Fuerza de voluntad

Un viaje casi perfecto hasta que algo inesperado ocurrió...

El Arca de Luis02/05/2020 Luis García Orihuela
 FUERZA DE VOLUNTAD
Composición fotográfica:Luis G. Orihuela
  

 Posdata Digital Press | Argentina

Luis García OrihuelaPor Luis García Orihuela | Escritor | Poeta | Dibujante

 

Durante el trayecto de la nave todo había sido perfecto. Espiritualmente, nada en absoluto podía fallar, sin embargo, lo imposible ocurrió.

El Segundo de a bordo llamó a la puerta con un fuerte golpe de nudillos. Al poco volvió a insistir. En esta ocasión con mas fuerza en sus golpes que la vez anterior. Su rostro denotaba angustia y desesperación. Era joven y con apenas experiencia real en los viajes espaciales.

Al otro lado de la puerta, se dejó oír la voz del capitán dándole paso a su alcoba. El Segundo de abordo cruzó de un paso la distancia que le separaba, y poniéndose más recto que el palo de la bandera de la Federación, dijo con la gravedad requerida para la ocasión presente: «La nave se ha detenido». Tan nervioso estaba por todo lo que estaba ocurriendo que omitió el llamarle capitán sin ni siquiera darse cuenta de su falta.

Aquellas breves palabras, aquella frase rotunda flotó por la estancia como el eco de un gran martillo golpeando el casco de la brillante nave. Luego, el capitán, como si despertase por fin, soltó con voz autoritaria un  «Eso es imposible», y de un ágil salto se levantó de su camastro eólico antigravitatorio. «Eso es imposible», volvió a repetir mientras tomaba de la vitrina de cristal su gorra de capitán y se la ponía con denotada  soltura y presteza. Llame al Padre Proveedor, ordenó tajantemente.

 El Padre Proveedor era quién hacía las veces de encargado de mantenimiento de la nave de Voluntad. Su cometido no era técnico, ni mecánico. Era espiritual. Las naves estelares de transporte público gozaban de la presencia de un Padre por orden Federativa.. 

 Poco después, el capitán se reunía en una pequeña sala de luz con el Padre Proveedor.

 —¿Qué ha ocurrido, Padre Proveedor?

 —La nave se ha detenido…

 —¡Eso ya lo se, demonios! No le he llamado para que me diga lo que ya se Y también se, que las naves de Voluntad no se detienen nunca. ¡Nunca! —Espetó el capitán dando un fuerte puñetazo en una de las  mesillas de luz de la estancia, por lo que hizo que esta perdiera intensidad en su luminiscencia por un breve momento— Usted es el técnico, ¿no? ¿Cómo voy a explicar este retraso a la compañía? ¿Me lo quiere usted explicar, Padre Proveedor? ¿Qué explicación puedo darle al pasaje que llevamos a bordo?

 El Padre Proveedor acomodó su alza cuello con el escudo dorado de la Federación y tragó saliva. Debía de pensar muy bien sus palabras, elegirlas con sumo cuidado y no dejar ninguna al azar. Casi nunca se habían cruzado palabras más allá de los saludos de rigor, pero tenía claro que entre ambos no había mucho amor. Siempre intentaban no encontrarse o se hacían los distraídos si por alguna causa coincidían en algún pasillo. Aquello no era bueno y lo sabía, pero no tenía más remedio que vivir con ello. El trabajo era lo primero. La fama del capitán de cascarrabias era de todos conocida. Una persona difícil de tratar y poco amiga de escuchar a los demás.

 —¿Dice retraso?

 —Exactamente. Eso he dicho. Este contratiempo hará que lleguemos con retraso a nuestro destino. —dijo enfatizando «retraso».

