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Por Maria Cecilia Marsilli | Narradora Oral | Escritora | Pta: Presidenta de la Asociación Civil
Compartiendo Miastenia Gravis
"En el icono del pesebre el Dios cristiano se da a conocer en la intemperie de los pobres, en la vulnerabilidad del viajero errante, del refugiado político.
Lo adoramos en su absoluta dependencia del cuidado de los pobres (sus padres, los pastores).
Si nos desentendemos del pesebre perdemos de vista el rostro del Dios de Jesús"
Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te traiga regalos que no se vendan en las tiendas.
Un “me gustas mucho”, un “gracias por existir”, un “estoy aquí para ti siempre”.
Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te traiga abrazos apretados, carcajadas fuertes, el regazo de quienes más quieres, las manos tomadas todo el año, hombros que te sostengan, dentro de corazones donde se pueda vivir sin fecha de caducidad. Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te traiga ojos que brillen por ti y para ti, palabras que te protejan y te cuiden como el sol, en los días fríos, las pequeñeces que valen todo en la vida. La levadura de la alegría que hace que la vida valga la pena. Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te enseñe a vivir con el corazón abierto y creer -así como así- que hay una luz al final del túnel, para cada oscuridad que tengas que enfrentar. Para qué pedir algo si lo tenemos todo...
¿Y qué quieres que te traiga el año venidero?
Nada, no quiero que me traiga nada, lo único que quiero es que no se lleve...
Que no se lleve lo que ya tengo,
que no se lleve el techo que nos cobija,
el plato que nos alimenta,
la manta que nos abriga,
la luz que nos ilumina,
la sonrisa de mis seres queridos,
la salud como tesoro,
el trabajo como sustento,
la amistad, la compañía,
los abrazos,
las caricias,
los "te quiero"
los "te amo"
los besos...
que no se lleve los sueños
ni los trocitos del corazón,
que lo conforman todas las personas
que llevo ahí dentro.
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