"Para siempre Ana"

"El tiempo se nos fue de las manos, yo siempre quise correr en contra del viento, darte libertad y vos no soñabas alto jamás, querías una vida común"

Literatura22/05/2020 Sharon Gorosito
"Para siempre Ana"-posdata digital press
Foto:Pics Art
  

POSDATA Digital Press | Argentina

Sharon GorositoPor  Sharon Gorosito | Escritora

-Eran las tres de la tarde de un viernes primaveral y poblado, lo recuerdo por la alegría que emanabas desde aquel asiento en el fondo del colectivo - murmuró Ana mientras tomaba mis manos.
Soñé con verla cientos de veces desde ese instante en que se desplomó mi corazón, y en el día de  hoy, un ser extraño, una fuerza acomodó al universo en mi favor y la sentó en la mesa de mi restaurante.
Estaba como despistada, de brazos cruzados, con el pelo suelto y la cara cansada, la reconocí y de inmediato sus ojos cayeron sobre mí, con esa sonrisa brillante y propia de ella exclamó: 
-¡Hola Juancito! ¡Qué gusto verte por acá! 
Con las manos muy temblorosas y transpiradas, me señalé a mí mismo y ella asentó con su cabeza; "Definitivamente te vuelvo a soñar" pensé.
Me dirigí casi en cámara lenta hasta su mesa y me invitó a sentarme.
Contaba hasta 5 segundos y la miraba muy fijo antes de anunciar alguna tontería, quise aparentar que al transcurrir tantos años yo no era el mismo niño, sino mejor, seguro y además, feliz.
"Mirame bien, te sonrojás fácil aún, pero miras a tu alrededor como si quisieras escapar, él no está acá" me dijo muy firme y segura. Lo que no sabía es que nunca más volví a mirar a los ojos a alguien como sucedió en esa primavera, cuando lo enfrenté después de que Ana escapara de casa, y que mi único deseo en ese instante era permanecer en esa mesa junto a ella hasta el final de los tiempos.

Mis empleados pudieron ver a simple vista que esta mujer no era una cliente conocida al pasar, era esa mujer de la historia, de mis sueños, mi anécdota de los días más grises, soleados y de noches en las que me he secado los ojos incansablemente, fueron gentiles y continuaron su labor sin interrumpirme.
"El tiempo se nos fue de las manos, yo siempre quise correr en contra del viento, darte libertad y vos no soñabas alto jamás, querías una vida común, un trabajo común en este barrio común, pero lo lograste, este lugar es tuyo, ambos cumplimos" me dijo mientras se despedía de mí, otra vez.
Incansables fueron mis intentos por arrancarla de mis recuerdos, siempre tuvo una magia dura en sus palabras para dejarme tambaleando y dudando de quien soy, casi como aquellos sacudones que me daba mi viejo a los 17, cuando creía que me zafaba del camino correcto por estar en la banda con mis amigos y tocar en éste bar.
Mi primer intento para perderme y encontrarme fue escapar en un helicóptero que era del papá de Lucho y Mariano, mis compañeros de banda,  hacia la ciudad más cercana desde acá, la única vez que permití que el viento me lleve por ahí, pretendía demostrar que era un muchacho valiente, como ella, pero cuando volví, mamá había volado mucho más alto, mucho más lejos, por mucho más tiempo, fuera del alcance de ambos, libre. Todavía la conservo en mis sueños para cuando necesite su abrazo, o quizás un empujón, para siempre.

 

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