no siempre es maravillosa, porque si creyera que lo es, ¿Qué sentido tendría disfrutar de los buenos momentos si siempre son buenos? Es complicado de entender, lo sé, todos vivimos el día a día como si nos quedara toda una vida por vivir, pero siento deciros que no es así, y no lo digo solo por el simple hecho de que en cualquier momento podamos morir, lo digo porque siempre pueden empeorar las cosas y averiguar que, aunque sintiéramos que nuestra vida no era perfecta, añoramos esa imperfección que ahora es más perfecta al poseer eso que ahora nos falta.

¡Ahora sí que os he liado! Vale, mi mensaje es que la vida no se tiene que vivir intensamente todos los días por miedo a que todo cambie, simplemente hay que vivirla disfrutando de lo que se tiene, de esas pequeñas cosas que hacen que se alegre el alma, porque cuando ese momento nos falte, añoraremos no haberlo disfrutado. 

Hoy, me ha hecho feliz una compañera de trabajo; Lola es de esas personas que giran en otra orbita, de esas personas buenas y sencillas que no tienen dobleces, de esas que te miran y te sonríen con sinceridad, de las que dan ganas de abrazar. Lo que no entendemos en este mundo de locos, es que muchas veces debemos observar y detenernos dos minutos, porque no siempre estamos bien, no siempre tenemos un arcoíris por sonrisa, y un simple abrazo puede sanar más que una pastilla o miles de psicólogos juntos. El otro día, no estaba como siempre, y me dijo que se encontraba regularcilla de ánimo; sus ojos estaban vidriosos y su sonrisa eterna no acompañaba a lo que transmitía, en ese instante corrí hacia ella y le di un fuerte abrazo, de esos que no tienen tiempo establecido, de esos sinceros con los que quieres hacer sentir mejor a esa persona, de esos que dicen en silencio “no te preocupes, todo tiene solución, y si no la tiene, el dolor se atenúa con el amor de los que te rodean, no estás sola”.

Hoy me ha comentado que aquel día la reconforté con ese abrazo, y le hice mucho bien, comentario que me ha hecho realmente feliz. Y es que la vida es eso; pequeñas cositas, pequeños detalles y breves momentos para disfrutar, y si el camino puede hacer el bien a los demás, pues mucho mejor.

Los años me han enseñado a huir de los problemas, no porque sea cobarde, sino porque me dañan, me duele que alguien esté mal conmigo, me duele discutir, me duele no poder arreglar mis errores o los de los demás, me duele que la gente se refugie en el pasado y se hagan más daño, me duele no poder ayudar, pero he asumido que no puedo solucionarlo todo, he asumido que hay gente que no cambia, pero también he asumido que un abrazo lo puede cambiar todo, he asumido que si te miran mal es mejor no preguntar y alejarte de su mirada, he asumido que la felicidad se puede esfumar rápidamente y la vida cambiar ciento ochenta grados.

Por todo esto; la vida no siempre es maravillosa, pero dentro de la imperfección podemos construir momentos maravillosos, poner un listón demasiado alto en el que demos prioridad a lo realmente importante, porque muchas veces nos preocupamos por cosas que pierden toda importancia cuando realmente nos sucede algo importante o nos falta algo a lo que antes no dábamos valor porque asumíamos que siempre iba a ser así.

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