El dibujo

Aquel día emprendiste el viaje, y sin mirar atrás, y ante mis ojos empañados, desapareciste...

Columnas - La Cima Del Tiempo 23/05/2022 Sil Perez
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El dibujo. Foto:el artelista

POSDATA Digital Press| Argentina

sil PérezPor Sil Perez | Escritora | Poeta | Miembro directivo de SADE (Lomas)

EL DIBUJO

La lluvia es incesante. No para de llover desde hace días. El cielo es una enorme raya blanca. Una luminaria que enceguece los huesos. Los truenos y la lluvia han trazado un trato. Decidieron, de manera unánime, hacer de mis días una agonía.

Ya es tarde, mi compromiso no puede postergarse. Ya no más.

Esta es una casa antigua, de paredes viejas, con rasgaduras que forman un relieve agrietado. Una geografía del espanto. La excusa perfecta para el agua. Porque el agua entra por todas partes, invade cualquier territorio. Siempre llega donde se lo propone. “Yo quiero ser agua”. Si, en ese estado amorfo e incoloro emprender el viaje. El que parte exactamente a las 17. Porque siendo agua nadie me detendría. Me haría escurridizo, traspasaría la puerta y lentamente llegaría a la vereda. Dejaría mi rastro húmedo y debilitado, sobre esos cascotes desparramados en la puerta. Respiraría el aire estrangulado por la lluvia, y seguiría adelante en mi camino trazado.

No me importarían las hojas chamuscadas. Ese colchón oxidado chillando en mis zapatos. Seguiría mi rumbo, con lluvia intensa, con un sol abrasivo, o con un ojo arañado por el gato de la esquina. Nada me detendría.

Y mientras pienso lo que sería, muy cercano a la mesada, dibujo sobre un papel de cocina, las líneas curvas de tu sonrisa. La hoja está húmeda. Maniobras de una gotera obsesiva que escupe lava moribunda sobre mi cabeza. Entonces me cierro en la imposibilidad de verte. En el arrojo improvisado de dibujarte. Y miro hacia la ventana, esa carcasa de madera recubierta por una cortina blanca. Una persiana opaca sobre el vidrio ametrallado. Un manto nebuloso que enceguece mi paciencia

Miro el reloj latiendo sobre la pared engrumecida. Marca las 16, hora de la partida.

Mis ojos atraviesan un muro cristalino que se derrumba por la ventana. Un cielo embravecido lanza cuchilladas de marfil sobre el terreno habitado. Misiles de agua dulce, o saliva de mar muerto. Todo es confuso. El cielo abre su boca, como un feroz cocodrilo. Sin piedad vomita cristales muertos sobre la tierra. Arrasa con todo a su paso. Las naves de cuatro ruedas atraviesan la calle, para desaparecen en un remolino incoloro. Su ruta es la corriente. El puente es ahora una gran barza a la deriva. Ya no hay señales de tránsito. No hay rumbo, ni horarios. Es la lluvia, un bosque marino camuflado. Peces sobre árboles, aleteando. Sombras terrestres respirando por escamas. Pájaros moribundos de alas fatigadas. Plumas rotas embriagadas de hidrógeno. Y un montículo de agua asomando, como ladrillos del derrumbe.

Me dijiste que me esperabas. Aquel día emprendiste el viaje, y sin mirar atrás, y ante mis ojos empañados, desapareciste. La barca había partido hacia el horizonte de las razones banales. Ahí estaba tu esperanza, El puente de tu anhelo. Un vuelo que como gaviota emprendiste, hacia la isla de lo posible. Y entregaste tu cuerpo al dominio de un mar embravecido. Una liturgia prohibida en el terreno mundano. Un deseo contenido, en la onírica de las esperanzas.

En tanto esperé hasta las 17. Aguardé reencontrarme con tu sonrisa. Pero el destino me obsequió un dibujo camuflado. Huellas lejanas que aguardan en las profundidades. Sedimentos de sueños incrustados. Aun así puedo abrazarte. Porque desde allí, soy agua encendida.

Publicación original:02/02/2019 


HUELLAS DEL DESEO | Poesía y Narrativa
SIL PÉREZ  (Autora)

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