 —Me temo, que no comprende la gravedad de la situación, capitán. Con el debido respeto señor, esto no es una avería en la que se cambie una pieza estropeada, y listo. Problema resuelto y a funcionar. No. Ahora mismo no podemos hablar de un retraso, capitán. Hablamos de una detención forzosa por causa desconocida en medio del espacio interestelar, y si me permite decirlo, quizás por tiempo indefinido. Como usted ya ha de saber, aquí no existen motores, ni tan siquiera piezas que puedan estar defectuosas por el paso de los años.

 —¡Pero ese es parte de su cometido! Usted está aquí para estas cosas… Tenemos… debemos de llegar a nuestro primer destino en AEgir, y cuanto antes. De lo contrario sufriremos denuncias por parte de los seguros. Con sus abogados pleyadianos serán capaces de arruinar a la empresa con las indemnizaciones que pondrán a pagar para cada uno de los viajeros de abordo. Y escúcheme bien lo que le digo, mi cabeza puede que ruede, pero su puesto, puede dar por descontado que lo perderá si no soluciona este fallo y cuanto antes. 

 —Permítame recordarle capitán, lo que de seguro ya sabe, pero que quizás ha ido olvidando con el paso del tiempo. Estamos en una nave luz 5D. Este tipo de naves funciona por impulsos emocionales creados gracias a la voluntad de cada uno de sus integrantes. Hasta el volumen, aparentemente físico de la misma nave de Voluntad, puede estar sujeto a cambios de forma y tamaño, e incluso… bueno, esto es hipotético.

 —Escúpalo. No lo guarde para usted solo. Comparta esa hipótesis según usted. Deseo conocerla.

 —Tiene razón. No conozco ningún caso parecido a este, y me atrevería a decir capitán que este es el primer caso que se ha dado. Por lo tanto, me temo que vamos a vivir una experiencia única. Y la mala noticia es, que si no damos pronto con la anomalía, la teoría dice que la nave podría ir menguando de tamaño hasta quizás… desaparecer del todo. Aunque eso claro está es algo que los teóricos nunca han podido demostrar.

 El capitán se quedó mirando al Padre Proveedor y durante unos segundos pareció evaluar el calado de la situación.

 —¿De verdad habla en serio? Tenemos que hacer algo.. .¿Pero el qué?  ¿Cree que el efecto Doppler pueda tener algo que ver? Su campo magnético es grande y como sabemos muy variable. 

 —No lo creo capitán. Esas variables ya fueron contempladas antes de partir de la Tierra. Si me permite un consejo señor, hable ante todo con el pasaje y la tripulación. Uno de sus miembros, o quizás más de uno, no está por la labor de querer... de desear ir AEgir. Localícelo. Es lo único que podemos hacer.

 —Pero somos un total de ochenta personas, y aunque encontremos al causante ¿que vamos a hacer con él? ¿Convencerle de que cambie de actitud, de que vuelva a ser un ser positivo y su voluntad una vez más desee realizar este viaje? ¿Le digo que sea un chico bueno?

 —Como en tantas otras ocasiones nuestras posibilidades al respecto pasan por ser tres: La primera ya la ha expuesto usted. La segunda pasa por desear entre todos el que se aproxime otra nave de Voluntad y sus ocupantes estén dispuestos a cambiar su deseo mas latente. La tercera, creo no ha de gustarle mucho, y ni tan siquiera estoy seguro de que sea viable de realizar. Tengo mis dudas en cuanto al derecho legal o no de como capitán llevarla a cabo.

 —¿De qué opción me está hablando, Padre Proveedor? Déjese de historias y vaya al grano. Sea claro. Antes de embarcar me aseguraron que usted era uno de los mejores en su oficio.

 La pregunta tiembla en la voz del capitán al ser pronunciada, pero ya es tarde para intentar darle firmeza y seguridad.

 —Bien, en el caso de localizar a los responsables; pues pienso que para lograr algo así como detener una nave luz, han de hacer falta más de uno, si no hubiera forma de digamos, reconducirlos a la idea inicial, solo quedaría, e insisto, en el caso de ser ello factible, de sacarles fuera de la nave.

 —Pero eso sería lo mismo que condenarlos a pena de muerte.

