Simplicidad y menos impuestos

Estoy convencido que a la hora de comunicar una idea, cuanto más simple se exprese, más comprensión encontraremos; y cuanto más complicado sea lo que queremos transmitir, más simple hay que explicarlo

Opinión - La columna de Eduardo 06/05/2018 Eduardo Servente

Posdata Digital| ARgentina

Por Eduardo Servente |Ingeniero Civil

impuestos

Tengo el defecto, o quizás la virtud, de no profundizar en detalles mis  explicaciones y dejar eso para discusiones académicas.

A veces pienso que ante tanta simplicidad, lo que estoy haciendo es ir mucho más profundo que todos aquellos que se distraen discutiendo los detalles de los problemas.

Estoy convencido que a la hora de comunicar una idea, cuanto más simple se exprese, más comprensión encontraremos; y cuanto más complicado sea lo que queremos transmitir, más simple hay que explicarlo.

Si por ejemplo queremos divulgar los beneficios de la libertad, debemos hacerlo con la simpleza de los grandes pensadores, porque si usamos palabras complicadas y llenamos de cifras a quien nos escucha, el mensaje básico no será transmitido; y repito, todo ese andamiaje de cifras y palabras eruditas dejémoslo para las discusiones académicas, que ahí sí son necesarias.

Voy a tratar de expresar ahora una idea intentando hacerlo de la manera más simple para que se entienda.

Hemos escuchado decir repetidas veces, y además lo sentimos, que la carga impositiva que tenemos en nuestro país es asfixiante.

Supongamos que compramos una Coca Cola. ¿Qué estamos pagando? Por supuesto el producto que compramos al que le debemos sumar los impuestos: que el IVA, que ganancias, que ingresos brutos, que el nombre que quieras ponerle… Y además esa Coca tiene agua de la que pagamos su potabilización, su distribución, etc. y toooodos sus impuestos. Y tiene azúcar de la que pagamos su siembra, cuidado, zafra, transporte y toooodos sus impuestos. Y tienen varias cosas que componen su famosa fórmula secreta, las que pagamos además de toooodos sus impuestos. Y la compramos en envase de vidrio, de aluminio o de plástico con todos sus costos y tooooodos sus impuestos. Y a su vez pasó por un sistema de transporte y distribución para llegar al kiosco donde la compramos con el costo del galpón, de los camiones, del gas oil y la infinidad de toooodos sus impuestos. Y además en cada punto de los que enumeramos desde el zafrero hasta el kiosquero, hay personal con cargas sociales, aportes, contribuciones, la novedad de ganancias, etc… ¡¡¡Ufff!!!

Ah! ¿y además la querías fría?

Mete miedo, ¿no?

La cantidad de impuestos que pagamos es incalculable. Y sólo comenté el ejemplo de comprar una Coca en el kiosco…

Proyectemos el ejemplo a todas las cosas de la vida y no lo vamos a poder creer.

Propongo pensar en un sistema impositivo nuevo. El entramado actual es tenebroso y ahoga de tal manera que impide la generación de negocios, ahuyenta las inversiones y promueve la economía en negro; y cuanto más se persiga y se trabe la economía, más negro va a haber, es una verdad de Perogrullo.

Actualmente cuando hacemos nuestra declaración de ganancias podemos descontar de lo cobrado en el año, solamente aquellos gastos atinentes a nuestra actividad, del resultado debemos pagar el impuesto, 30 o 35%, además debemos pagar el supermercado, la obra social, el colegio de los chicos, la nafta del auto, etc., etc., etc.

Mi propuesta no es invento mío, dado que de alguna manera se aplica en ciertos países serios, consta en que para nuestra declaración de ganancias nos permitan descontar absolutamente todos los gastos que tenemos.

Descontemos entonces los gastos atinentes a nuestra actividad, como también todos los demás, es decir: el supermercado, la obra social, el colegio de los chicos, la nafta del auto, y también las entradas a la cancha, la Coca y dos chupetines en el kiosco, los cigarrillos si tuviera ese vicio, algún otro vicio que tuviera, el helado con mis hijos, la compra en la ferretería, el taxi, el viaje en tren, las flores para mi amor, los bombones para mamá, la carne para el asado, el choripán en la cancha, la pizza con los amigos, la compra de farmacia, y unos grandes etc., etc., etc.

La única condición es que tenga el ticket o factura de lo que gasté.

Este sistema tiene varias implicancias interesantes. Primero, al descontarle absolutamente todos los gastos que tenga, lo que me va a quedar luego de restar todos esos gastos será solamente ganancia, por lo que cobrar impuesto a las ganancias va a ser, desde el punto de vista idiomático, mucho más coherente. Segundo, seremos nosotros mismos quienes pidamos y exijamos el ticket o la factura, por lo que no se necesitará persecución de la Afip, dado que nuestra exigencia producirá una necesidad de blanqueo de toda la economía, de ninguna manera dejaremos de lado una factura con la que pagaríamos menos impuestos. Tercero, ante nuestra exigencia, toda la economía se blanqueará, por consiguiente crecerá la economía en blanco y la Afip, sin haber hecho esfuerzo, recaudará mucho más.

Podremos además reducir la cantidad de impuestos que se cobran por cualquier cosa. Al reducir y simplificar la carga impositiva el estado terminará cobrando mucho más. Por supuesto ese estado deberá reducir notoriamente sus gastos, pero eso es tema de otra nota.

El secreto es la simplicidad. Cuando los sistemas impositivos, fiscales, económicos se complican, cuando los controles se multiplican, se tiende entonces a la evasión y se intenta por cualquier medio hacer trampa y permanecer fuera del sistema.

Quien lo hace, no lo hace por mala persona o por ladrón, lo que sucede es que ante el esfuerzo del trabajo y de conseguir el rédito mensual por lo hecho, naturalmente se quiere proteger lo logrado y rebelarse ante obligaciones que siente injustas.

Como digo hace ya bastante tiempo, cambiemos, en serio.

Cuanto más sencillas son las normas, cuanto más simples son los métodos, mucho mejor se organiza la vida en todo sentido.


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