 —Ya le advertí que no le gustaría este planteamiento. Pero por mucho que cerremos los ojos o miremos hacia otro lado, no va a cambiar en nada el hecho de no solo estar detenidos, sino de las consecuencias ulteriores que puedan devenir. Está el hecho de que puede morir el resto del pasaje.

 —Comprendo. Veo es usted un hombre de grandes ideas y terriblemente práctico a la hora de solucionar problemas. Quizás su selección fue acertada y ahora puede justificarla. Pero hay un cabo suelto. ¿No cree que al regresar nos enfrentaríamos a un consejo de guerra? No se puede tirar a la gente así como así al espacio infinito.

 —Le voy a dar la solución. Mi consejo. Usted capitán, pienso que podría hacerlo si juzga es un acto terrorista y desestabilizador. Un boicot quizás a la naviera espacial que nos paga. La competencia es dura siempre, usted lo sabe.

 —Déjeme pensarlo. He de estar seguro.

 —Por supuesto. Pero recuerde que el tiempo apremia. Podría darse un motín en la nave…

 Antes de tomar ninguna decisión precipitada, el capitán intentó contactar con la base de la compañía en la Tierra. Fue en vano. Lanzó un llamado. con destino a La Federación y ha cualquier nave de Voluntad  que se pudiese encontrar en un radio  de diez años luz de la nave. Finalmente, no habiendo sido posible establecer ningún tipo de comunicación, decidió convocar a todo el pasaje y ponerles al corriente de la demora que estaban sufriendo.

 —Atención. Les habla el capitán. Les ruego presten mucha atención a lo que les voy a decir…

 Durante varios minutos la voz del capitán se pudo escuchar por toda la nave. En pocas palabras puso a todo el pasaje al corriente de lo que estaba sucediendo y luego hizo hincapié con la mayor vehemencia posible de que quién fuera el que no quisiera seguir el viaje hiciese el favor por el bien de todos de cambiar de actitud. Ponderó la conveniencia o no de ponerles en antecedentes de no hacerlo cual serían las posibles consecuencias. Finalmente decidió ser paciente y esperar a ver si se obraba algún cambio y la nave volvía a iniciar su viaje.

Podría darse un empate entre la tripulación y el pasaje y la nave Voluntad no avanzar hacia su destino ni tampoco retroceder hasta la Tierra, punto de origen?

El mensaje había calado en unos y otros sin problemas. El capitán había demostrado más allá de su rango ser también un buen orador, pero nadie mostró signos de desacuerdo en finalizar el viaje tal y como estaba previsto.

 —Y bien Padre Proveedor, ahora qué podemos hacer para salir de esta? Todos aseguran, juran y perjuran desear llegar al destino.

 —Capitán, Capitán... —gritó el Segundo de abordo impidiendo contestar al Padre Proveedor cuando se disponía a hacerlo.

 —Qué pasa ahora Segundo?

 —Capitán ha llegado un mensaje del Ministerio de Transporte de la Federación Estelar.

 —Del MTFE?

 —Así es, señor.

 —Bien. ¿A que espera? Suelte el sapo.

 —El comunicado nos ahorra el tener que buscar culpables de nuestro retraso. No hay culpable alguno. Si no avanzamos se debe a que el lugar de destino a desaparecido. El exoplaneta ha dejado de existir en la constelación de Eridanus.

 —¿Pero que tontería está diciendo? ¿Se ha vuelto loco acaso?

 —Desgraciadamente capitán, la estrella Ran ha sido la causante al convertirse en una súper nova. Su explosión estelar hace imposible la nave pueda llegar al no haber un punto de destino. Igual que en la mitología escandinava, la diosa marina se ha llevado todo a su morada, incluyendo a su marido AEgir.

 —¡Dios mío! ¿Qué vamos a hacer ahora?

 —Capitán, si me permite un consejo, recurriremos a una fuerza superior a la fuerza de voluntad, el instinto de supervivencia.




 

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